El rap, junto al Dj, B-boy y el Graffiti, es uno de los elementos que componen el Hip-Hop. Una cultura que proviene de Estados Unidos a principios de los años ’80. Sin embargo, hoy está distribuido en todo el mundo, en algunos lugares es más común y en otros no tanto. Argentina pertenece a este primer grupo: gracias a la difusión de internet y la simpleza de rapear encima de una base, en muchas provincias como Rosario o Córdoba se puede ver una camada joven de raperos, aunque la cultura esté concentrada en Buenos Aires.
Aunque hace algunos años el Hip Hop, especialmente el Rap, estuvo en su cima considerándose la ‘moda’ del momento (utilizando gorras planas de ese estilo, o escuchando a ciertos artistas que ahora no producen más rimas), cada día que pasa es conocida por ciertos eventos como La Red Bull, que se realizó en agosto, o el Quinto Escalón, batallas de freestyle (rimas improvisadas) que se llevan a cabo los fines de semana en el Parque Rivadavia.
Asimismo, como todos los nichos, es un ámbito que moviliza muchos seguidores, opiniones, pensamientos, y forma una contracultura, siempre que pueda. Es que ese es el sentido del Rap: expresarse y recitar lo que uno siente, y trascartón, que suene bello al oído.
Pero cuando el arte cambia su sentido de transformación y es controlada por la razón, la cultura pasa a ser un comercio y mucho de lo que vale se desvanece, y lo que aparece son voces calladas, o voces que se escuchan más que otras; desigualdades; controversias que favorecen al ingreso del dinero antes que el fomento de la cultura.
Muchos de estos factores relacionados al capitalismo, a la centralización de la cultura, transforman, muchas veces, el puro ingenio en estrofas que se repiten una y otra vez sin sentido. Es el caso de la moda o lo Mainstream de hoy: el Trap, género que se origina en base al Rap pero que se diferencia, en general, en la profundidad de las letras, la estructura musical y los sonidos. Muchos artistas que antes rapeaban y decidieron vivir de la música se pasaron a este género que hoy está en el auge por la publicidad y las cifras que mueve: por un lado, un estilo de música progresiva que nace en las calles y habla de cuestiones sociales; por el otro, el sub-género que, en muchas ocasiones se compone de letras repetitivas que han dejado atrás el contenido progresivo del Rap, y en muchos casos tienen un contenido misógino.
Un ejemplo de esto último es Kodigo. Un artista rosarino de 22 años que rapeaba y que era considerado por muchos seguidores de la cultura como “el que más futuro tenía dentro del underground argentino”. Hoy es cantautor de Trap y fue elegido para presentarse en uno de los festivales más convocantes (y con mayor publicidad) en Argentina, el Lollapalooza, aunque después fue cancelado por una serie de acusaciones sobre agresiones físicas a su ex pareja y a su hija por parte de él.
Cuando se usa la racionalidad para exprimir al máximo los frutos de las ganancias, las competencias de improvisación se vuelven agresivas y pierden el sentido real, término que se relaciona con el ser auténtico y no con el objetivo de tener ceros en el bolsillo. Pero también se crean desigualdades entre los que más recaudan, los que más seguidores tienen, los que practican una actividad más reconocida y ‘comercial’, con los que hacen otras. El evento E-sencial Jam, por nombrar alguno, es el resultado de lo que produce una decadencia de la cultura under del Hip Hop a causa de una cultura mercantilizada: el premio para el ganador de freestyle son $ 20.000, mientras que al Dj ganador le entregan una remera, un anillo y auriculares.
Ni hablar de las desigualdades entre los géneros, patriarcado (muchas veces inculcado sin cuestionárselo) que se produce por la misma causa y objetivo: aumentar las ganancias.
Último eje (de la nota): voces que se minimizan por la cooperación entre los que manejan las grandes productoras en esta pequeña cultura o pseudo-comercio, como las competencias ya mencionadas (Red Bull y Quinto escalón), y los que también manejan los medios masivos, como Juan Ortelli. El director de la conocida revista de música Rolling Stones fue invitado varias veces a participar como jurado en instancias finales de aquellas competencias, teniendo un voto que podría llegar a beneficiar a un artista que contribuya más con la revista, que otro que capaz tiene más aptitudes artísticas. Sobre todo, en este ambiente que, al no ser tan conocido, hoy está el que ganó una competencia (y gracias a eso grabó un disco), y no el que salió segundo y perdió. Al segundo nadie lo recuerda. ¿Qué mejor que tener de tu lado a los medios y a la productora de los eventos que más gente atrae? Es como que, en un mundo paralelo, la justicia (que decide quién sigue y quién no) no sea independiente y juegue hacia el mismo lado que el gobierno de turno (la productora), jaja. |