El pasado lunes 6 de septiembre murió Antonella Gonzales en el Hospital Garrahan, tras padecer leucemia mieloide crónica. La causa de su muerte está asociada directamente con el uso de agrotóxicos. “Hay que parar tanto cáncer”, fue una de las frases de la madre de Antonella, Natalia Bazán, que convoca a luchar contra el agronegocio.
Son 3,5 millones de toneladas de agrotóxicos las que se arrojaron en el país solo en el año 2015, y su crecimiento continúa en alza. El uso de estos químicos es una herramienta fundamental en el actual modelo agropecuario, caracterizado por el uso intensivo de las biotecnologías, la orientación a la exportación, la gran escala y el monocultivo.
La agroecología, por el contrario, es el modelo sostenible y amigable para la vida en la plenitud del concepto. En este sentido, promover los Encuentros Semilleros es una tarea elemental para cambiar el agro, el actual modelo de desarrollo y defender la vida.
¿Qué es lo que hay que cambiar?
El modelo actual conocido como “agronegocio” se profundizó y aceleró junto con la apertura comercial realizada por la última dictadura militar. Esta promovió un modelo de desarrollo a partir de las clásicas ventajas comparativas consolidando el rol de la región en la reconfiguración de la división internacional del trabajo que atravesaba el capitalismo ante el surgimiento del nuevo régimen alimentario global impulsado por la Revolución verde de la agricultura.
De esta forma, a partir de ese momento, el Instituto Nacional de Tecnología Agraria (INTA) abandonó su histórica actuación promoviendo el desarrollo de los emprendimientos tradicionales y familiares, para orientarse en la generación y transferencia de paquetes tecnológicos de alto rendimiento en los cultivos de exportación.
La acelerada expansión implicó la reconfiguración del sistema agrario tradicional, y se caracterizó por la orientación a la exportación, la gran escala y el monocultivo. Como resultado la superficie agrícola pasó de 21 millones de hectáreas en 1970 a 35 millones en 2011, el uso de agroquímicos creció de forma exponencial alcanzando los 3,5 millones de toneladas hacia el año 2015 y la utilización del sistema de siembra directa superó ese mismo año las 26 millones de hectáreas, lo que implicó un crecimiento en el uso de este sistema de un 160 % desde el año 2000.
Este vertiginoso proceso implicó la expansión de la frontera agrícola, con sus efectos sobre la deforestación, su consecuente pérdida de biodiversidad, y la expulsión de comunidades de sus territorios. Inundaciones, extinción de especies, deterioro del ambiente y de la salud de los argentinos son algunos de los resultados de este modelo.
Una propuesta: más Encuentros Semilleros
Ahora, si de luchar contra el agronegocio se trata, los Encuentros Semilleros se erigen entonces como trincheras en defensa de la biodiversidad, la soberanía alimentaria y el cuidado de la salud frente a un sistema que nos lleva hacia el colapso. La resistencia de los pueblos frente al monstruo del agronegocio es, en este sentido, una auténtica guerra de guerrillas, que como tal, nos permite soñar con una victoria.
Así, en un encuentro semillero no solo se reúnen personas que intercambian sus semillas y los saberes asociadas a ellas que se transmiten de generación en generación, sino que además se reúnen personas que practican alternativas, cuestionando no solo el actual modelo de producción agropecuaria, sino también los sentidos de progreso que se consolidaron con la cultura occidental, y los patrones de consumo impuestos por los países desarrollados.
En este sentido, Guadalupe Meroño, vecina y organizadora de los encuentros semilleros realizados en Carlos Keen, nos explica: “El momento del encuentro es hermoso, generador de una alegría inmensa y verdadera libertad; personas ofreciendo semillas o plantines, su conocimiento de cuidado y hasta recetas, mientras que otros que no trajeron nada, se van animando a la idea de que nadie les pida nada a cambio, porque algún día hay que empezar a cultivar. Es muy estimulante. Eso sí, cada uno de ellos debe asumir la responsabilidad de ser guardián de sus futuras semillas y compartirlas libremente. Las semillas son vida y su intercambio libre debe seguir como hace miles de años. Lo más importante es la reflexión al final del día de cada uno de los asistentes, lo que nos permite visualizar que con los aportes de todos y todas, si nos organizamos podemos ser el cambio que queremos ver, y oponernos con firmeza cuando se priorizan intereses económicos por sobre nuestra salud”.
Carlos Keen es un pequeño y pintoresco pueblo de la Provincia de Buenos Aires donde regularmente vienen realizándose estos encuentros. El pasado 30 de septiembre se realizó el VI Encuentro Semillero de Carlos Keen, que contó, no solo con el intercambio de semillas sino también con intercambios de experiencias entre productores agroecológicos locales, charlas sobre plantas medicinales, cine debate junto a productor del documental Agroecología en Cuba, y una charla sobre el protocolo de acción frente a fumigaciones.
Uno de los objetivos de los encuentros es el de fortalecer la red de organizaciones, agrupaciones y todas las personas con estos intereses en la región. Localidades como Luján, Pilar, San Andrés de Giles, Mercedes, Marcos Paz, Navarro, Gral. Rodriguez, San Miguel, Merlo, etc. También atraer interesados de otros lugares como la Ciudad de Buenos Aires y La Plata.
Sembrar el país de Encuentros Semilleros
Transformar el modelo actual de desarrollo del agro posee trabas y diferentes actores que enfrentar. Mientras algunos productores se resisten a leyes que intentan reducir los espacios permitidos para la fumigación, una ley apodada como “Ley Monsanto de Semillas” que pretende privatizar el uso de las semillas mantiene en jaque a la ciudadanía, ante la constante sospecha de tratarse en Cámara de Diputados. A su vez, así como la academia fue transformada a las medidas del agronegocio durante las últimas dos décadas, es necesario reconvertirla en pos de la formación de agrónomos, ambientólogos, etc. con una mirada menos tecnicista y a fin a sostener la salud, la biodiversidad, los servicios ecosistémicos y porque no, defender los derechos de la naturaleza.
Ante esta situación, no es menor la labor de los Encuentros Semilleros. Si el cambio es de abajo hacia arriba y si es la ciudadanía la que va a imponer la lucha por el derecho a vivir dignamente, que mejor que promover encuentros donde se promueva el consumo colectivo, la agroecología, y sobre todo, se intente hacer mella en los sentidos que sostienen este sistema individualista e insostenible.
* El autor es Licenciado en Comercio Internacional, Doctorando en Desarrollo Económico y miembro de la agrupación Hacia El Buen Vivir. |