Se escuchan los gritos y bocinazos. Aquella victoria que se colocó en duda el 19 de noviembre, en medio de la expectación y la incertidumbre, el día de ayer finalmente siguió su curso, y terminó haciéndose cierta. El candidato multimillonario de Chile Vamos, Sebastián Piñera, conseguía arrebatarle la presidencia al periodista y candidato de la Nueva Mayoría (NM), Alejandro Guillier, por un 54,41% de los votos, frente a un 45,49% por parte del senador por Antofagasta.
La euforia se desató por distintos lugares del país, y si bien en las comunas más acaudaladas como Las Condes y Vitacura las pancartas y banderas chilenas aparecían por montones, una densa nube cubría las cabezas, no sólo de la alicaída Nueva Mayoría subsumida en el fracaso, sino también en cientos de miles de chilenos, que ya comienzan a visualizar que un próximo gobierno de Piñera, será una ataque letal y certero a sus derechos y a sus conquistas en todo nivel.
Las comunas y los golpes de derecha
La victoria de la derecha por sobre la Nueva Mayoría fue contundente, donde los casi 3 millones 800 mil votos obtenidos por Piñera, se expresaron con una fuerza importante a través de algunas regiones en particular, donde incluso regiones en que se consiguió un importante resultado para el Frente Amplio (FA) como Valparaíso, hoy abrieron el triunfo al magnate.
Para qué hablar de las regiones al sur del país, donde en casos como el BíoBío, o en La Araucanía donde consiguió un 62,4% de las preferencias, significó no sólo un gran alivio para el empresario, sino convertirse en bastiones clave de la propaganda más reaccionaria de la derecha chilena. Tal tendencia demuestra que el grueso de su política dirigido hacia la criminalización del pueblo mapuche y su eje de seguridad nacional, se materializaron en la amplia ventaja por sobre su contrincante de la NM, tarea en la que la participación del ultraderechista José Antonio Kast, fue sin duda, determinante.
La gran derrota concertacionista
Una de las posibilidades que se barajaron durante esta elección, fue una muy débil votación por parte de la NM, producto de la serie de divisiones que venían atravesado a la coalición oficialista, donde la Democracia Cristiana (DC) se terminó desmoronando.
Y bien cierto se hizo tal suposición tomando en cuenta la lapidaria derrota en las regiones de la zona sur, en las cuales históricamente han contado con una importante participación de la falange, y que hoy termina siendo por lejos, los grandes bastiones electorales de la derecha.
Y aunque el senador por Antofagasta tuvo una muy buena votación en el extranjero, superando al ahora electo presidente Piñera, esto no fue suficiente siquiera para hacer aún más reñida la contienda entre ambos candidatos, que terminó por definirse cerca de las 19:00 hrs.
El envalentonamiento facho y los límites del centro
El triunfo de Piñera, a la vez que muestra la descomposición del principal conglomerado posdictadura expresado en la Concertación –luego Nueva Mayoría- también muestra el envalentonamiento de un sector de la derecha, donde buscando tener un pie en el centro político, producto del tensionamiento proveniente de los movimientos sociales, también sale a reivindicar la herencia más podrida del pinochetismo y la dictadura.
Los bustos de Pinochet, los mensajes anticomunistas y homofóbicos, dan luz de que esta derecha que en un comienzo había sido relegada a ocupar un lugar desde las sombras, cada vez comienza a tener un mayor protagonismo, y donde liderazgos como los de José Antonio Kast, ayuda a la proliferación de esto sectores de ultraderecha.
Sin embargo, si bien vemos que hay un gran margen de acción para la derecha, la votación en primera vuelta, como expresión de la defensa de las reformas, les coloca en un piso bastante frágil, donde su guiño hacia las demandas democráticas como la educación gratuita y el sistema previsional, le colocará a prueba con un importante sector de la población, que desilusionado de la crisis del gobierno de Bachelet, ha sido claro en la necesidad de defender los derechos sociales y sus conquistas. |