Foto: Trabajadores Socialistas
Vivimos una crisis política generada por los grandes empresarios y sus operadores políticos, nadie se salva. Este escándalo internacional asociado a la corrupción ha venido creciendo como una sombra negra en el país y no tiene cuando acabar. Es decir, lo que vivimos en el país es la expresión del capitalismo en su decadencia, con la corrupción que acompaña como la sombra al cuerpo.
En estos días el Perú ve los entretelones de la corrupción institucional, grandes empresarios nacionales y no sólo de Odebrecht en la cárcel. También vemos implicados a muchos funcionarios y autoridades públicas. Durante el gobierno de Ollanta Humala, Odebrecht tuvo 23 megaproyectos, con Alan García obtuvo 27, con Alejandro Toledo 12 y la dictadura fujimorista superaría a estos tres últimos expresidentes. El actual gobernante PPK, muy activo en las mismas prácticas corruptas, tuvo participación en la concesión de la Interoceánica Sur, cuya pérdida social superaría US$6,000 millones. Hablamos de decenas de millones de dólares en pérdidas al Estado peruano por corrupción y en perjuicio de la mayoría de la población peruana. Un robo gigantesco de las arcas del Estado y una sangría que aún no se detiene.
Es una situación crítica de podredumbre ética y moral que corroe a los representantes políticos y autoridades. Hay quienes buscan enlodarlo todo para justificarse, para alimentar la desesperanza o el cinismo, los grandes medios están detrás de ello. Sectores políticos y agrupaciones asociadas o ligadas a mafias políticas, plantean nuevas elecciones ya, como una varita mágica que solucionaría los graves problemas que atraviesa la institucionalidad política, entre ellos está el fujimorismo y el aprismo. Todo parece indicar que nos vamos a una colisión política y algunos empujan en este sentido sólo como una manera de sacar provecho político, más no para sacar al país adelante. Pero también hay quienes identificándose como izquierda dicen que el “Estado es de todos” y que la “democracia está secuestrada por el poder del dinero” y que es posible salvarlo todo desde adentro, que bastan una simples elecciones y se arreglará todo.
Nosotros creemos que no. El abismo al que nos lleva este estado de cosas nos plantea un reto grande: la oportunidad de refundar el país, de plantear mecanismos de decisión y funcionamiento verdaderamente democráticos. Esta situación nos plantea la posibilidad de postular nuevos representantes políticos desde la base del pueblo pobre y la clase trabajadora, invirtiendo la pirámide social. Creemos que no basta con la separación de poderes, no basta con que PPK se allane a la comisión Lava jato, como tampoco bastará su renuncia o vacancia. Urge un cambio de la actual orientación económica, diseñada para servir al gran capital en detrimento del país y la población. Urge la necesidad de una nueva constitución política planteada desde las necesidades inmediatas e intereses de la gran mayoría trabajadora del país, producto de asambleas de base y la movilización social. Es decir una Constituyente Soberana y con Poder, ejecutiva y legislativa que apunte a nuestra segunda y definitiva independencia.
De no haber un cambio radical en la conducción económica, la deuda pública superará fácilmente el 30% del PBI con este gobierno lobista. Los agentes nacionales e internacionales, que cobran jugosas comisiones cada vez que los gobiernos de turno, como el actual, endeudan a nuestro país, ganan con el desbalance fiscal, y somos los trabajadores los que perderemos. Las deudas no se pagan solas. Seremos los ciudadanos de a pie quienes cargaremos con el lastre de la farra fiscal de Kuczynski. En estas circunstancias los defensores, de izquierda y derecha del régimen, de la institucionalidad democrática, corroída por la corrupción, nos dicen que hay que defenderla y hacen malabares de todo tipo para salvarla.
En realidad los únicos que podrán reorientar y salvar los destinos del país y terminar con la corrupción serán los trabajadores y el pueblo peruano haciendo escuchar su voz desde las calles, sin depositar confianza alguna en las instituciones de esta farsa democrática. De otro modo, la sociedad peruana seguirá moviéndose en un círculo vicioso, con una política económica acompañada de corrupción y manteniendo las demandas de la población trabajadora y demás sectores explotados sin solución. La dirección de la CGTP (Confederación General de Trabajadores del Perú) debe dejar atrás sus cálculos políticos y convocar a una Marcha Nacional. La actual situación amerita: embargo inmediato de las cuentas y propiedades de los funcionarios corruptos, control de los trabajadores sobre las empresas vinculadas a la corrupción, fiscalización de las organizaciones sociales contra la corrupción, aumento de salarios acorde a la canasta básica familiar. Contra los productos bamba (la leche que no es leche, el arroz de plástico, los enlatados con parásitos), comités de madres supervisoras en los barrios. Recuperemos nuestros derechos, alto al alza del costo de vida. ¡Que se vayan todos! |