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El Tribunal Constitucional suspendió la sesión del Parlament catalán del lunes para evitar una declaración unilateral de independencia. Puigdemont ha anunciado este viernes que el pleno se realizará el martes, aunque evitó hablar de independencia.
En medio de fuertes presiones económicas, judiciales y políticas, el presidente del Govern, Carles Puigdemont, ha decidido este viernes retrasar al martes su comparecencia en el Parlament para dar explicaciones sobre cómo proceder tras el referéndum independentista del 1 de octubre.
La decisión de Puigdemont llega un día después de el Tribunal Constitucional suspendiera la sesión del Parlament que estaba prevista para el lunes, con el argumento de que si se declararse allí la independencia de Cataluña en forma unilateral se estaría violando la Constitución.
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La suspensión del TC no puede ser leída más que como un nuevo ataque del Régimen contra el resultado del referéndum del pasado domingo, que a su vez se complementa con una serie de medidas destinadas a presionar en extremo al Govern de la Generalitat. Entre ellas están las "facilidades" que Madrid le dio a las empresas para que retiren sus casas matrices de Catalunya ante una eventual declaración de independencia.
La avanzada de esta política la dieron el jueves los bancos, tras anunciar algunos de ellos la mudanza de sus casas centrales fuera de Catalunya, mientras este viernes se espera que haga un anuncio similar la empresa Gas Natural y otras ligadas al capital español, lo que implica una verdadera extorsión económica. El juego de presiones se completa con las querellas por "sedición" de la justicia española contra el jefe de la policía catalana y los presidentes de las entidades soberanistas.
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Es en este marco, a diferencia de la comparecencia anterior, que había sido solicitada por la coalición gubernamental Junts pel Sí (JxSí), y por la CUP, la petición de Puigdemont no hace mención a la ley de referéndum. Según el pedido realizado, el martes el president se dirigirá al Parlament para "informar de la situación política actual", sin mencionar tampoco una eventual declaración unilateral de independencia.
Se aceleran los tiempos de presiones en extremo (de ambas partes) mientras afloran llamados a la negociación y a la mediación de distintos actores, que hasta podrían incluir al Vaticano (de nulas credenciales independentistas) o insólitamente hasta el exprimer ministro británico Tony Blair, uno de los máximos responsables (junto al expresidente norteamericano George Bush y al expresidente español José María Aznar) de la invasión en Irak en 2003. Recordemos que el Informe Chillcot puso al descubierto que dicha invasión fue completamente “injustificada”.
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Los llamados a la negociación no vienen sólo desde afuera, sino también desde representantes políticos de peso dentro del Govern, como la coordinadora general del PDeCAT, Marta Pascal, y el conseller de Empresa, Santi Vila, que han hecho declaraciones públicas pidiendo a Puigdemont que ponga freno a la declaración de independencia.
El último que ha salido a poner paños frios ha sido nada menos que el expresident de la Generalitat catalana, Artur Mas. En una entrevista con Financial Times el expresident habría afirmado que Catalunya aún no está lista para la "independencia real", aunque posteriormente Mas ha salido a desmentir que haya utilizado esas palabras. Lo que si ha dicho el líder del PDeCAT es que Catalunya “se ha ganado el derecho a convertirse en un Estado independiente”, y que “para ser independiente hay unas cuantas cosas que nosotros aún no tenemos: el control de infraestructuras, de aduanas y fronteras, que la gente pague a la hacienda catalana y una administración de justicia que haga cumplir las leyes del parlament catalán. Hasta que esto no sea operativo, la independencia no es real".
La crisis abierta por el derecho del pueblo catalán a decidir no solo deja al desnudo la podredumbre del Régimen del ’78. También muestra los límites de la dirección burguesa y pequeñoburguesa del procés catalán para llevar adelante un proceso de autodeterminación que se expresó mayoritariamente en las urnas. La clase trabajadora, la juventud y el pueblo de Cataluña fueron quienes, más allá de la dirección del procés, garantizaron el referéndum del domingo a pesar de la brutal represión estatal y luego tomaron las calles en una gran jornada de huelga general el martes 3. Los dirigentes del procés ahora son los que comienzan a recular de sus propias proclamas.
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