Después del temblor del pasado 19 de septiembre salen a relucir todas las irregularidades de las construcciones que colapsaron, entre ellas la del Colegio ubicado en Rancho Tamboreo y Calzada de las Brujas.

Según el consejero presidente del Instituto de Verificación Administrativa (Invea) en febrero de este año el Instituto determinó que el colegio no tenía permiso de operar y que probablemente estuvo operando con documentos falsos desde 1993.

La construcción no tenía las medidas necesarias para soportar el peso de la estructura, además la directora y dueña construyó su departamento y el su hermano arriba del colegio sin fortalecer las trabes o muros de carga.

La responsabilidad de lo acontecido tras el temblor recae sobre la directora, las instituciones de evaluar el inmueble y los jefes delegacionales, que han permitido que opere sin las mínimas condiciones de seguridad para los alumnos, profesores y trabajadores. Sin embargo, se han estado “pasando la bolita” justificándose y evadiendo las acusaciones que se les han hecho, como la actual jefa delegacional Claudia Sheinbaum.

El consejero Presidente del Invea aseguró que la responsabilidad de la construcción le corresponde a la delegación, ya que el Invea no tiene la capacidad de otorgar permisos o autorizaciones, ni puede revocarlos.

La delegada Claudia Sheinbaum aseguró que de acuerdo a los documentos que la delegación posee el plantel estaba operando con legalidad ya que las constancias del responsable de obra constatan que el edificio estaba bien, y que en el caso de que los documentos fueran falsos el Invea no se los notificó; además asegura que la delegación no puede clausurar por uso de suelo.

Si el colegio estuvo operando desde 1993 con documentos falsos, estarían implicados también los anteriores jefes de la delegación, como: Eliseo Moyao Morales (2004-2006); Guillermo Sánchez Torres (2006-2009); Higinio Chávez García (2009-2012); y Maricela Contreras Julián (2012-2015) por decir algunos.

Esto revela que al Estado y sus instituciones poco les interesa nuestra vida, al igual que a las grandes constructoras que utilizan los materiales más baratos y reducen la seguridad con tal de abaratar costos como se comprobó con los edificios colapsados en distintos puntos de la ciudad.