Foto: @ExOpgJesopazzo
La asamblea del 18 de noviembre en el Teatro Italia, que contó con la participación de unas 600 personas, representa un nuevo fenómeno en el escenario político italiano. En solo tres días a través de las redes sociales, el centro social exOPG – Je so’ pazzo logró convocar esta iniciativa, tras la anulación de un intento anterior en el Teatro Brancaccio, bajo la consigna “Poder para el pueblo”. Una operación no predecible, que ha contado con una amplia participación, especialmente teniendo en cuenta los tiempos y el bloqueo mediático de los medios oficiales. Es probable que si esta iniciativa se hubiera construido con más tiempo, podría haber logrado una participación aún mayor. El teatro fue ocupado en su mitad por miembros del Partido de la Refundación Comunista (PRC), y en su otra mitad por militantes de movimientos sociales e independientes. El elemento más interesante fue la presencia de jóvenes, que constituían casi la mitad de la asamblea.
No seremos nosotros quienes neguemos la necesidad de una representación de los intereses de los trabajadores, estudiantes, mujeres, inmigrantes, oprimidos y explotados en el plano político. El eje de toda nuestra batalla política es precisamente la construcción de un partido revolucionario compuesto por la vanguardia de estos sectores; un tipo de organización que no puede negociarse sobre la mesa ni tampoco construirse de acuerdo con un esquema predeterminado. En este sentido, creemos que en el periodo electoral una lista anti neoliberal puede conducir al nacimiento de un nuevo partido de izquierda, una hipótesis que depende de muchos factores aún hoy indescifrables: hablarán los hechos.
Así que otorgamos el mérito a los compañeros del exOPG por haber reabierto un debate en la izquierda sobre este tema, pero nos parece necesario resaltar aquellas que creemos son fuertes y peligrosas contradicciones del camino iniciado por estos compañeros.
Un llamamiento general que esconde un programa reformista
En su llamamiento los compañeros del exOPG escriben: “Ninguna de las fuerzas políticas dice: la gente tiene hambre, tomemos el dinero de los ricos que en estos años tantos se lo han llevado a los bolsillos, hagamos un verdadero impuesto sobre el patrimonio, recuperamos la gran evasión. O bien, tomemos dinero de los gastos militares y contratemos a jóvenes para que trabajen para la mejora de escuelas, hospitales y territorios, ya que tenemos un país que se cae a pedazos. Abalamos la Ley del Job Acts [contra-reforma laboral italiana aprobada en 2015, NdT] y los contratos precarios, lancemos un programa de inversión pública, desobedezcamos el Pacto Fiscal y los recortes de servicios ...”.
Los compañeros utilizan un lenguaje “comprensible” y no pretendemos hacer una crítica a la forma. Pero cuando esta forma implica la eliminación de cuestiones importantes -en la jerga marxista diríamos “estratégicas”, es decir que afectan el “hacia dónde ir” – merece una crítica seria y no superficial.
En el informe presentado, los compañeros apuntan aquellos que serán los principales puntos programáticos de la futura lista. Estos son completamente vagos, hasta el punto de ser prácticamente compartidos por una gran amplitud de grupos políticos y sindicales. En abstracto, es de hecho reivindicado también por las burocracias sindicales de la CGIL [Confederación General Italiana del Trabajo, NdT] y por el MDP [Movimiento Democrático y Progresista, NdT], precisamente porque no define cómo, de qué modo y qué tipo de gobierno podrá llevarlo a cabo.
En varias ocasiones hemos visto a (Susana) Camusso [sindicalista italiana, secretaria general de la CGIL, NdT] reivindicar el impuesto progresivo sobre los grandes patrimonios, así como hemos visto a los parlamentarios del MDP presentar propuestas para eliminar o modificar la Ley del Job Acts, pero no se ha hecho nada a nivel sindical ni político para aplicar ese programa. Por el contrario, en el caso de MDP, han votado en contra. No hace falta decir que este tipo de programa mínimo en sí mismo no es suficiente. De hecho, una propuesta tan genérica -aunque estructurada en un programa mínimo- allana el camino para la política de izquierda neorreformista en busca de una reubicación.
En su informe introductorio durante la asamblea del Teatro Italia, la compañera del exOPG señaló que la propuesta es “defender y hacer cumplir la Constitución”, “luchar contra las políticas liberales” y “defender la democracia”.
Si entonces ligamos el programa mínimo antes mencionado con estos tres elementos de máxima, emerge una lista de tipo reformista, porque está claro que un programa de este tipo –de acuerdo con los compañeros- puede ser realizado por un gobierno de izquierda -aunque radical y sin el PD- dentro de esta forma de poder estatal, reformándolo por el momento. La propiedad privada no se pone en discusión. El elemento central sobre el que se basan todas las injusticias, la explotación y la opresión que sufren cientos de miles de personas en Italia y en todo el mundo, no se cuestiona. No se propone abolir la propiedad privada. En consecuencia, se propone mantenerla (“defender la Constitución”, que explícitamente la garantiza) aunque con algunos derechos más (“cancelar la Ley del Job Acts”). En este contexto, las contradicciones del proyecto “Poder para el pueblo” no sólo generan recelo, sino que también se transforman en evidencia que no deja dudas o margen de interpretación: “El poder al pueblo” no tiene la intención de abrir, en esencia, una nueva etapa política anticapitalista basada en la ruptura con la política del “mal menor”, que desde hace tiempo caracteriza a Refundación Comunista.
Defender y aplicar la Constitución significa defender los pilares sobre los que se asienta el Estado italiano. ¿Pero qué es, qué representa la Constitución? La Constitución fue el resultado de un compromiso de las fuerzas de la Resistencia, que eran de todos los colores y que unieron a trabajadores y burgueses: el PCI [Partido Comunista Italiano, NdT], la fuerza más importante de aquel frente, no defendió la voluntad de un gran número de trabajadores y campesinos que lo siguieron para acabar no solo con los fascistas, sino con los patrones en general; en definitiva, para hacer la revolución socialista, no para hacer la Constitución burguesa. Muchos explotados en ese momento entendieron que la única “libertad para el pueblo”, el único “poder para el pueblo”, era el del gobierno dirigido por las masas trabajadoras sobre la economía, el estado y la sociedad; no sobre la base de la burocracia del Estado burgués “democrático”, sino sobre su amplia autoorganización, sobre un nuevo estado a su propia medida, y no a la medida de banqueros e industriales.
No es coincidencia que la "Constitución democrática antifascista" de Italia dejara en libertad muchos fascistas criminales de la guerra, que entraron en masa en los organismos estatales, incluso a la cabeza de las fuerzas represivas. Pero lo más importante, no se atacó aquello que había producido el fascismo: el capitalismo y su sistema social.
Defender una Constitución que reclama vagamente la defensa del trabajo, pero que al mismo tiempo consagra el derecho a la libre iniciativa privada, no puede representar un programa de cambio. La Constitución del Estado italiano considera la propiedad privada como inviolable, la salvaguarda y la defiende. Por lógica, defender la Constitución como tal, significa defender la propiedad privada.
¿Defender la democracia?
¿Puede un gobierno de izquierda, pero parlamentario, cuestionar las políticas de ataque a los trabajadores y jóvenes? La actual democracia es un gran engaño. Es un mecanismo de clientelismo donde empresarios y banqueros financian partidos, televisiones, diarios, etc. A través del control económico, estos construyen una densa red social y mediática que día a día envenena con su propia propaganda las ideas que circulan en la sociedad.
Para defender este mecanismo existe una fortísima burocracia, es decir, el conjunto de normas y procedimientos mediante los cuales los sectores oprimidos son excluidos de la gestión del Estado, y un aparato de cientos de miles de hombres, algunos armados con sellos, muchos otros armados hasta los dientes en un sentido literal, listos para defender las riquezas de sus patrones.
Motivos por los cuales cuestionar un solo aspecto de las políticas de austeridad de los gobiernos patronales, ya sean dictadas directamente por la UE o por las administraciones municipales, significa cuestionar todo el orden social existente. Ningún gobierno más o menos de izquierda puede implementar un programa a favor del movimiento obrero y el pueblo pobre, porque juega una partida donde las reglas no permiten dar el “poder al pueblo”.
Reivindicar la "defensa de la democracia", sin especificar que la única democracia que puede lograr un programa de justicia social es aquella de los consejos, de las asambleas que involucren a la totalidad de las masas oprimidas: a la clase obrera, así como los estudiantes, a los parados, mujeres, inmigrantes, jubilados, que enfrenten democráticamente y que planifiquen la vida económica, civil y social del país; es decir, reivindicar la defensa de la democracia pura, desprovista de este contenido, es una mentira. Si no se tiene un programa contra el capitalismo, no se puede pensar en romper con toda la conciliación.
Una lección reciente: la traición de Podemos y Syriza
Existen dos ejemplos recientes que demuestran la incapacidad de implementar cualquier programa progresivo, ya sea reformista o anti neoliberal, sin cuestionar el Estado, la Constitución y su democracia: Syriza en Grecia y Podemos en España.
Estos dos partidos tienen algunos elementos similares a aquellos en los que el exOPG pretende construir su propia lista. En primer término, son fenómenos capaces de liquidar a las viejas organizaciones de izquierda porque pueden incorporar a la mayoría de sus antiguos seguidores, una vez que han sido descalificadas por su política ligadas la clase capitalista.
El fenómeno de Podemos nació sobre un eje más a la derecha que el propuesto por el exOPG, pero la dinámica viene siendo similar: poca claridad programática, como mucho entusiasmo y propuesta "desde abajo."
Una vez excluidas las grandes proclamas, Podemos ha incumplido todas las expectativas: incluso se ha pronunciado en contra de la independencia de Cataluña –en sí mismo un derecho democrático básico, no es una perspectiva revolucionaria anticapitalista– apoyando el Rey Borbón, manteniendo, de hecho, la restauración monárquica del Estado español en Cataluña.
Syriza en Grecia ha polarizado sobre sí misma la mayoría de las viejas organizaciones de izquierda. Se ha hecho portavoz de las demandas de las masas griegas contra las políticas de austeridad impuestas por la Unión Europea y apoyadas por las clases capitalistas helénicas. Un partido en el que millones y millones de griegos empobrecidos habían puesto sus expectativas.
El resultado fue que Syriza aplicó todo el programa de austeridad deseado por el BCE y llevó aún más a las masas helénicas al hambre y la miseria. ¡No solo eso! Esta traición ha producido un enorme desánimo entre los trabajadores, que solo después de un par de años reanudaron las huelgas contra el gobierno.
Sin embargo, tanto Podemos como Syriza son fenómenos que responden a los ciclos de lucha que han atravesado España (indignados, etc.) y Grecia (movilizaciones posteriores a la crisis). La operación que, por tanto, intenta el exOPG es aún más arriesgada, porque no está respaldada por las luchas generalizadas.
Si estas dos experiencias fracasaron, en nuestra opinión, fue precisamente porque no se basaron en un programa anticapitalista y no estuvieron dirigidas al movimiento obrero. ¿Por qué debería funcionar la construcción de una lista de izquierdas sobre en un programa anti neoliberal, junto con los que han votado durante 20 años las peores inmundicias de los gobiernos de centro izquierda?
¿Refundación Comunista como aliado?
Durante la asamblea del Teatro Italia los compañeros de la antigua OPG reiteraron que no hay espacio para las secretarías de partido en este camino, adoptando la retórica movimientista según la cual “los partidos son todos burocráticos.” Un sentimiento común difundido entre las vanguardias sindical, política y de clase, pero que es el resultado de un discurso tóxico, debido a los desastres que las direcciones históricas de la izquierda en Italia han producido. No estamos de acuerdo con ellos en esto, no todas las formaciones "partido" se burocratizan –no se puede reivindicar desde el palco la Revolución de Octubre de hace cien años, omitiendo que la dirigió un Partido-, así como no todas las formas de movimiento con democráticas. Esto no significa que no entendamos, al menos en parte, su preocupación por que los grupos de dirigentes traidores quieran reciclarse en este proceso.
El punto es el siguiente. Refundación Comunista es un partido que ha votado por el paquete Treu [primera ley de precarización del mercado laboral promulgada en 1997 y antecedente de la Ley del Jobs Act, NdT], el atraco del TFR [tratamiento por finalización de la relación laboral, NdT], las leyes de trabajo precario y apoyó las guerras imperialistas. Un partido que en 20 años ha liquidado el patrimonio de decenas de miles de militantes políticos y sindicales a través de su traición y ahora nos dice que le gustaría "abolir la Ley del Jobs Act". Solo los ingenuos pueden creer en los dirigentes de este partido.
El hecho de que varios representantes del Refundación Comunista hayan intervenido, especialmente el secretario Maurizio Acerbo y la europarlamentaria Eleonora Forenza, es una señal preocupante. El PRC ha puesto todas sus fuerzas en la construcción de esta lista mediante la movilización de sus propias secciones en todo el país. Mientras declaran su entusiasmo por una la lista sin comprometerse, en Sicilia el PRC ha hecho una lista junto al MDP, es decir, con D’Alema y Bersani, quienes votaron la Ley del Jobs Act con mayor "protección". Con estos compañeros de viaje, el destino seguramente no será el mejor.
Asimismo, hay una contradicción más que creemos es muy importante: ¿es posible construir una "lista popular y anti-sistema" y continuar sosteniendo al alcalde de Nápoles, Luigi De Magistris, después de que su junta ha ignorado las promesas de la campaña electoral burlándose de los trabajadores de las empresas napolitanas? En la asamblea del Teatro Italia se habló de "representarnos", es decir que quien trabaja, estudia, viene en la miseria, representa solo sus propios intereses.
¿Cómo se conjuga este planteamiento con los centenares de despidos de dependientes de la empresa Napolitana Movilidad por parte de la junta De Magistris? ¿Cómo se puede ser izquierda de lucha y antisistema sustentando la junta que privatiza la ANM en concierto con el Presidente de la Región, De Luca, enemigo declarado de los parados de la Campania? Es evidente que estas contradicciones, respaldadas por un llamamiento vago, solo estallarán y conducirán a nuevas traiciones.
Una propuesta anticapitalista a la izquierda
Sobre la mesa quedan las cuestiones fundamentales de la construcción de un frente único de los trabajadores y de su representación política: cuestiones que no se resolverán de inmediato y para las cuales no hay atajos ni receta secreta. Ni siquiera pensamos en ser quienes llevamos la verdad en un bolsillo o una fórmula mágica para construir un camino anticapitalista coherente. El punto es que estamos convencidos de que este camino no va a desarrollarse a partir de una lista y un programa reformista y construirse bajo la dirección de la socialdemocracia italiana, y menos sin fuertes lazos con los trabajadores y con las luchas.
Es por esto que pensamos que no es posible apoyar la lista “Poder para el pueblo”. Nuestra propuesta es la de construir un frente/polo anticapitalista con todos los que hoy comparten nuestras preocupaciones, pero que si dialogue con los que hoy o en el futuro pueden ver en la propuesta lanzada por el exOPG "la única alternativa".
Una propuesta que quiere responder, viendo y elevando, como se diría en el póker, a aquella del SCR (Izquierda Clase y Revolución) y el PCL (Partido Comunista de los Trabajadores, NdT), que honestamente a nuestro juicio no sólo es infructuosa por la falta en los últimos meses de un recorrido público y asambleario de construcción de una lista obrera y anticapitalista, sino también por el objetivo inalcanzable de presentación a nivel nacional (con esta ley electoral significa recoger ¡175.000 firmas!), basada sólo y exclusivamente en dos pequeños grupos; incluso la mera discusión de una presencia electoral de la izquierda clasista tiene que partir, nos parece, del presupuesto de la voluntad consciente de parte de la vanguardia de la clase trabajadora de también conducir su propia batalla política contra la burguesía (no prioritariamente) en el terreno de las elecciones estatales.
Un camino que queremos construir (¡no en tres días!) y que necesitamos para enfrentar no solo los ataques de la patronal, sino también las ilusiones que de vez en cuando se reproducen en la izquierda e involucran también a los compañeros de lucha, porque más allá de las proclamas, los gobiernos de "izquierda" han demostrado empíricamente que al final traicionan conduciendo a las luchas y a la vanguardia política hacia un punto muero.
* Artículo publicado originalmente en La Voce Delle Lotte. Traducción: Clara Mallo. |