Más de cien años han pasado desde la primera vez que las mujeres feministas se reunieron en Yucatán, eran tiempo difíciles, en esa época ni siquiera se había conquistado el derecho al voto.
Era un momento sumamente conservador para las mujeres. Era mal visto que viajaran sin la compañía de un hombre. Sin embargo, a las más de seiscientas asistentes el conservadurismo de la época no les impidió realizar un recorrido tan largo para asistir y discutir por sus derechos al sureste del país.
Fue un congreso importante, más lejos de la realidad de miles de mujeres de aquella época, de las mujeres que con fusil en mano dejaron el ámbito privado para unirse a la revolución, para pelear contra los vestigios de la dictadura porfirista, contra los terratenientes.
El congreso se realizó del 13 al 16 de enero, en el teatro José Peón Contreras, un lugar construido durante el porfiriato para que las familias acaudaladas asistieran a eventos de ópera y diversos espectáculos artísticos. Las organizadoras y participantes fueron, en su mayoría, profesoras y mujeres letradas. La convocatoria fue lanzada en el periódico La voz de la revolución (afín al gobierno de Salvador Alvarado) con la siguiente invitación:
“Se convoca a todas las mujeres honradas de Yucatán y foráneas, que posean cuando menos conocimientos de educación primaria, al Primer Congreso Feminista de Yucatán, el cual tendrá verificativo el 13 de enero de 1916, en el teatro Peón Contreras de la ciudad de Mérida”.
Esta clara acotación “de honradas y letradas” impidió que cientos de mujeres indígenas pobres, trabajadoras en condiciones de semiesclavitud de las haciendas henequeneras, pudieran asistir. En esa épica, el analfabetismo femenino era sumamente alto. Las únicas mujeres que accedían a la educación eran las hijas de los dueños de las grandes haciendas, hijas de políticos, hijas de los que tenían una solvencia económica para educarlas.
La docencia fue una de los primeros caminos a emprender para estas mujeres, quienes decidían estudiar y trabajar de una manera independiente, es decir lejos del yugo de los negocios familiares. Algunas de ellas formaron el comité organizador del primer encuentro feminista mexicano. Algunos nombres a mencionar son los de: Rita Cetina, directora del Liceo Siempreviva, quien a su vez dirigía la revista homónima, las maestras Consuelo Zavala y Dominga Canto, todas ellas inmiscuidas en la vida política de la época.
Las organizadoras y asistentes no estaban aisladas del mundo de la política, en su mayoría concordaban con las posiciones políticas de Alvarado. La historiadora Anna Macías cuenta que el gobernador todo el tiempo monitoreó el encuentro y si bien no pudo asistir controló las deliberaciones, para él la más importante era el voto femenino, no conquistado en ese tiempo.
Los temas más discutidos en el congreso fueron la educación de las mujeres y el voto femenino. En el primer tema hubo unanimidad, no obstante el segundo causó polémica y muchas votaron en contra de esta resolución argumentando que no estaban preparadas para ejercerlo.
El tema más controversial que causó la escisión entre conservadoras y liberales fue el de la sexualidad femenina y el divorcio, Hermila Galindo con su escrito “La mujer del porvenir” fue la punta de lanza para dividir al congreso en posiciones irreconciliables. Las resoluciones de ese congreso quedaron diluidas, el acuerdo que todas impulsaron fue el de la educación femenina.
Los intereses políticos de Salvador Alvarado estaban inmiscuidos en ese congreso, por ello facilitó todos los medios para que las asistentes llegaran sin ningún inconveniente. Si las mujeres hubieran decidido, como resolución del congreso, luchar por su derecho al voto, según él, habría tenido un porcentaje de votantes asegurado para elegirlo como gobernador y, posteriormente, presidente. Situación que no aconteció.
Este congreso marcó una pauta importante para la lucha de las mujeres, como es la educación laica, la educación sexual, los derechos políticos y la importancia de la organización.
Es importante mencionar que entre los años 1991 y 2009 existió un vació al no realizarse ningún encuentro feminista en México.
A partir del 2010 se retoma y se realiza cada año en distintas regiones del país. No obstante las grandes ausentes en todos los encuentros son las mujeres trabajadoras, pobres, indígenas, precarizadas, amas de casa quienes no cuentan con los recursos económicos suficientes para costearse entrada, pasaje, comida y hospedaje de algún encuentro. Es fundamental garantizar la asistencia de toda mujer que quiera participar, garantizar el hospedaje (como las yucatecas lo hicieron entonces al convertir sus escuelas en hoteles) y que la distancia no sea un obstáculo para ninguna.
A más de cien años de haberse realizado, la opresión y la explotación de las mujeres aún continúa.
Se hace de carácter urgente levantar un amplio movimiento de mujeres para encarar las terribles cifras del feminicidio, el acoso sexual, el trabajo precario, las dobles jornadas laboras, el derecho a una educación sexual.
La voz militante de una organización de mujeres trabajadoras y estudiantes, independiente de los partidos políticos del régimen y sus instituciones es cada vez más urgente. |