Durante el proceso de las clasificatorias rumbo a Rusia 2018 la selección chilena recibió la multa de 40 mil francos suizos por conductas antideportivas, dentro de las cuales estuvo usar cantos homofóbicos, además sancionaron la demora del partido entre la selección y Paraguay.

Durante diciembre del año pasado la roja también fue castigada por cantar mensajes homofóbicos, en ese entonces la ANFP tuvo que desembolsar 30 mil francos, mientras que la selección tuvo que ausentarse de dos partidos que se realizaban en chile.

Que los hinchas de la selección chilena utilice cantos homofóbicos para provocar a los equipos y barras de otros países es expresión del sexismo y la violencia que rodea a la diversidad sexual y a las mujeres en chile, es cosa de recordar la muerte de Daniel Zamudio o el acoso que sufren los niños y niñas transexuales en los colegios, finalmente es un problema estructural sostenido por la moral conservadora de diversas instituciones, entre ellas la iglesia.

Una multa no va a lograr que las barras dejen de pensar que ser parte de la diversidad sexual es algo negativo que puede ser usado como insulto, a lo sumo logrará que estas acciones no se lleven a cabo en el espacio deportivo, pero no lograra llegar al fondo del asunto que implicaría problematizar profundamente las dinámicas de un espacio que está notablemente marcado por estereotipos sexistas sobre la masculinidad, cuestionar la educación pública heteronormada y la propaganda que rodea el ambiente deportivo.