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En el clásico (o "Derby") madrileño, el Atlético superó al Real, tras empatar ayer por 2 a 2 (dos goles del "Niño" Torres en su regreso al cuadro "colchonero") y haber ganado 2 a 0 en la ida. Mientras observamos el desarrollo del partido, por cuartos de final de la Copa de Rey, reflexionamos lo siguiente:
Es la primer "Copa del Rey" que se juega con Juan Carlos de Borbón regando el jardín de su casa, pues por una serie de escándalos que involucraron a la familia real, se vio en la necesidad de abdicar para descomprimir la situación. La institución monárquica está siendo cada vez más cuestionada en el Estado Español. Si la "Copa del Rey" es el símil de nuestra Copa Argentina, la Copa Italia o la FA Cup inglesa, por poner algunos ejemplos; es decir, una copa que disputan equipos de todo el país de las distintas categorías, ya sería hora de que pasara a denominarse "Copa de España", o aun mejor, "Copa del Estado Español". Sería un lindo primer paso (simbólico) hacia la erradicación de la monarquía de una buena vez ¿No?
En Madrid, el equipo que le rinde pleitesía a la institución monárquica es precisamente el "Real", el equipo Merengue, que lleva una corona en su escudo. Frente al "Aleti", difícil mantenerse neutral: realmente es más simpático ver ganar al cuadro que no ostenta ningún símbolo real.
El Madrid era el equipo del dictador Francisco Franco; no por casualidad la barra brava -llamados los "ultras" en el Estado Español- del Real es abiertamente fascista y exhibe símbolos derechistas en sus estandartes.
Independientemente de su buen fútbol (en este momento es uno de los mejores equipos del mundo, sin dudas), de sus grandes jugadores, de figuras como Cristiano Ronaldo de quien destacamos importantes actitudes solidarias hacia el pueblo palestino, o de entender que haya jóvenes que admiren sus triunfos y luzcan su casaca por eso, desde la sección deportiva de La Izquierda Diario (o al menos una parte de la misma) confesamos: disfrutamos de la caída del Real Madrid aun mas que el golazo (el segundo) del "Niño" Torres. No pretendan imparcialidad de nuestra parte. |