Desde 1999, cada 23 de septiembre se conmemora el Día Internacional de la Lucha contra la Explotación Sexual y la Trata de mujeres, niñas y niños. Este día es declarado por la Conferencia Mundial de la Coalición contra el Tráfico de Personas junto a la Conferencia de Mujeres que se desarrolló en Dhaka, Bangladesh, ese mismo año.
La trata por explotación sexual es un delito organizado transnacional porque, al igual que el tráfico de armas y drogas, la organización excede las fronteras de cada país; es decir que, la captación y traslado de mujeres es internacional a la vez que interna de cada país.
Pero, a diferencia del tráfico de armas y drogas, lo que se capta, transporta, traslada, acoge y esclaviza son mujeres, niñas y, en menor cantidad, niños. Y si afinamos aun más el lápiz, nos encontramos con que son las niñas y mujeres en mayor situación de vulnerabilidad quienes están más expuestas a la explotación sexual.
La red logra privar de la libertad y someter a las mujeres a agresiones sexuales. Las somete a abusos, violaciones, torturas, golpes por parte de los tratantes y los proxenetas. A esto hay que agregarle el consumo forzado de alcohol, drogas y ansiolíticos para mantenerlas “activas”. El sistema es tan perverso que los tratantes generan supuestas “deudas” imposibles de saldar para las víctimas (ya sea por el traslado con la promesa de trabajo, estadía, alimento, o incluso “multas”) y les retienen sus documentos a fines de atar y atemorizar a la mujer. Por ello, la coerción y las deudas económicas son más eficaces a efectos de aislar a las mujeres y mantenerlas prostituidas.
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Ni la Ley Nacional Nº 26.364 del año 2008 ni sus modificaciones dentro de la Ley Nº 26.842 del 2012, ayudaron a disminuir la cantidad de casos. Y esto se debe a que, si bien el gobierno en ese momento pudo haber habilitado la aprobación de leyes que el movimiento de mujeres reclamaba, las políticas públicas concretas para aplicarlas son ineficaces, escasas e incluso, en algunas regiones, inexistentes. Las niñas, niños y mujeres requieren de un acompañamiento para recuperar una vida luego de haber sido víctimas de trata: acceso al trabajo, vivienda, atención psicológica, estudio, etc., cosas de las que generalmente no disponen.
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Uno de los primeros casos en darse a conocer en Argentina fue el de la joven tucumana Marita Verón, secuestrada en 2002 y aun desaparecida. Su caso fue una clara muestra de la complicidad de toda una serie de actores ligados a la policía, la política y la justicia que encubrieron a quienes la secuestraron y mantuvieron cautiva. Este año tuvo difusión el caso de Nadia Rojas, quien desapareció por segunda vez, producto de una red de trata el pasado 3 de agosto, reapareciendo 21 días después. Luego de su primera desaparición, se encontraba en una casa de para adolescentes víctima de redes de trata con fines de explotación sexual, en la Ciudad de Buenos Aires. Nadia apareció fruto de las denuncias y movilizaciones de su madre, de los integrantes de su escuela y del movimiento de mujeres.
Un ejemplo emblemático en el caso de la trata de mujeres por explotación sexual es el de Alika Kinan. Fue captada en Córdoba, donde vivía con su familia en condiciones de pobreza. A los 18 años viajó por un posible trabajo, llevada a Ushuaia. Producto de un allanamiento en el prostíbulo El Sheik, quedó liberada y llevó adelante el primer juicio, como víctima y también como querellante, contra sus proxenetas y al Estado, logrando una condena histórica a fines de 2016.
Más recientemente fue noticia la caída de parte de una red de trata en la zona sur del Gran Buenos Aires, donde fueron arrestados 6 comisarios de la Policía Bonaerense. La participación de las fuerzas represivas como garantes del negocio de la trata es denunciada por todos los testimonios que se han recogido de personas que fueron víctimas de estas redes y lograron salir. |