La “ópera rock” es una performance cuya virtud es sintetizar la música y el teatro. Siempre fue propiedad exclusiva de las grandes bandas. Militantes del Climax se dio el lujo de romper con eso. “El retorno de G-sus” es un remake de uno de sus primeros espectáculos. El argumento guarda algunas similitudes con “La vida de Brían”, el film realizado por los Monty Python en 1979: la preocupación de un Jesús violento y fanático del vino en caja por la legalización del aborto. “La Virgen María fue violada por el Espíritu Santo, y yo tuve que soportar todas las cargas por eso”. El mensaje es claro: la militancia y la música van de la mano.
Como siempre, “El oráculo” Frank Bersi abrió la noche, pero no el telón, con un monólogo que versaba acerca de la dificultad de los Militantes para convertirse en la banda más famosa del mundo. La única alternativa sería recurrir al truco de marketing más antiguo de la historia: la religión. Una vez que finalizó la introducción, lo teatral le dejó paso a la música. Chinatown Battle fue la canción elegida para comenzar. A diferencia de la versión de estudio, se le dio mayor lugar a lo instrumental por sobre lo vocal. Si bien se trata de una banda que carece de un frontman definido, no por eso se vuelve menos pegajoso. El sonido es prolijo y equilibrado; las canciones suelen ser pegajosas, algo poco común para una banda de funk. Quizás por eso su público las reconoce con extrema facilidad.
Antes de que termine la primera canción se realizó el esperado milagro: la concepción de G-sus. La figura, rodeada de la banda que funcionó como séquito, emergió de una vagina surrealista. Mientras sostenía una caja de vino Toro Viejo, proclamó: “Hoy es mi cumple y se hace lo que yo quiero”. Desde aquel primer acto el aborto fue el tema predominante. Según los datos del Ministerio de Salud, durante el año se practican en el país entre 370 y 522 mil abortos clandestinos y es la principal causa de mortalidad materna en el país. Los más afectados por esta situación son los sectores más humildes. Aún así, los actores hegemónicos continúan poniendo trabas para su legalización.
A medida que avanzaba el espectáculo, y luego de una fugaz entrevista con Mirtha, uno de los míticos personajes encarnado por Frank Bersi, el G-sus reveló al público sus intenciones: secuestrar a la robusta hija del rey Calígula, enemigo de los Militantes, y utilizarla como extorsión para lograr la legalización del aborto. La niña, que por momentos perdía su peluca rubia y ensortijada, estuvo atada a una silla de ruedas durante gran parte del recital, mientras rogaba a los músicos que se sacasen selfies con ella. Un genial y satírico guiño a Antonia Macri, acompañado de una marcada crítica a su utilización como herramienta de marketing.
A lo largo de la noche se escuchó al Abuelo relajado, cumpliendo a la perfección el rol de vocalista y MC (Maestro de Ceremonias). Su voz destacó en canciones como Hit Hot o Diputado. Por otra parte, merece la pena destacar la presencia de Under MC (miembro de las dos renombradas crew B2 y Vasuras) y Alex Heduvan durante El Triple. Su asistencia a los recitales de Militantes ya es casi una tradición.
Al final del último acto un grupo de músicos disfrazados de gendarmes reprimieron al G-sus vengativo. A diferencia de la presentación del 30 de septiembre de este año en Niceto, que también terminó con una escena similar, esta vez no fueron risas sino un silencio sepulcral lo que se escuchó en la sala. La esencia de los acontecimientos de los últimos días, en los que la violencia ejercida por las fuerzas de (in)seguridad se hizo todavía más visible, dejó una marca tan profunda que alcanzó a impregnar de lleno el ambiente artístico. Se trató de un cierre que no podía ser más acertado.