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La Izquierda Diario
24 de diciembre de 2014 Twitter Faceboock

CÁRCELES BONAERENSES
“Trabajamos ocho horas diarias por $30 por mes”
Juana Galarraga | @Juana_Galarraga
Link: https://www.laizquierdadiario.com/Trabajamos-ocho-horas-diarias-por-30-por-mes

Mucho se ha hablado el último tiempo sobre las condiciones de vida de los presos. Existe un imaginario, una idea de que las personas privadas de su libertad viven bien.

El desconocimiento y la desinformación impartida desde los medios es total. La Izquierda Diario aprovechó la invitación de un interno para visitar la Unidad 45 de Melchor Romero y hablar con los que de verdad saben.

  •  La del short no entra -gritó la agente penitenciaria desde adentro del edificio. Nosotras aguardábamos contra la reja del penal. Ya estábamos del lado de adentro y esta cronista había cometido la impericia de ir con pantalones cortos a visitar a un preso.
  •  Vos estás bien -le dijo a la otra compañera de LID- pero a vos así como estás no te voy a dejar pasar –remarcó-. Vas a entrar a una cárcel, tenés que venir formal, ni la visita entra con pantalones cortos.

    Finalmente, luego de un breve rodeo otro agente nos aseguró que entraríamos al pabellón de todos modos. Estaban allí también, militantes de la agrupación kirchenrista Rodolfo Walsh, de la Facultad de Periodismo de la Universidad Nacional de La Plata y dos representantes de la gestión de la misma casa de estudios. Eso quizás, sumado a que el evento al que asistíamos era una ocasión especial, garantizó la posibilidad de ingresar burlando la ley y la determinación de la oficial. Horacio, un joven del pabellón universitario de la Unidad 45 de Melchor Romero, nos había invitado a nosotras, a los chicos kirchneristas, a los profesores y a muchos otros que no asistieron, para festejar que egresó de la carrera de Profesorado en
    Comunicación Social.

    Luego de dejar nuestros DNI y celulares afuera, ingresamos al pabellón donde viven los presos que estudian. Allí Horacio nos recibió con una sonrisa inmensa y no disimuló la alegría de ver a todos. Sus compañeros saludaron, se presentaron y automáticamente empezó la charla. Algunos estudian derecho, otros periodismo, otros derecho y periodismo y otros más audaces aún estudian derecho, periodismo y alguna carrera de la Facultad de Humanidades. Los penitenciarios se quedaron afuera, por suerte, lejos. Así que el ambiente era tranquilo, ameno y hasta de cierta intimidad. Había música, comida que ayudamos a preparar y jugo exprimido de naranja muy fresco para aliviar el calor.

    La piel de las mujeres

    Horacio mostró su celda, la estrella roja pintada en la pared, la escuela donde estudian cuando alguien se digna a ir a darles clases o talleres, el patio, la cancha, todo. De repente desde otro pabellón, por un pasillo enrejado, se acercaban las mujeres universitarias. Desde la puerta del penal, esta cronista se preguntó qué es lo que se imaginaba la mujer penitenciaria que sucedería al permitir el ingreso con pantalones cortos.

  •  Mucha piel- dijo sonriendo la otra compañera. Deben temer que los presos falten el respeto. La realidad, es que pocos hombres suelen mirar tan concentrados y seriamente a los ojos para hablar como los hombres que habitan el pabellón universitario de la Unidad 45. Pocos demuestran tanto interés en charlar e intercambiar ideas. Y ahí dentro nadie piensa en las mujeres más que ellos.
  •  Ahí vienen las chicas -manifestó contento Horacio-. No las querían dejar venir. Acá las chicas son las que peor la pasan, no sabés, las tienen todo el día empastilladas.
    Las mujeres que cruzaron la reja y se presentaron eran las universitarias de la unidad, las pocas que tienen el privilegio de poder cursar un estudio superior, porque a diferencia de los hombres, no cuentan con la posibilidad de terminar el secundario en la cárcel.
  •  Ser mujer tiene sus pro y sus contra. Abusan en el sentido de que te tienen en un sistema de amenaza. Si no hacés algo no te pagan por tus tareas, te sancionan por nada o te castigan por cualquier cosa. A la vez si les estás rompiendo la paciencia bastante te dan lo que necesitás pero esperate las consecuencias- cuenta Lorena, de 33 años, estudiante de la Facultad de Humanidades. Trabaja como cocinera y ayudante de cocina en el penal, todos los días durante varias horas, tarea por la que cobra 30 pesos cada tres meses.
  •  Hay mucha represalia, injusticia, cosas que una ve y te da bronca. Yo estoy acá en la unidad hace nueve años y vi gente que se ha ahorcado. Fui testigo de suicidios y no fui asistida por ninguna psicóloga y me tuve que callar. Vi gente que se ha ahorcado delante de mí o que he salvado, que he defendido. La policía no hace nada y te da mucha impotencia. Estaría bueno que cambiara también que no sobremediquen, que haya más asistencia psicológica y psiquiátrica y que entiendan a las personas, que no las mediquen más. Con eso no ganan nada, si no perjudicar a la persona y que se enferme más.

    Las chicas que llegan al pabellón de mujeres de la Unidad 45 en su mayoría tienen problemas psiquiátricos o psicológicos y, como bien manifiestan Horacio y Lorena, el único abordaje institucional para sus problemas es la sobremedicación. Entre muchas otras cosas, hablan del “artículo 34”, un cuco por el que una persona es capaz de ser condenada a algo peor que a una perpetua.

  •  Yo estoy sobreseída, lo cual es peor que una perpetua porque establece que uno esté preso de forma indeterminada. El Estado te tiene en tratamiento hasta que te recuperes de los problemas psiquiátricos o psicológicos- cuenta Inés, de 63 años-

    Yo hubiese preferido una perpetua para mí.

    Su lamento es comprensible. El Estado debe brindarle tratamiento para decidir cuándo está en condiciones de salir, pero hace siete meses que ella no tiene junta psiquiátrica y lo único que puede esperar del penal son pastillas y un sueldo que no llega a 200 pesos.

    Ocasiones festivas

  •  ¿Ustedes son de lo mismo que ellos?
  •  No ellos son kichneristas, nosotras militamos en otra agrupación de la facultad. Somos de izquierda -respondimos, y acto seguido conversamos sobre el conflicto de Lear, sobre los diputados del Frente de Izquierda y sobre lo que pensamos de los medios de comunicación. Los militantes de la Walsh estaban sentados en ronda, hablando entre ellos hasta que se les arrimaron algunos de los internos. Nosotras, las cronistas de LID, preparamos las pizzetas y los ayudamos a acarrear de un lado a otro las bandejas y poner la mesa.

    Los jóvenes kichneristas fueron a la cárcel en otras oportunidades. Esta vez intentaron hacer una actividad con los internos. Desplegaron una cartulina blanca.

  •  No sabíamos si daba, pero nosotros queríamos hacer una actividad. Estaría bueno escribir en la cartulina las perspectivas y esperanzas de cada uno para el 2015- dijo uno de ellos a los internos.
  •  Estamos en una ocasión festiva, no nos vamos a poner a hacer eso- le respondió el preso más grande de todos.
  •  Bueno. Pero, ¿se acuerdan que vinimos el día del amigo y el día del niño y tampoco pudimos hacerla porque eran ocasiones festivas?

    Era la tercera vez que los chicos insistían con la cartulina. Uno de los internos tiene una condena de 50 años y la pedagogía de los jóvenes K propone que reflexione sobre sus perspectivas para 2015. Quizá los años para los presos sean incansablemente iguales, uno tras otro. Quizá no haya perspectiva ni deseo más ferviente que el paso rápido del tiempo. Quizá a los estudiantes de comunicación social se les podría ocurrir otra actividad, ¿no?

    Estas cronistas no llevaron cartulina pero sí grabador (sin cámaras de foto ni celulares, por eso esta nota carece de imágenes de los hechos). Después de semanas en las que periodistas, conductores de noticieros y opinólogos de todo tipo despotricaran contra la posibilidad de que trabajadores presos cobren aguinaldo y vacaciones, la reflexión de los anfitriones era fundamental en este encuentro.

    Raúl tiene 34 años y es un devoto estudiante de derecho. Ingresó en 2011 y está en cuarto año. Lleva diez años preso y le faltan otros diez para salir en libertad. Terminó sus estudios secundarios ahí dentro y la única vez que su promedio bajó, fue el año de su juicio en que le comunicaron que pasaría 20 años a la sombra.

  •  Imaginate, tenés 20 años y te dicen que te vas a comer 20 en cana.
    Raúl mostró sus papeles: títulos, denuncias, hábeas corpus, respuestas de los juzgados, mentiras del penal, etc. Mostraba sus papeles prolijamente guardados en una carpeta y contaba qué era cada cosa. Los presos llegan a la cárcel con todos o casi todos sus derechos vulnerados. Raúl decidió estudiar abogacía para defenderse y así pasa sus días, defendiéndose y defendiendo a sus pares con sus nuevas armas. La vida de un preso pasa mucho por eso, por ir detrás de papeles y trámites burocráticos, por comprender cuáles son sus derechos y convertirse en acérrimos defensores de los mismos. Y ahí estaba Raúl, compartiendo sus peleas, sus herramientas para luchar contra las injusticias del sistema penal. Horacio es parecido: no deja pasar una. Cada cosa que le molesta es canalizada por una nota, una denuncia, un mail al decanato y hasta alguna que otra huelga de hambre.
  •  Hay un mandato mundial, se terminó la esclavitud. Si una persona trabaja ocho horas por día tiene que tener un sueldo digno como cualquier otro. La pena es otra cosa, inhabilita la movilidad y la libertad. No avala que a vos te estén explotando o estés trabajando por un sueldo miserable- sostiene Raúl-. Ahora por este fallo del juez Slokar y otros más de la Cámara Federal de Casación se está haciendo cumplir un derecho a los pocos presos que son contratados por empresas privadas que trabajan ocho horas diarias o más. Eso rige en Capital (se refiere al Servicio Penitenciario Federal, NdR).En Provincia no pasa eso. Por lo menos yo me encuentro detenido, trabajo ocho horas por día y me pagan $2,40 el día. No me alcanza para nada.
  •  Yo ahora estoy cumpliendo la función de presidente del centro de estudiantes universitario del penal. Trabajo en mantenimiento y estudio derecho y periodismo- se presenta Gerardo, de 34-. Por el tema del aguinaldo y vacaciones para presos muchos por ahí repiten lo que dicen los medios de comunicación. Los que hablan no saben que la institución que cobra tanta plata por mes por cada uno de nosotros, todos los meses nos debería dar pasta dental, jabón, sábanas, frazadas, zapatillas, ropa; pero sin embargo, esas cosas nunca llegan. Cuando pasás por la puerta de un penal un fin de semana de visita te das cuenta, la gente viene con las bolsas morochas, como les decimos nosotros, llenas de mercadería. La Provincia nos paga todo el mes $30. Nosotros hicimos un planteo acerca de esta situación, del cobro del peculio. Peculio es el ingreso que te da el Estado por tu labor, por tu trabajo. Pero el peculio se divide en la ayuda familiar, que es un porcentaje que se saca. Ponele, de los $30 la mitad se le da a la familia. De esos $15 que te quedan de peculio, la mitad va al fondo propio que es lo que acumulás durante toda la trayectoria dentro de esta institución para tener algo cuando salís. Tampoco existe.
  •  La pena es personal, no tiene que trascender a la familia. Entonces si no tenemos para mantenernos, pagar el daño o los gastos que produzcamos acá, lamentablemente la familia de muchos está condenada. Hacen que tu familia sufra una pena accesoria, totalmente inconstitucional y causa desgracia. Las familias pasan necesidades y las necesidades llevan a hacer cosas que el humano no quiere, que si estuviera en condiciones no haría. Yo lo único que sé, es que mientras más se cumplan los derechos mejor vamos a estar todos- asegura Raúl.
  •  Lo que ganamos nos alcanza para comprar tarjetas de teléfono para poder llamar a algún familiar o amistad- afirma Inés, quien trabaja en la unidad como recolectora de basura, en limpieza de cocina y en tareas de huerta, de 9 a 16 horas. Su sueldo no llega a $200, pero al lado de sus compañeros que cobran $30 puede sentirse afortunada- Yo calculo que si estuviera en Ezeiza sería mucho mejor, pero como estoy en un penal de la Provincia de Buenos Aires no pagan nada que ver con lo que dicen por televisión. El señor Mauro Viale y otros señores como Feinmann o el abogado Burlando que tanto hablan de nosotros, tendrían que venir un día a la 45, a mi celda y ver realmente cómo vive una presa.

    Estas cronistas se retiraron del penal ya casi al anochecer. Salimos junto al resto de los visitantes. Nosotras con el grabador cargado de testimonios y denuncias y con nuevas preguntas revoloteando en la cabeza. Los jóvenes kirchneristas, hasta donde vimos, con una cartulina blanca y en blanco.

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