Tres sesiones consecutivas de la Cámara de senadores suspendidas por falta de quórum presagiaban el triunfo de la política del gobierno de Peña Nieto para sostener la destitución de Santiago Nieto al frente de la Fepade, impidiendo que el Senado emitiera una declaración de “objeción” a la orden del vocero de la Procuraduría General de la República (PGR) y que era la única forma de ser restituirlo en el cargo.
Por esa razón y midiendo las consecuencias de mantener su actitud se rindió luego de diversos ataques a través de los medios fomentando el argumento de Estado de que había presuntamente filtrado datos de una investigación lo que podría llevarlo a un juicio por violar la práctica del debido proceso en sus investigaciones en torno a la vinculación de Emilio Lozoya a los sobornos de la trasnacional Odebrecht.
Hace unos días se reveló la relación que tenían esta empresa y, de acuerdo con uno de sus funcionarios, la aportación de 10.5 millones dólares a través de Lozoya Austin a la campaña electoral Enrique Peña Nieto. Este último hubo de aceptar ante las evidencias periodísticas que sí se había reunido con dicho funcionario algunas veces durante la campaña. Una admisión que hubiera comprometido aún más la situación, pues en caso de ser restituido Santiago Nieto estaría bajo los reflectores periodísticos y el seguimiento del caso también. El Estado necesita silencio al respecto y más aún de cara a la próxima elección presidencial, el fiscal incómodo debería ser relevado sí o sí.
Santiago Nieto no es opositor o crítico per se a las instancias y políticas del gobierno sino que aspira a seguir siendo parte de él; y de ahí su desestimiento, como lo remarcó en su declaración a los medios, considerándose como “un hombre de leyes” y las leyes de la política lo maniataron, por eso afirma que no “existen condiciones” ni la “posibilidad fáctica” de “regresar con la libertad de actuación anterior”.
Hombre de leyes, hombre del sistema político mexicano, se retira para prepararse a enfrentar las denuncias con las que lo apaciguaron, no sin antes declarar que una frase lapidaria, quizás para su propia tumba política: "En caso como el que nos ocupa, no son importantes las personas, sino las instituciones" una forma de admitir lo que alguien ya planteó la semana pasada “Lozoya es intocable”. |