Tras el sismo del 19-S, Iztapalapa fue declarada zona de desastre. En los primeros días se hablaba de por lo menos millón y medio de personas sin una sola gota de agua y por lo menos 3,500 inmuebles dañados, con un derrumbe que cobró vidas en Lomas Estrella.
Recientemente, la delegada de Iztapalapa, Dione Anguiano, comentó que tras el último censo, el gobierno reconoce 17 mil 555 inmuebles dañados. Sin embargo, según la Dirección de Protección Civil de Iztapalapa, sólo el 22% de los inmuebles tiene daño estructural, 47% tiene daños medios y 31% sólo presenta afectaciones menores.
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La cruda realidad es que hoy miles de personas duermen como pueden afuera de sus viviendas por temor a que se derrumben. En varias calles comienzan a ser parte del paisaje los pequeños campamentos improvisados con casas de campañas y lonas.
El gobierno y sus instituciones le tienden la mano a los damnificados sólo para torcérselas: La Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) en voz de Carlos Sánchez Magallán ofrece “todo el apoyo” para que los afectados hagan valer sus derechos frente a las empresas inmobiliarias -muchas de las cuales ya desaparecieron con la misma magia con la que aparecieron- que vendieron edificios y casas que hoy son inhabitables.
Por su parte la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef) pone su granito de arena recordando a la población que en Metro Atlalilco y Plaza Central se puede acudir para pedir el financiamiento, con intereses claro, que el gobierno les pueda ofrecer para que en abonos chiquitos se devuelva el préstamo y los respectivos intereses.
Crisis de Agua
La situación se pone difícil para los habitantes ya que la crisis que genera los 17,555 inmuebles dañados, se agudiza con la falta de agua. Desde el sismo del 19-S fallaron 68 pozos y se registraron 800 fugas de agua potable, los tanques La Caldera, Jaltepec y Cerro de la estrella dejaron de funcionar.
De 293 colonias que forman parte de Iztapalapa, sólo 115 tienen agua por ratos, siendo Ejército de Oriente, Ermita Zaragoza, Santa María Aztahuacán, Santa Marta Acatitla Sur y La Concordia las más afectadas.
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Sólo 260 pipas efectúan alrededor de mil 700 viajes diarios para intentar cubrir la crisis de agua que sufren miles. Las cifras se han reducido gracias a que los trabajadores del sistema de aguas han ido de a poco arreglando las tuberías. De millón y medio de afectados pasó a poco más de 300 mil.
La situación grave que se vive en Iztapalapa y el mínimo esfuerzo por intentar solventar la crisis humanitaria que miles de familias viven al no tener una sola gota de agua desde el sismo, ha derivado en cobros excesivos por parte de las pipas. Los vecinos comentan que les han pedido hasta dos mil pesos por una pipa, y algunas han sufrido robo a mano armada. Frente a esto, la delegación ha optado por llenar de policías los puntos de abastecimiento de las pipas y hacer caravanas de pipas escoltadas por la policía para entrar a los barrios populares.
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Hoy es parte del paisaje las largas filas de cientos de vecinos junto a las camionetas de policía que armados con rifles y pistolas vigilan a quienes desde hace semanas no pueden ni lavar un traste, cocinar o limpiar sus casas.
De vuelta a la “normalidad”
Tal es la situación, que a pesar de las prisas por volver a la normalidad en escuelas y trabajos, inclusive los políticos, en este caso la delegada Dione Anguiano, tuvo que hacer un llamado a las autoridades ante el hecho de que, por el número de inmuebles dañados y las crisis de agua que atraviesa la delegación, Iztapalapa es la delegación más afectada de la Ciudad de México tras el sismo.
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Iztapalapa es una de las pocas delegaciones en la ciudad dónde siguen escuelas cerradas y no es para menos. La Secretaría de Educación Pública (SEP) presiona a que miles de niños vuelvan lo más pronto posible a las aulas.
Habría que llevar casa por casa a los funcionarios de la SEP para que también tomen en cuenta las crisis por las que miles de familias pasan tras el sismo y se considere en el dictamen de regreso a clases no sólo si la escuela sigue de pie, aunque muy probablemente sin agua, sino las propias condiciones que miles de niños y adolescentes de educación básica están viviendo junto con sus familias.
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El descontento comienza a dar sus primeros episodios, desde la toma de la Dirección General de Servicios Educativos de Iztapalapa, hasta las decenas de bloqueos exigiendo agua.
El regreso a la normalidad que el gobierno quiere imponer lleva de fondo cubrir lo que el sismo sacó a flote. Miles de personas que viven sin una gota de agua o en campamentos improvisados no pueden volver a la normalidad.
Somos los miles que salimos a las calles desde el primer momento y que organizarnos caravanas, acopio y labores de rescate quienes tenemos la posibilidad de no regresar a la normalidad y, por el contrario, organizarnos para que el negocio inmobiliario, las grandes empresas y el gobierno sean quienes se hagan cargo de todo lo necesario para la reconstrucción de esta ciudad, esto claro bajo en control de trabajadores y habitantes.
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