Para el martes a la tarde está convocada una gran manifestación en el epicentro de aquella revuelta que sorprendió al mundo y que desató el proceso conocido como la primavera árabe.
Las manifestaciones fueron convocadas por el colectivo no en mi nombre, que agrupa a estudiantes y activistas de izquierda, y exigen el cese de la política de austeridad del gobierno y contra la opresión policial.
En la represión de una de esas manifestaciones, celebrada anoche en la ciudad de Tebourba, 40 kilómetros al oeste de la capital tunecina, murió un ciudadano y cinco más resultaron heridos, informó hoy la agencia oficial de noticias local TAP.
La víctima fue un hombre de 55 años, quien falleció en uno de los hospitales de la zona tras haber sido ingresado por una crisis respiratoria.
Aún no hay informes que confirmen los motivos de su muerte, pero sabemos que fue en el marco de la represión a los manifestantes. El forense que examinó el cadáver declaró que "Sufría una crónica falta de aliento y no presentaba síntomas de haber sufrido violencia o de haber sido atropellado". Sin embargo, las versiones que se difundieron a través de internet y apuntaban a que el hombre había sido golpeado y atropellado por un camión de la Policía. Por su parte, el propio ministerio sugiere, que la causa podría haber sido la inhalación de gas lacrimógeno, usado por las fuerzas antidisturbios para dispersar la marcha.
Las protestas en Tebourba fueron similares a las que estallaron el lunes en diferentes partes del país, incluida la localidad de Sidi Bouzid -origen de la revuelta de 2011- después de que se conociera que el Gobierno aprobó una nueva subida de impuestos para el año 2018.
La subida está incluida en los Presupuestos Generales del Estado que el Ejecutivo tunecino ha aprobado bajo las presiones del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM), que le exigen agudos recortes a cambio del crédito concedido en 2016 por valor de unos 2.500 millones de euros.
Siete años después de la llamada "revolución del Jazmín", Túnez está sumergido en una grave crisis económica y social con la cual peligra la continuidad de una de las pocas transiciones política con estabilidad luego de la primavera árabe.
Al alto índice de paro y la extendida corrupción, se han sumado en los últimos años una enorme inflación, una pérdida constante de divisas y un paulatino descenso del valor de la moneda local, que han empobrecido aún más a la población.
Este es otro de los países de la región cuya crisis se profundiza tras seguir las exigencias del FMI, quien ha impuesto el aumento de los impuestos y los cambios en el sistema comercial, y ahora pide al Gobierno bajar el gasto y reformar la Administración Pública, lo que llevará esta año a la perdida de cerca de un millón de puestos de trabajo.
En este contexto, las huelgas y protestas de diversos colectivos se suceden desde hace más de un año, pero en los últimas semanas han comenzado a subir de intensidad.
El principal partido opositor de Túnez ha llamado a continuas protestas contra las medidas de austeridad gubernamentales, un día después de que las grandes manifestaciones hayan tenido una víctima fatal y varias más heridas. Mientras tanto, el primer ministro tunecino, Youssef Chahed, pidió “calma” a raíz de las protestas y dijo que la economía mejoraría este año. |