En mayo 2018 Egipto realizará elecciones presidenciales, donde el ex jefe del ejército Abdelfatah al Sisi, buscará relegitimarse en unas elecciones donde la oposición está sistemáticamente proscripta. Por lo que serán un show al mundo para seguir encubriendo una dictadura que lleva casi cinco años.
Jaled Ali, es el candidato que se propone enfrentar al gobierno de Al Sisi en las urnas. Lo característico de este sujeto de 45 años, es que es un descendiente directo de las jornadas de la Plaza Tahrir de El Cairo en 2011. Se hizo conocido como político progresista en los comicios presidenciales del 2012 que llevaron al poder los Hermanos Musulmanes. Antes de que estallaran las famosas revueltas que dieron comienzo a la Primavera Árabe, Ali dirigía el centro de derechos humanos Hisham Mubarak -transfigurado en cuartel general de los activistas- y logró que sean avalados varios litigios judiciales que le abrieron una herida en los sindicatos burocráticos del régimen, obligando al Estado a elevar el salario mínimo y logrando revertir la polémica privatización de tres compañías estatales.
"Recibo mensajes amenazantes y ataques en los medios pero no voy a dejarlo. Sueño con un nuevo levantamiento", reconoció Ali en una entrevista concedida a EL MUNDO durante el quinto aniversario del golpe en la que acusó a Al Sisi de "ser un dictador peor que Mubarak".
Si bien es el mejor representante de aquellas jornadas del 2010-2011, la candidatura de Ali pende de un hilo. En septiembre un tribunal de El Cairo le condenó a tres meses de cárcel por indecencia pública en una sentencia que Ali tildó de política y contra la que presentó un recurso. Si la corte mantiene el veredicto, podrían frustrarse sus aspiraciones de participar en los comicios que deberían celebrarse en mayo de 2018.
En El Cairo, las autoridades han irrumpido en la imprenta donde se preparaba el material electoral y han confiscado todas las publicaciones. Durante la presentación de su candidatura, Ali ha apostado por establecer una plataforma de partidos de “izquierda” con el objetivo de acabar con la austeridad, redistribuir la riqueza y combatir el terrorismo sin aplastar las libertades públicas en un evidente recado a la presidencia de Al Sisi, que ha liderado una amplia campaña de hostigamiento contra la más leve oposición política.
Para Ali el pronóstico no es muy alentador. Al Sisi cuenta no sólo con el poderoso aparato del Estado egipcio, sino también con el apoyo de potencias imperialistas como EEUU, Francia o Gran Bretaña, y regionales como Arabia Saudita y, a pesar de la grave crisis económica y social que atraviesa el país, no tiene rival. En las elecciones de 2014 ganó con el 96,91% de los votos. Hamdin Sabahi, el único candidato que se enfrentó a Al Sisi, recibió apenas el 3% de los votos y denunció amplias irregularidades.
La aparición de Jaled Ali como candidato es producto la situación de crisis económica y social que está atravesando el pueblo egipcio, años de represión y persecución a la oposición política, y serios problemas internos sin resolver como los atentados terroristas y la radicalización de jóvenes musulmanes permeables a las ideas de Estado Islámico. El régimen de Al Sisi, viene aplastando a la clase obrera que ha dado muestras incipientes de resistencia con la formación de sindicatos independientes. Por último, la candidatura de Jaled Ali, aparece en un momento en que la situación geopolítica en todo Medio Oriente aún está lejos de encontrar una salida a años de empantanamiento económico y político. |