En el día de ayer sesionó la Asamblea Provincial de la Unión de Educadores de la Provincia de Córdoba (UEPC). Abordó los problemas más sentidos por los docentes: el Plan Maestro, la precarización laboral y la reforma previsional. El debate se enmarcó en el proceso político que vive el país por lo cual la misma política de la conducción del sindicato tiene que ser leída en ese sentido. Esa política se expresó en las resoluciones, que reclaman la defensa de todos los derechos colectivos de los trabajadores activos y pasivos, sin plan de lucha. Los reclamos son correctos, incluso no son corporativos ya que se exige el cese de los despidos y el esclarecimiento de la desaparición forzada de Santiago Maldonado. ¿Por qué la decisión de la UEPC no tiene plan de lucha?
La conducción de los sindicatos se ubica en un arco amplio pero limitado. Ese arco va desde los Andrés Rodríguez (UPCN) o Antonio Caló, hasta los menos brutales Palazzo, Yasky y Michelli. Desde los que van al Coloquio de IDEA hasta los que se embanderan en el kirchnerismo y el progresismo. El denominador común de todos ellos es que desorganizan a los trabajadores y garantizan que sus fuerzas se disipen. Los dirigentes más progresistas, que dicen querer pelear, concluyen que no hay fuerzas para enfrentar al gobierno. Recordemos que Cambiemos es minoría en ambas cámaras del Parlamento, gobierna una minoría de las más de veinte provincias argentinas, no dirige un solo sindicato. ¿Dónde reside su fuerza?
En la labor paciente del Partido Justicialista con sus ramificaciones políticas (desde Cristina hasta Massa) y sindicales. Cualquiera que entre a la página de CTERA va a ver que tiene centenares de comunicados, pero no lanzó un sólo plan de lucha capaz de hacer retroceder al gobierno. El año pasado dejó aislados a los compañeros de Tierra del Fuego y Santiago del Estero, este año dejó aislados a los compañeros de Santa Cruz. Y sólo mencionamos los casos en que hubo represiones muy severas. Pasó todo este año y a la política de desfinanciamiento de la educación sólo se le opuso la “Escuela Itinerante”, una carpa viajera que no implicaba ninguna medida de fuerza, era sólo propaganda anti-Macri. Está muy bien la disputa ideológica, pero no para esconder la política de entrega de las conquistas de los trabajadores. ¿Hay una entrega?
El principio de realidad y la construcción de la derrota
El Plan Maestro avanza con reformas parciales en las provincias. El macrismo ve que no puede jugarse a hacer pasar un ataque generalizado desmontando la educación pública de un plumazo. Entonces la discusión sobre el ingreso y la estabilidad del trabajo docente es un asunto delicado. En Córdoba tenemos las escuelas PROA, que son una propuesta innovadora desde un punto de vista pedagógico, pero que están asentadas en la precarización laboral y son parte de un enorme negocio para los bancos que prestan el dinero.
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La conducción discute estas cuestiones en una comisión cerrada, porque temen que los docentes malinterpreten la discusión. Parten de que un sector amplio de los docentes votan a Cambiemos y que tienen un sentido común de derecha. Pero tienen la confianza intacta en la posibilidad de negociar con Schiaretti, el mejor alumno de Macri, y no confían que los compañeros de las escuelas puedan discutir y sacar sus propias conclusiones. Lo único que hay para la conducción kirchnerista de UEPC es un espacio para negociar los términos de la derrota.
El caso de otro sindicato K: Pablo Carro y la estabilidad laboral
El candidato a diputado nacional por el kirchnerismo dirige el gremio de los docentes universitarios de Córdoba desde el 2011. Ha defendido siempre el convenio colectivo de los y las docentes universitarios, firmado por la Conadu y el gobierno kirchnerista en el año 2015, después de 20 años de lucha. Si bien fue un avance, porque reguló las condiciones de trabajo, preservó los mecanismos de precariedad ya existentes.
Algunas partes del convenio no se han cumplido plenamente, como el pase a planta sin concurso de los docentes interinos de más de 5 años de antigüedad.
El convenio preserva los mecanismos variados que tienen las universidades de ingreso y permanencia (artículos 11 y 12). En Córdoba, una vez rendido el concurso, si alguna vez llega, el docente debe refrendar su cargo cada 5 o 7 años. Sigue existiendo el sistema de sueldos diferenciado según la titulación, incentivos, posgrados, etc.
Ni qué hablar de la permanente creación de interinatos, contratos y monotributos que manejan las universidades, que siguen siendo un verdadero paraíso de la precarización laboral.
¿Esta es la defensa de los trabajadores de la que habla Pablo Carro? |