El resultado electoral ha sido más sorprendente de los esperado. Lo más destacado de la jornada fue la perdida por parte de Merkel de casi un 10% y el ascenso de la ultra derecha que ingresa por primera vez al parlamento.
Los dos grandes partidos de Alemania se han debilitado como nunca antes desde el principio de la República Federal. Luego de está elección han pasado de tener el 80% de las bancas parlamentarias a un 53% de las mismas. Esto abre la duda sobre quienes integraran la nueva coalición de gobierno.
La socialdemocracia neoliberal pagó cara su participación en el gobierno junto a Merkel durante los últimos cuatro años y mientras los anuncios tras el resultado hablan de romper la coalición, sectores de ese partido, como el presidente de Estado, podrían resistir una ruptura con Merkel.
El crecimiento de la ultra derecha de Alternativa por Alemania significa que una formación de extrema derecha ingresa al Parlamento alemán por primera vez desde la posguerra. Su crecimiento ha sido estimulado por las políticas del gobierno que favorecieron la xenofobia contra los refugiados y el islám. Su crecimiento ha llevado a una derechización de los programas de todos los partidos en estas elecciones.
La izquierda reformista, representada por Die Linke, no supo aprovechar la debilidad de la socialdemocracia, que obtuvo el peor resultado en años. Lejos de poder capitalizar esto Die Linke también perdió parte de sus votos producto del avance de la extrema derecha de Alternativa por Alemania.
Para derrotar el giro a derecha y frenar el ascenso de la extrema derecha, la política de Die Linke, depositando confianza en el parlamento se demostró inservible. El ascenso del AfD demostró otra vez más que solo una alternativa combativa en las calles y en las empresas, universidades y colegios es capaz de frenar la derechización. |