El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, y el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker. EFE/OLIVIER HOSLET
Una cumbre especial, marcada por lo que algunos analistas llamaron una “falta de liderazgo” claro. Es que quien hasta ahora ha sido el polo de dirección hegemónico en la UE, Angela Merkel, se encuentra en crisis en su propio territorio, en medio de negociaciones inciertas para formar gobierno que pueden durar meses. Aunque en Alemania se vislumbra la posibilidad de reeditar una nueva “gran coalición” con los socialdemócratas del SPD (después de haber fracasado el intento de coalición “Jamaica” con los verdes y los liberales), nada está asegurado. Aun cuando la canciller inicie un cuarto mandato, todos los analistas sentencian que la “era Merkel” ha llegado a su fin.
Las tensiones por arriba en las instituciones de la UE tomaron forma durante la cumbre con el enfrentamiento entre el polaco Donald Tusk, presidente del Consejo Europeo, y Jean-Claude Juncker, el luxemburgués conservador que ejerce como presidente de la Comisión Europea. La nota la dio Tusk, cuando anunció públicamente su oposición a la política de “cuotas” para el reparto de refugiados entre los países de la Unión, una medida que hasta ahora ha sido el estandarte -aunque no se ha cumplido ni siquiera un cuarto del número acordado- de la Unión Europea (y de Alemania) para dar respuesta a la crisis migratoria.
La propuesta de Tusk tuvo muy buena acogida en el llamado “grupo de Visegrado”, conformado por Polonia, Hungría, Eslovaquia y la República Checa. Estos países, donde han cobrado mucho peso político sectores de la extrema derecha xenófoba, han rechazado desde el principio la acogida de refugiados y promueven políticas de expulsiones y fronteras “blindadas” aún más duras que las actuales. En cambio, países como Grecia o Italia, que son los que mayor flujo de migrantes reciben de forma directa por encontrarse en las fronteras de Europa con las rutas migratorias, buscan que se mantenga el “sistema de reparto” para poder sacarse de encima más rápidamente a los refugiados.
Más allá de las diferencias entre estos sectores imperialistas, la situación de los migrantes y refugiados en Europa sigue siendo completamente inhumana. Campos de refugiados como en el Moira, en Grecia, están completamente hacinados, con más de 5.000 personas en un predio con capacidad para 1.500, sin condiciones mínimas de salubridad, en medio de un crudo invierno que recién está comenzando. En el Estado español, el gobierno ha encarcelado a cientos de inmigrantes en Archidona, una cárcel en el sur del país, violando toda la legalidad en materia de inmigración y refugiados.
La cumbre estuvo atravesada también por las negociaciones del Brexit, después de haberse pactado las condiciones del “divorcio” entre Bruselas y Theresa May el pasado 8 de diciembre. El gobierno británico ha aceptado finalmente pagar su factura de salida, entre 45.000 y 50.000 millones de Euros, y acepta también que el Tribunal Europeo de Justicia siga teniendo jurisdicción para los ciudadanos europeos que vivan en Reino Unido. Respecto a la frontera con Irlanda, May ha aceptado una frontera que no sea “dura”, lo que en cierto modo “ablanda” de conjunto la separación con la Unión Europea.
En el terreno interno, May ha sufrido esta semana un fuerte golpe político, ya que el Parlamento (con el voto de diputados del partido conservador) ha establecido que cualquier acuerdo final del Brexit deberá pasar primero por ese organismo, algo que May intentaba evitar. Esto abre contradicciones a futuro y debilita aún más a Theresa May, que dirige un gobierno en minoría con pactos inestables y con un su propio partido dividido internamente.
Finalmente, la cumbre también ha sido escenario para que Juncker presentara su proyecto de “más Europa”, con el objetivo de lograr mayor unidad en el terreno económico y bancario. “Arreglemos el tejado de Europa mientras brilla el sol”, escribió en un editorial publicado en varios periódicos europeos este viernes. Hace referencia a intentar aprovechar la buena coyuntura económica europea para prepararse mejor para próximas tormentas que puedan sacudir el continente (y que todos creen que van a venir). La creación de un ministro Europeo de Economía y Finanzas, una mayor unión bancaria y la formación de un Fondo monetario europeo, entre otras medidas, son algunas de las medidas propuestas para apuntalar los mecanismos financieros de la UE de forma más centralizada, algo que debería resolverse en el 2018.
Como conclusión, la imagen que deja este cierre de año en la UE es incierta. Aun cuando varios líderes europeos como Macron o Juncker son la cara más visible de un nuevo “optimismo europeísta” que ambiciona reforzar la unidad comunitaria -tanto en el terreno económico como el militar-, la realidad es que las fracturas de la UE están más abiertas que nunca.
La enorme polarización interna en la mayoría de los países, el crecimiento de formaciones de extrema derecha y la crisis de los partidos tradicionales, el aumento de la desigualdad social y laboral, la crisis migratoria, crisis estatales como la cuestión catalana en el Estado español y las tensiones entre los diferentes estados por quién paga los costos de la Unión, siguen ahí, sin resolverse. A este archipiélago de problemas pendientes deben agregarse las mayores tensiones internacionales con Trump en Estados Unidos, las relaciones con Putin y la persistente penetración económica de China en mercados europeos. Las contradicciones siguen abiertas y la cumbre europea solo ha servido para mostrarlas al mundo. |