Desde la Agrupación de Docentes e Investigadores de Izquierda en La Marrón confluimos en la integración de la Lista Multicolor (Naranja-Roja-Marrón) para las próximas elecciones de ATE-Conicet Capital del 14 de diciembre. Este agrupamiento reúne a compañeros y compañeras de distintas corrientes y activistas independientes que venimos compartiendo el proceso de lucha abierto en el sector desde finales del año pasado, y que todo indica afrontará nuevos desafíos en los próximos meses.
Estas elecciones tienen una especial importancia no solo por el contexto político general de ofensiva reaccionaria; sino porque la necesidad de enfrentar el ataque del macrismo sobre la clase trabajadora en su conjunto y sobre los trabajadores de CyT en particular, exige delimitaciones claras. Delimitaciones que lejos de ser producto de supuestos prejuicios ideológicos o sectarismos surgen del balance de la actuación y de las prácticas de los diferentes actores. En este sentido, de la evaluación de las distintas intervenciones y posicionamientos en el conflicto que dejara inicialmente en la calle a 500 investigadores, se derivan ciertas razones urgentes que explican el surgimiento de la Multicolor.
Muchos compañeros, incluso quienes han participado activamente de las luchas y hoy decidieron ignorar diferencias sustanciales y compartir lista con la Verde y Blanca, no pueden desconocer el rol que jugó en ellas la dirección actual de ATE-Conicet: no solo no ha estado a la cabeza del conflicto, sino que evitó sistemáticamente su profundización, apostando a convertirse en “interlocutores” garantes de gobernabilidad de los funcionarios con quienes tienen mayor o menor cercanía política.
Esta línea no es sorprendente; por el contrario, pone de manifiesto las limitaciones de las direcciones para las que nunca “es el momento” de confrontar duramente, de llevar a cabo acciones directas, de enfrentar sin ambigüedades a los funcionarios y sus políticas burocráticas. Así, frente al fuerte proceso de lucha que protagonizamos los trabajadores de Conicet, al crecimiento de un activo de compañeros y compañeras que demostraron la voluntad de dar pelea, a las asambleas masivas que de manera democrática resolvieron y sostuvieron acciones directas como las tomas del MinCyT y a la simpatía que generó este movimiento, que se tradujo en la solidaridad de otros sectores sociales y sus organizaciones, la Verde y Blanca no solo eludió su responsabilidad como dirección sino que apostó a desplazar del centro de la escena a quienes protagonizaron el conflicto. Hacer gala de la “capacidad de influenciar” o “tener llegada” con los funcionarios es habitual entre los dirigentes burocráticos y en parte construyen en base a ello su capital; pero esa “cualidad” diferencial de la que se jactan se reveló como impotencia para arrancar concesiones mínimas a la patronal.
No fue la política “de palacio” de la dirección la que permitió la prórroga de las becas de los compañeros despedidos. Fue precisamente la organización que, cuando más democrática fue, más fortaleció la lucha y más obligó al gobierno a un retroceso relativo. Este proceso que adquirió una masividad inusitada para el sector no fue un fenómeno exclusivo de la Ciudad de Buenos Aires; la organización creció en muchas provincias, con asambleas y la ocupación de CCTs e institutos. La dificultad de articulación entre los diversos sectores del país que salieron a luchar, también encuentra buena parte de su responsabilidad (aunque no toda) en una dirección sindical que no puso su organización y recursos al servicio de unificar y conectar las acciones entre los trabajadores y trabajadoras del Conicet.
De este modo, la amplitud que cobró el conflicto y el positivo saldo organizativo, con la incorporación de activistas independientes dispuestos a quebrar el ataque del Gobierno nacional a través de su para nada incoherente ministro Lino Barañao, contrastan con la orientación sistemáticamente desmovilizadora de la Verde y Blanca. Esta orientación que en diciembre de 2016 se tradujo en su presencia testimonial en el proceso de lucha, durante la reapertura del conflicto de este año cobró la forma de una suerte de mesianismo electoral, convocando a resolver en las elecciones nacionales de octubre a través del voto al kirchnerismo, lo que no estaban dispuestos a resolver con lucha y movilización. El final: mesianismo sin mesías y los trabajadores, mal, gracias. ¿Y ahora entonces?
Decíamos que esta elección de ATE-Conicet Capital adquiere en esta coyuntura una singular importancia. Las reformas estructurales que el macrismo intenta imponer no se frenan de la mano de direcciones burocráticas. Si uno de los triunviros cegetistas cometió el sincericidio de decir que el paro del 6 de abril era necesario “para descomprimir”, las declaraciones altisonantes de los dirigentes de la Verde y Blanca contra las medidas que impulsa el oficialismo y que afectan en particular a los trabajadores del estado -30.000 despidos se anunciaron en estos días- serían una suerte de “descompresión” retórica; “decir para negociar”. En ambos casos se revela lo que algunos sectores pretenden ignorar: la existencia de un malestar de las bases que presiona a las direcciones que “hacen poco o dicen mucho”. La ausencia evidente de disposición política para organizar ese creciente malestar como fuerza activa de lucha se corresponde con el carácter antidemocrático de las principales organizaciones sindicales.
La situación de ATE-Conicet no se aparta de esta caracterización general: el estatuto de nuestro gremio excluye la representación de las minorías en los organismos de dirección (normativa que se ubica a la derecha de muchos sindicatos a los que sin pudor llamarían burocráticos). Tampoco se permite la participación electoral de los trabajadores no afiliados en la elección de Delegados por lugar de trabajo (como también existe en otros sindicatos y por ejemplo se práctica en las internas combativas de ATE Mecon y ATE Trabajo), excepto que haya lista única y por ende, no haya posibilidad de existencia de oposición. Todas “reglas de juego” que cierran el sindicato a la participación de los trabajadores, a los métodos democráticos de toma de decisiones y al debate abierto de posiciones sobre la orientación que debe tener nuestra organización.
Desde las prácticas opuestas que reivindicamos y apostamos a fortalecer, planteamos la necesidad de recuperar el sindicato en estas elecciones como ámbito genuino de expresión de los intereses de los trabajadores e instrumento indispensable para la defensa de nuestros derechos.
Por eso llamamos a todos aquellos compañeros que coinciden en la necesidad de derrotar la ofensiva del gobierno de Cambiemos y sus socios y en la urgencia de construir una organización sindical democrática a acompañar a la Lista Multicolor (Naranja-Roja-Marrón) el 14 de diciembre. |