Un triunfo importante de River en el Monumental. Quedarse con el primer partido y sin sufrir goles en contra, pese a lo ajustado de ese 1-0, es un gran alivio. ¿Fue mérito de los de Gallardo o déficit del Granate? Veamos.
La instancia –semifinales de Copa Libertadores- ameritaba poner toda “la carne al asador”. No es de todos los días (ni siquiera de todos los años) jugar una final de Libertadores. Y para un club como Lanús, directamente es entrar en la historia. Es por eso que cuesta entender porqué un equipo acostumbrado a un fútbol efectivo (y por momentos vistoso) como el que ensambló Almirón fue a Núñez con un planteo tan defensivo. A primera vista, se puede definir que Gallardo tuvo más ambición y obtuvo la recompensa.
Fue como una pelea de boxeo por momentos: se midieron mucho. Pero River tenía más ganas de soltar golpes. Buscó y se hizo cargo de que debía ser protagonista. Lanús en cambio se auto adjudicó un rol de “equipo chico” que no se condice con la realidad de su plantel. Como en una obra de teatro, al ubicarse uno como protagonista puso al otro en lugar de partenaire. O viceversa.
La definición se dio sobre el final cuando Scocco aseguró con un remate contundente tras un rebote del arquero Andrada. Lindo gol para condimentar la ilusión de la hinchada riverplatense. Y quedar con el arco en cero le permite a River pensar con mucha tranquilidad el segundo round.
Lanús puede darlo vuelta (levantó un 0-2 con San Lorenzo). Pero Gallardo consiguió algo muy pocas veces visto (o nunca): q River sea copero
En cambio, Lanús dejó pasar el tren. Un gol de visitante le hubiera inyectado impulso. Pero se quedó demasiado. Tal vez, sufrió “pánico escénico”. Para la semana que viene deberá trabajar mucho Almirón.
River se ilusiona y tiene derecho a hacerlo. Pero tiene que mirarse en el espejo de San Lorenzo y no confiarse con este granate que seguramente se despertará para seguir viviendo su sueño en esta Copa Libertadores.