Fotografía: Pi Chon
La semana comenzó recargada, de palos, balas de goma y gases lacrimógenos. Además, móviles 0 kilómetro y $ 2.400 millones de pesos para la Gendarmería, otorgados a través de un decreto presidencial el mismo día que esta fuerza saldría a lucirse por el centro porteño para reprimir la movilización convocada por distintas organizaciones sociales y políticas para repudiar la cumbre de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
El martes por la tarde llamó la atención el despliegue de camiones blindados color verde oliva que circularon por el microcentro porteño. Cuadras más abajo los gendarmes descendían de sus móviles para hacerle el “aguante” a la Policía Federal y la de la Ciudad. Juntas reprimieron a manifestantes cuando se desmovilizaban.
El miércoles la ministra de Seguridad Patricia Bullrich, con el apoyo político y económico de Mauricio Macri, volvió a la carga. Envió a cientos de efectivos (de la misma fuerza federal que reprimió a la comunidad mapuche el día en que desapareció Santiago Maldonado), para a impedir que organizaciones sociales llegaran al Congreso de la Nación para hacer una vigilia.
Fueron las órdenes del Gobierno que terminaron de recalentar el mal humor social, un día antes de la sesión parlamentaria que votaría el robo a 17 millones de personas. La contrarreforma previsional podía ser aprobada si contaba con la traición de la burocracia, los favores del PJ y la fuerza de la represión. Contaba con las dos primeras, faltaba ejecutar la última.
Es por eso que la tarde del miércoles blindaron el Congreso con un ejército de gendarmes provistos de armas con cartuchos de gomas, gases lacrimógenos y perros entrenados para reprimir. Esos gases, balas y perros los tiraron contra legisladores: Leonardo Grosso y Victoria Donda. Así culminaba el miércoles.
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El jueves los alrededores del Congreso estaban vallados, militarizado. La expresión no es exagerada, el armamento que contaban las cuatro fuerzas represivas, podríamos decir que sí. O tal vez no, porque a los objetivos del Gobierno, que necesitaba aprobar la contrarreforma previsional y mostrar fuerza y autoridad para hacerlo, los cartuchos de balas de gomas y gases lacrimógenos le eran indispensables. Las cuatro fuerzas federales también.
Esos cartuchos fueron apuntados y disparados cerca de las 13.30, después que diputados del FIT y FpV realizaran una conferencia de prensa donde anunciaron cuál sería su moción una vez que ingresen al recinto. Nicolás del Caño, referente y diputado nacional del PTS-FIT, sostuvo que exigirían que se retire el operativo represivo y que no se podía sesionar en esas condiciones y agregó que “si se hiciera un plebiscito se vería que el 90 % de la población está en contra, por eso tienen que hacer esto”.
El segundo ataque represivo comenzaría a las 14, cuando iniciaba la sesión. Fueron horas de ataques permanentes a los manifestantes y nuevamente contra los legisladores que salieron a reclamar al jefe del operativo que cesara con la represión. El gas pimienta fue dirigido a la cara, a muy corta distancia de la diputada Mayra Mendoza del FpV. Periodistas de medios masivos de comunicación, que portaban sus cámaras fueron alcanzado por balas de gomas, disparadas a corta distancia.
Mauricio Macri y la coalición gobernante creyeron que el triunfo electoral alcanzaba para robarle los escasos ingresos a 17 millones de personas. Creyeron que los halagos y el apoyo de los medios hegemónicos alcanzaban para blindar esta votación, incluso si tenían que llegar al “extremo” de reprimir.
Lo mismo creyeron en agosto y en noviembre, cuando para defender a cualquier costo los intereses de los magnates terratenientes y de los negocios inmobiliarios y turísticos en la Patagonia mandaron a reprimir salvajemente a las comunidades mapuches en Esquel y Bariloche, donde dejaron su vida violentamente Santiago Maldonado y Rafael Nahuel.
Ya en la tarde del jueves, con la represión desatada, los operadores del gobierno le exigieron a los medios que no hablaran de represión y que en cambio hablaran de la violencia de los manifestantes y los legisladores, por supuestos estos últimos los mencionaron con nombre y apellido. Los Kirchneristas y la izquierda.
Esta denuncia la hizo pública, a través de su cuenta de Twitter, Jorge Rial, quien destacó que solo la tapa de los diarios Página|12 y Crónica reflejaron la represión, mientras los otros medios mostraban a los manifestantes tirar piedras.
19 y 20 de Diciembre
Las imágenes del jueves evocaron aquellas de 2001. Ayer y hoy se vieron fuerzas represivas desatadas contra los manifestantes que, si no fuera por las balas y los gases lacrimógenos no retrocedían. En ambos casos la bronca contra las medidas antiobreras es la base del enfrentamiento contra los uniformados.
Las imágenes represivas, el valor de los manifestantes son similares entre una y otra, sin embargo el marco político es distinto.
El 20 de diciembre de 2001 caía Fernando De la Rúa. Lo echó el pueblo movilizado en las calles, transformando a la Plaza de Mayo en un campo de batalla contra las fuerzas de represión que disparaban balas de plomo, que se cobró la vida de más de treinta manifestantes. Fue el precio que pagó el pueblo movilizado para echar a un gobierno antiobrero. El Estado burgués necesitó de estas balas para detener, acallar el reclamo de “que se vayan todos”.
Las jornadas revolucionaria del 2001 dieron impulso a los sectores movilizados que pusieron en pie asambleas populares, emergieron los movimientos piqueteros combativos. Los trabajadores tomaban fábricas: Brukman y Zanon fueron la vanguardia de ese proceso.
Las jornadas del 19 y 20 cambiaron la relación de fuerzas. Legitimaron diferentes formas de lucha del movimiento de masas.
Más allá de que en los doce años de gobierno kirchnerista fuera desviado todo ese proceso de acción directa, pero al no ser derrotado en forma directa, en cada crisis importante reemergen elementos del 2001.
El Gobierno de Cambiemos sabe esto, por eso desplegó más de mil uniformados entre las cuatro fuerzas federales para aplastar las movilizaciones alrededor del Congreso. Fue el intento de quebrar esta relación de fuerzas e imponer contrarreformas a punta de pistola, como señaló el diputado del PTS-FIT, Nicolás del Caño. |