"El Chapo” de Netflix ha generado un verdadero fenómeno. La necesidad de las nuevas generaciones de saber que pasó en México en los últimos 10 años con la llamada "guerra contra el narcotráfico" generó un verdadero “boom” de la serie.
Ya es común el consumo de la cultura del narco. Música, series, películas han banalizado los sucesos más crueles que sucedieron en el país. De la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa a la aprobación de la Ley de Seguridad Interior lo que está claro es que el estado mexicano está asociado con el narcotráfico hasta la médula.
“El Chapo” sorprende. Creada por Silvana Aguirre Zegarra y Carlos Contreras, y producida por Daniel Posada decidió en su segunda temporada mostrar el desgarramiento de la “guerra contra el narco” y llega a denunciar la responsabilidad del gobierno mexicano en la militarización del país.
Pero lo más interesante de la serie es la presencia en algunos capítulos del movimiento civil en búsqueda de los desaparecidos. En esta segunda entrega en su capítulo 8 se realiza una ficción de la verdadera heroína de la narcoguerra en Ciudad Juárez, Chihuahua: Luz María Dávila.
A diferencia de la primera temporada en la que nos quieren mostrar un narcotraficante emprendedor y que nos obliga a ser empáticos con el crimen organizado, esta segunda temporada muestra la forma sanguinaria y brutal de la asociación entre el Estado y los grupos del narco. En esta aparente guerra de los narcos y el Estado mexicano ganan millones, mientras el pueblo pobre pone los muertos.
Luz María Dávila es el nombre de aquella heroína que enfrentó a Felipe Calderón en medio de la fiesta de sangre de la guerra. Si bien en la serie se hace ficción de la historia es evidente que se trata de la historia de Luz María. Ella en 2010 enfrentó a Calderón y le dijo “usted no es bienvenido”, constituyó el inicio del movimiento contra la guerra contra el narco.
El 31 de enero de 2010 en Ciudad Júarez se desató una de las más crueles masacres. Villas de Salvarcar nos recuerda que los jóvenes son un sector que la pasa muy mal en la guerra. Luz María irrumpió en un acto oficial y dijo al presidente ”le apuesto a que si hubiera sido uno de sus hijos, usted se habría metido hasta debajo de las piedras y hubiera buscado al asesino; pero como no tengo los recursos, no lo puedo buscar.”
La masacre fue en un fiesta de cumpleaños, eran unos niños que tomaban aguas de sabor. Ni una gota de alcohol había en el lugar. Un grupo paramilitar los ejecutó a todos. Felipe Calderón declaró al día siguiente “seguro en algo andaban”, criminalizando a las víctimas de aquella masacre que conmovió a todo el país.
Terregoso y seco, a veces desértico pero lleno de obreros de la maquila, Villas de Salvarcar desde entonces se convirtió en un referente de organización contra la guerra en la fronteriza Ciudad Juárez. De ahí que, aunque Luz María Dávila es la verdadera heroína de la segunda temporada de “El Chapo” uno se queda con el deseo de alguna serie que cuente la verdadera historia de quienes comenzaron a luchar por la vida en un país en ruinas por la militarización. |