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9 de enero de 2018 Twitter Faceboock

GLOBOS DE ORO
¿Oprah presidenta?
Celeste Murillo | @rompe_teclas

Sus palabras en la ceremonia de los Globos de Oro la transformaron en la “esperanza feminista” y hasta potencial candidata presidencial para 2020. ¿Qué hay detrás del discurso de Oprah Winfrey?

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El discurso de la popular presentadora y empresaria Oprah Winfrey en la 75º ceremonia de los Globos de Oro conmocionó y provocó una ola de simpatía en las redes sociales. Fans y personalidades la colocaron en el pedestal de “esperanza feminista” y hasta potencial candidata demócrata para desafiar a Donald Trump 2020.

A diferencia de otros años, los discursos feministas estuvieron en el centro de la ceremonia. Desde la alfombra roja, estos Globos de Oro estuvieron teñidos por la iniciativa del colectivo de actrices que acompañaron el movimiento #metoo, #TIMESUP y los discursos por los derechos de las mujeres; igualdad salarial, discriminación y lucha contra el acoso y la violencia.

A tono con un año marcado por el movimiento de mujeres que tuvo variadas expresiones alrededor del mundo, los Globos de Oro 2018 estuvieron signados por discursos como el de Elisabeth Moss que, citando a la escritora Margaret Atwood, dijo, “Fuimos las que no salíamos en los periódicos, estábamos entre líneas, en el espacio en blanco entre las historias (..) Ya no vivimos en los márgenes de las historias, somos las historias, somos las líneas y las escribimos nosotras mismas”.

Oprah: ¿esperanza feminista?

El discurso de Oprah Winfrey fue el momento cúlmine de la ceremonia. La Asociación de la Prensa Extranjera de Hollywood le otorgó el premio Cecil B. de Mille por representar “un ejemplo a seguir para mujeres y jóvenes" y ser “una de las mujeres más influyentes de nuestro tiempo”. Este premio tiene un contenido profundamente político y es elegido para destacar personalidades a tono con el momento. Fue el caso en 2017 de Meryl Streep, un monumento al “feminismo Clinton” y el movimiento anti Trump.

Este año, casi como un acuse de recibo a las críticas a ese feminismo “demasiado blanco”, la elegida fue Oprah, una esfinge de la elite negra que es presentada como un ejemplo de que es posible que la comunidad afroamericana triunfe o, al menos, un sector de ella. La elección de esta figura no puede leerse de forma ingenua, la industria no eligió a cualquier personalidad negra, eligió a una mujer millonaria e influyente.

Su emotivo discurso habló mucho más del momento que la rodea que de ella misma. “En 1982, Sidney [Poitier] recibió el premio Cecil B. DeMille justo aquí en los Globos de Oro y, no en vano, hay niñas viendo cómo me convierto en la primera mujer negra en recibir este mismo galardón”. En sus palabras no faltaron las referencias a las mujeres que no tienen el poder de levantar la voz contra la opresión y la violencia. La historia de Recy Taylor, una mujer negra que en 1944 fue secuestrada y violada por seis hombres blancos que nunca fueron condenados, fue un muestra potente de la impunidad que garantiza esta sociedad para la violencia machista. “Hablar y decir la verdad es la herramienta más poderosa que tenemos todos”, dijo Oprah y se declaró “inspirada y orgullosa por las mujeres que se han sentido empoderadas para hablar de sus experiencias”.

Estas palabras despertaron justa simpatía entre feministas y activistas que, como en nuestro país, discuten y denuncian a diario los discursos misóginos o la ausencia de las demandas de las mujeres en los grandes medios de comunicación.

El momento marcado por el movimiento #metoo hace sentir que “lo importante” está en debate. Sin embargo, todavía es difícil desmontar el silencio que rodea a la violencia cotidiana que llevan sobre sí millones de mujeres, en su mayoría trabajadoras y pobres, en formas más naturalizadas por los medios, el establishment y la propia industria cultural que hoy se escandaliza por acosos y abusos. Porque la opresión y las diferentes formas de violencia que sufre la mayoría son funcionales y necesarias para mantener el dominio de una clase social que vive gracias a la explotación de las jornadas interminables, malas condiciones y bajos salarios de esas mujeres.

Oprah: ¿progresista o vocera de la meritocracia?

Detrás de la emoción que provocó su discurso existe otro que se ha mantenido y afianzado durante los últimos 30 años, a tono con el neoliberalismo, y del que Oprah es vocera. De hecho, uno de los que la presentaba hace algunos meses como la “esperanza de los demócratas” para 2020, se refería a ella, comparándola con Doland Trump, como alguien que había hecho su fortuna de 3 mil millones de dólares “sin controversias. Ella, en sí misma, encarna el sueño americano”. ¿No hay controversias en amasar semejante fortuna en una sociedad con millones de pobres, donde la comunidad negra y las mujeres están sobrerrepresentadas?

El programa de Oprah Winfrey mueve multitudes. Su talk show con historias de vida y su revista O dirigida especialmente a las mujeres están plagados de frases y propuestas para sobrellevar la vida en una sociedad altamente competitiva, alienada y desigual. La revista, “busca ayudar a las mujeres a ver cada experiencia y desafío como una oportunidad de crecer y descubrir lo mejor de sí mismas. Convencer a las mujeres de que el verdadero objetivo es transformarse en quienes quieren ser realmente”, así “se sentirán menos ansiosas emocionalmente y reducirán el burnout”.

La superación personal es marca registrada de Oprah así como su filantropía y empatía con la ansiedad y la precariedad que provocan la vida en la sociedad capitalista actual. A menudo, utiliza su propia historia para mostrar que es posible dejar atrás la pobreza y ser exitosa. Si Oprah pudo, ¿por qué no lo harían sus millones de televidentes? “No se quejen de lo que no tienen. Usen lo que tienen. Hacer menos de lo máximo que se pueden dar es un pecado. Cada uno de nosotros tiene el poder de la grandeza”. Janice Peck, que realizó un estudio del discurso de Oprah (compilado en The New Prophets of Capital), señala que su “empresa [es] un ensamblaje de prácticas ideológicas que ayudan a legitimar un mundo de desigualdad creciente y cada vez con menos posibilidades, al promover y encarnar la configuración de uno mismo compatible con ese mundo” .

En los días posteriores a la ceremonia, se escucharon voces que soñaron con una Oprah argentina y se lamentaron por la pobre actuación de nuestra comunidad artística en denuncias de acoso como la de la actriz Calu Rivero. ¿Sería Oprah la vocera que necesitamos para los derechos de las mujeres?

¿Qué aleja a este discurso “superarse a uno mismo” de la meritocracia que nos inyectan diariamente los ideólogos de la derecha “moderna” en Argentina con la marca de Durán Barba o la filosofía barata de Alejandro Rozitchner? Oprah Winfrey es vocera de una ideología que invita a adaptarse a un mundo cada vez más insoportable, especialmente para las mayorías. Al contrario de las expectativas de transformarlo que pueden sentir muchas y muchos fans Oprah. No por nada, es la elegida para hablarle a millones de mujeres que sospechan con justa impaciencia de la promesa de igualdad de género que esta sociedad solo puede ofrecerle a una minoría.

Ilusorias o reales, las posibilidades de que Oprah sea candidatable dice mucho más de la desesperación del partido Demócrata (que vía un exdirector de la campaña de Obama anunció que la recibiría con los brazos abiertos) y la crisis profunda que ya evidenció el sistema bipartidista en Estados Unidos desde la última elección presidencial en la que resultó electo Donald Trump.

 
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