FOTO: Enfoque Rojo
No pocos editoriales y de medios diversos han cargado contra “la izquierda” en los últimos días. La editorial de La voz del Interior: "Violencias contra la democracia"publicada el 26 de diciembre, es parte de ese conglomerado. Aparentemente, tan dicho está todo que “la redacción” de La Voz se cree con derecho a no dar un solo argumento para sustentar la ristra de sentidos comunes que despliega en las 436 palabras que componen la nota.
“Mesianismo”, “paraíso terrestre” “minorías extremas” dan cuenta del simplismo que el editorialista pretende adjudicar a una izquierda que cuenta no sólo con 1,2 millones de votos a nivel nacional; que ha conquistado más de 40 bancas parlamentarias en todo el país y que es parte cotidiana y estrecha de la vida de miles y miles de trabajadores, jóvenes y mujeres que se manifestaron la semana pasada, contra la reforma previsional rechazada por el 75% de la población. Se han escrito centenares de notas sobre el avance de la izquierda, así como sobre los resultados de las encuestas que señalan el repudio mayoritario de la población de nuestro país a la reforma del sistema jubilatorio, cuestiones, ambas y sobre todo esta última, que el editorialista prefiere omitir.
Trataremos entonces de responder a dos de las pocas ideas que defiende un texto cuyo único objetivo es criminalizar, estigmatizar y desacreditar a una fuerza política que se ha convertido en un actor de la escena política nacional, como se pudo observar en las últimas semanas de debate sobre una reforma antipopular en la que actuaron todos los actores de esa “democracia” que el articulista dice defender: ellos fueron quienes unificaron esfuerzos para hacer pasar un ataque fenomenal a los bolsillos de los jubilados y los beneficiarios de la seguridad social. La izquierda estuvo actuando clara y contundentemente en la oposición parlamentaria y social a ese ataque.
La “democracia” y el “estado de derecho” convocados por “la redacción de La Voz”, no dudaron en hacer uso de todo tipo de maniobras violatorias de sus propios reglamentos (como adelantar una semana la sesión del congreso prevista para la votación exprés de la ley previsional), así como dar por tierra con el sacrosanto principio de la “división de poder” que tanto gusta al republicanismo.
El exhibido compromiso de los ejecutivos provinciales para garantizar el voto favorables de lo que dieron en llamar “sus” diputados, no es otra cosa que la subordinación del poder legislativo en la cámara que se pretende directamente representativa de la soberanía popular, para ponerla bajo los zapatos de los gobernadores aliados de Cambiemos en las provincias. Hasta el republicano más respetuoso de las formas debería horrorizarse, pero parece que al editorialista de La Voz, no interesa siquiera ser cabal defensor de su república.
Así, lejos de la supuesta “deshonestidad” de la izquierda que se hace votar para “acceder a un Parlamento que desprecian y al que clausurarían si pudieran”; pero ya que se muestra preocupado ante esta posibilidad, recordamos al editorialista que quienes si clausuraron el Parlamento en nuestro país fueron las mismas botas que en la dictadura permitieron el enriquecimiento de la familia presidencial que pasó de 7 a 47 empresas, que a su vez contaron con el apoyo de 310 intendentes de la UCR, partido integrante de la actual coalición gubernamental.
En esta ocasión, nos limitamos a señalar los límites estrechos en que cabe la voluntad popular bajo esta democracia para ricos, no sólo porque los parlamentos se convierten en meras escribanías del poder ejecutivo de turno, cuando éstos tienen mayoría como sucede en Córdoba. También, en el en caso de no poseer la mayoría parlamentaria como ocurre a nivel nacional con Cambiemos, el verdadero juego “democrático” se supedita a los dictados de quienes se arrogan la propiedad de los votos, los gobernadores que mandaron a aprobar la ley.
Bien lejos de la voluntad popular que estos diputados dicen representar, las calles y las encuestas señalaban que el rechazo a las reformas era casi total. Por eso, como denunció mi compañero Nicolás del Caño en el Congreso, tampoco quisieron dar curso a una consulta popular que dejara “blanco sobre negro” el apoyo real con el que contaba el proyecto de reforma previsional. ¿Acaso eso no es ésta una herramienta prevista por la propia Constitución (a partir de su reforma del ‘94) que defiende el articulista de La voz del interior?
Para despejar las dudas sobre una supuesta “voluntad del pueblo y reclamos de las masas” que la izquierda se arrogaría, propusimos este mecanismo sencillo y básico que saldaría cualquier inquietud. ¿Por qué el editorialista no acompaña esta propuesta sencilla y viable? Simplemente, porque tampoco quiere conocer la voluntad del pueblo que debería defender conforme a su apego al “estado de derecho” y señalar, obrando en consecuencia, qué diputados y senadores están haciendo honor a la “voluntad popular” expresada en las urnas luego de un proceso electoral en que todos los partidos negaron la perspectiva de modificar el sistema previsional.
En definitiva, “la redacción de La Voz” no sólo busca criminalizar a quienes salimos a las calles a repudiar la reforma previsional sino que pretende consumar el despojo a los jubilados negando y silenciando la estafa electoral de quienes asumieron prometiendo que no votarían a favor de una reforma jubilatoria: no sólo nos referimos a Cambiemos; los diputados del PJ cordobés, Llaryora, Vigo y Cassinerio también se candidatearon negando el apoyo a dicho paquete de leyes: el video que circuló en las redes sociales durante esos días, lo confirma.
Como señalan Christian Castillo y Emilio Albamonte en su extensa y fundamentada nota “República versus Democracia o del palacio contra la calle” “Pocas veces el carácter despótico y oligárquico de la democracia capitalista argentina quedó tan al desnudo”. Es a ese rey despojado de su ropaje, que La voz del interior, quiere volver a vestir.
La utilización de todos los mecanismos de coacción del poder ejecutivo y judicial que detallan Albamonte y Castillo, tenía el objetivo de consumar la propuesta del “gobierno de los ricos”: realizar una enorme transferencia de recursos una vez más (y van…) de los bolsillos de los sectores más vulnerables al de los más acaudalados de la pirámide social.
Que los 100 mil millones de quita a los jubilados y beneficiarios de la ANSES sea el equivalente aproximado del “perdón” de los impuestos a las patronales a partir de la reforma tributaria aprobada , habla por sí mismo.
Lejos de propuestas “inviables” de la izquierda que darían cuenta de nuestra nula “vocación de poder”, cuando proponemos invertir la fórmula para que paguen más los que más tienen, sostenemos un diametralmente opuesto punto de vista. En lugar de quitar el dinero de los bolsillos magros de los jubilados, hay que tocar con impuestos a las grandes fortunas.
Si un régimen social como el capitalismo, es capaz de prolongar la expectativa de vida de las personas pero es incapaz de sostener sus condiciones de vida dignas después de decenas de años de trabajo, lo que se demuestra inviable es el mismo sistema.
Parece, sin embargo, que al editorialista de La voz del Interior, esto lo tiene sin cuidado, porque su objetivo está lejos de dar una salida “viable” al problema del sistema previsional (entre otros): sólo busca sumarse al coro que ataca a la izquierda que denunció sistemáticamente este atraco de un gobierno de los ricos y para los ricos.
La cantinela sobre la violencia y la legitimidad de las manifestaciones masivas que repudiaron la reforma previsional los días 14 y 18 de diciembre, pretenden amedrentar a quienes salieron a ocupar las calles frente a la estafa de los que debían “representarlos” en ese rechazo. Llama la atención que quienes se dicen democráticos vayan a buscar su arsenal argumental contra la izquierda a las viejas usinas ideológicas de todas las dictaduras que sembraron la idea del "enemigo interno", “los violentos”, “el terror subversivo”, etc. como justificación de la escalada represiva.
Cuando los trabajadores y el pueblo realizan medidas de acción directa para cambiar el curso de los acontecimientos, es decir, evitar que se apruebe un reforma antipopular por donde se la mire, no necesitan de ninguna izquierda que los interprete: la izquierda anticapitalista del Frente de Izquierda y el PTS, humildemente, busca acompañar esos momentos en que sectores amplísimos de la población sacan conclusiones frente al desfalco y la defraudación de esta democracia para ricos. Por su parte, alienta la perspectiva de que sean esas fuerzas mayoritarias de la sociedad las que lejos de “anular el Parlamento” sin más, pongan en pie formas más perfectas de democracia desde las bases, en la perspectiva de un gobierno de los propios trabajadores, para que las riquezas producidas por la mayoría dejen de ser apropiadas por una minoría de explotadores en su propio beneficio.
En este camino, instamos a que los propios defensores de la Democracia, como el editorialista de La voz del interior, se anime siquiera a llevar hasta el final sus propios principios: ¿o le parece muy inviable que los cargos de quienes defraudan a los votantes sean revocables por sus propios electores? ¿Se animará a pedir que los diputados y senadores que cobran 140 veces una jubilación mínima, reduzcan sus dietas y perciban la remuneración de cualquier trabajador, para acabar con los privilegios de la política? ¿Exigirá, al menos, que se realice una consulta popular, para comprobar que no es un exégeta en las nubes, sino que hay un amplísimo rechazo a la reforma previsional, del que los medios prefieren no hablar?
Pero quizás esto, sea demasiado pedir, y a diferencia de lo que él mismo brinda a sus lectores, necesite algunos argumentos más. |