En la tarde del lunes 23 productores mayas junto a diversas organizaciones civiles defensoras de derechos humanos y del medio ambiente, realizaron una protesta en las afueras de los Juzgados Federales en Campeche donde acusaron al Juez Segundo de Distrito Adrián Fernando Novelo Pérez de favorecer los intereses de la trasnacional Monsanto.
Esto porque dicho juez emitió un acuerdo a favor de la empresa en el que sólo se requiere realizar la consulta sobre la siembra de soya transgénica en 6 de las 34 comunidades con las que se había acordado con anterioridad.
A decir de los productores el juez “quebró el proceso” ya que desde hace año y medio las comunidades se venían organizando para realizar la consulta que estaba dictaminada mediante una orden judicial.
Los inconformes denunciaron que “este acuerdo del juez va en contra de todo el trabajo de un año y medio de las comunidades mayas de Hopelchén que están siendo consultadas sobre la liberación comercial de la soya transgénica de Monsanto, así como de los acuerdos de las comunidades de ir juntas en el proceso”.
“Esto exhibe la influencia de Monsanto sobre las decisiones judiciales y la discriminación que sufren los pueblos originarios en nuestro país que, de nuevo, ven sus derechos colectivos violados a favor de los intereses de las empresas”, denunciaron.
Éste es un ejemplo más de cómo las autoridades defienden los intereses de los más poderosos por encima de los derechos de la clase trabajadora y los sectores populares, ya que como exponemos más detalladamente en esta nota Monsanto siempre se ha caracterizado por desarrollar productos que atentan contra la salud de la población y tienen un impacto ecológico negativo.
El uso de agrotóxicos y la venta de semillas transgénicas, junto con el desplazamiento de pueblos originarios y el despojo de tierras son algunos de los pilares sobre los prospera la trasnacional Monsanto.
Como señaló Karl Marx:
La producción capitalista no sólo destruye la salud física de los obreros urbanos y la vida espiritual de los trabajadores rurales, sino que también perturba el metabolismo entre el hombre y la tierra. Cada progreso de la agricultura capitalista en el arte de incrementar la fertilidad del suelo por un tiempo es un progreso en la ruina de las fuentes durables de su fertilidad. La producción capitalista no desarrolla la técnica y la combinación del proceso de producción social más que socavando al mismo tiempo las dos fuentes de donde mana toda riqueza: la tierra y el trabajador. (El Capital, libro I. Gran industria y agricultura).
|