Mientras se afianza el ajuste patronal al pueblo trabajador y el “saneamiento de la economía” nacional en favor de los capitalistas, nada se avizora en lo que corresponde al saneamiento de la cuenca Matanza – Riachuelo, la más contaminada del país y una de las más contaminadas del planeta.
En el año 2008, la Corte Suprema de la Nación, en un justo fallo, condenó al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, al Gobierno de la Provincia de Buenos Aires y a la Nación a sanear la cuenca Matanza Riachuelo. Una condena supone el cumplimiento de una pena. En este caso, la pena era sanear la cuenca. La condena tuvo como inicio la formación de una autoridad: la Autoridad de Cuenca Matanza Riachuelo, más conocida como Acumar.
Dentro de las resoluciones tomadas por Acumar se plantearon el USO IV, el cual fija el “uso” y “goce” del espejo de agua sin contacto directo. Palabras más, palabras menos, es que te puedas parar en la margen del río y disfrutar de mirarlo. Probablemente si uno se para en la Vuelta de Rocha y mira al Riachuelo hacia el Puente Nicolás Avellaneda diga: “Parece que está bien”. Pero, ¿sucede esto en toda la cuenca? Al parecer, no. Basta que uno visite varios de los arroyos y tributarios que conforman la cuenca, un tanto alejados (o no tanto) de Capital y puede ver gran cantidad de residuos varios (en el mejor de los escenarios que sean residuos inorgánicos) flotando en la superficie y acumulados en las orillas. Entonces imaginemos que si no se cumple con este mínimo objetivo, ¿Cómo estarán las cuestiones relacionadas a la calidad de agua, la provisión de servicios básicos de saneamiento y urbanización de barrios precarios?
Y parece que tampoco está tan bien. Desde el punto de vista de la relocalización de personas en riesgo solo se relocalizó el 21 % de las familias en esa condición, hecho reconocido aun por el diario La Nación del día 2 de octubre de 2017. No solo esto representa un déficit, sino que en la misma nota en la cual se le realizaron preguntas al director del Área de Derechos Económicos y Sociales del CELS, Eduardo Reese, comenta que las personas relocalizadas no están en un lugar mejor, sino que en iguales o peores condiciones de sanidad a como lo estaban en la margen del Riachuelo.
¿Qué pasó en estos nueve años?
La pregunta podría quedar en una retórica, pero para citar algunos ejemplos:
El cambio de contexto de Acumar: la expresidenta CFK la sacó de la esfera de la ex Secretaría de Ambiente para ser un ente más o menos autónomo. La retiró de uno de los monumentos de corrupción del kirchnerismo, el cual estuvo en las manos de Mussi y Picollotti.
Durante este tiempo estuvo el Gobierno Nacional de CFK, el de la Provincia de Daniel Scioli y el porteño, de Mauricio Macri: en ese contexto de guerra de patrones, está claro que lo que menos importó fue pensar en la cantidad de habitantes que fueron y son afectados por el estado calamitoso de la cuenca.
Desde que asumió el macrismo el Gobierno Nacional: devolvió Acumar a la órbita del (ahora) Ministerio de Ambiente, en el cual se designó al ministro que, entre otras declaraciones, dijo no tener demasiado expertis en la temática ambiental. Incluso aún, pidió rezar para combatir los incendios que afectaron a gran parte de la zona central del país, y que prácticamente no tuvo (y no tiene) un rol activo en el marco de las inundaciones (también en el centro del país). Hoy el ministro está relegado de varias de sus funciones como tal en la cartera ambiental.
En este período desfilaron cuatro presidentes del organismo. Cambios orgánicos en la estructura de Acumar, cambiando direcciones, coordinaciones, etc.
Una de las presidentas de Acumar, Gladys González, usó el organismo para eyectarse a la candidatura como Senadora de la Nación por el espacio de Mauricio Macri, sin antes darle la firma a la resolución que cambió los límites permitidos para efluentes, lo que supuso un grave retroceso en la política de control de los mismos con los cuales se creó la autoridad de cuenca.
Provincia PRO, Ciudad PRO, Nación PRO: aun así no logran conformar un equipo de trabajo (como les gusta autoproclamarse). Las mezquindades internas del espacio de Cambiemos y todas sus variantes pesan más que los millones de afectados en la cuenca.
El doble discurso del relato M: 2017 fue definido como el año de las energías renovables para el Gobierno Nacional, no obstante los acuerdos mineros y petroleros, y la reactivación de la mina de carbón de Río Turbio, nada tienen que ver con energías renovables. Imaginémonos, entonces, el trato (o destrato) para poner énfasis en trabajar por la Cuenca Matanza – Riachuelo.
Los Juegos Olímpicos de la Juventud 2018: se desarrollarán en predios cercanos al Riachuelo, específicamente al Arroyo Cildañez. Los ojos de gran parte del mundo estarán posados sobre Argentina. Se desarrollan obras civiles y deportivas para tal evento, por lo cual vale más la imagen hacia afuera que resolver los problemas estructurales que afectan hace demasiada cantidad de años a los vecinos de la cuenca.
Ha quedado en evidencia que aun habiendo un fallo y una condena a los Gobiernos y partidos de patrones, no les importa el pueblo trabajador. Ante estas situaciones se hace imperativo que desde el FIT se muestre el acompañamiento en la lucha ambiental y social que atraviesa la cuenca como ha acompañado a tantos trabajadores y trabajadoras en las luchas que se libran todos los días. Es imprescindible que la izquierda tome una agenda ambiental y fortalezca los esfuerzos individuales que se forjan día a día en la cuenca más contaminada del país.
• El autor es ingeniero en Recursos Naturales y Medioambiente. |