La “renovación peronista” surgió como una corriente heterogénea dentro del Partido Justicialista (PJ) para superar la dura crisis electoral del 83 donde fue derrotado por el radical Alfonsín. Podemos enmarcar su existencia entre los años 1984-1988.
¿Por qué el PJ perdió las elecciones en 1983 con la UCR?
Después de la derrota de la guerra de Malvinas, para que no hubiera una caída abrupta de los militares los partidos conformados en la Multipartidaria conformaron una transición pactada con la dictadura cívico-militar (hasta las elecciones de octubre de 1983). Así sostuvieron al genocida Bignone y, a su vez, le dieron un año a sus partidos para recomponerse debido a su participación en la dictadura.
Tanto la UCR como el PJ y partidos provinciales habían ocupando cargos de intendentes, jueces (algunos de los que continúan), cooperando a través de sus sindicalistas en la persecución, desaparición y asesinato de activistas, militantes o simples sospechosos. Pero el último gobierno antes del golpe fue peronista y su estructura no le permitió renovar relativamente su cara como lo hizo la UCR.
El mayor dirigente del radicalismo Balbín llamó en los 70 al Ejército a combatir “la guerrilla fabril”. Además de esta ala más colaboracionista, la UCR ya contaba con la corriente interna “Renovación y Cambio” fundada en 1972 y liderada por el exbalbinista Raúl Alfonsín, con un perfil más socialdemócrata y que dirigía la agrupación universitaria Franja Morada. Aunque fue presidente del Comité de la provincia de Buenos Aires durante la dictadura, se diferenciaba del ala de Balbín.
El Movimiento de Renovación y Cambio –y su sub sector más dinámico la Junta Coordinadora Nacional- se benefició del perfil pro Derechos Humanos de Alfonsín como fundador de la APDH en 1975 y del escepticismo y pacifismo que dejó la derrota de la guerra de Malvinas (de la que dijo que fue un “carro atmosférico). Recibieron la adhesión masiva de los simpatizantes del radicalismo, desplazando lo que quedaba de la Línea Nacional (Balbín murió en 1981).
Así se impusieron en las elecciones internas para cargos partidarios en las distintas provincias, ganó el Comité Nacional cuya presidencia fue ocupada por Alfonsín. Más tarde con el apoyo de sectores de la Línea Nacional, obtuvo la designación como candidato a presidente, ganando con el eslogan “con la democracia se cura, se come, se educa”.
El problema del PJ fue que, aunque la dictadura cortó gran parte de la memoria histórica de lo vivido en los 70, esencialmente no se pudo desembarazar del recuerdo del tercer gobierno de Perón con Isabelita, la Triple A, López Rega, las traiciones de la burocracia sindical y el “Rodrigazo”. La clase obrera no pudo terminar de hacer su experiencia con el que consideraba “su partido” debido al golpe militar y a la falta de un partido revolucionario que la ayudara a ir hasta el final. Pero el sabor amargo de los 70 quedó en un sector de la población (1).
Elecciones 1983: Herminio Iglesias, Luder, Ubaldini, Cafiero y Bittel
Dentro del peronismo comenzó a desarrollarse una discusión interna para tratar de borrar esta imagen que seguía representada en la presidencia del partido de Isabel Martínez de Perón, a pesar de que hacía años residía en España. Hasta ese momento su presidencia seguía siendo apoyada por sectores ultraverticalistas como el gobernador de La Rioja Carlos Menem. Vicente Saadi, el gobernador de Catamarca, también configuró una línea interna llamada Intransigencia y Movilización y fue vicepresidente junto a Isabelita del PJ.
Cafiero fundó la corriente interna Movimiento Unidad, Solidaridad y Organización (MUSO) para pelear la candidatura presidencial, planteando que el PJ debía tener un perfil más democrático e institucional. Pero fue derrotado por la fórmula ortodoxa Luder-Bittel, que a su vez fueron derrotados por Alfonsín no sólo en la elección nacional sino en la provincia más estratégica del país, Buenos Aires (antiguo bastión peronista).
Los sindicatos también estaban divididos entre ortodoxos y renovadores. Los ortodoxos habían estado ligados a la dictadura militar. La ola democrática de 1983 también tendrá su correlato en las “normalizaciones sindicales” a través de elecciones, donde se expresará un profundo odio antiburocrático. Los que canalizaron este sentimiento fueron “los 25”, que realizaron el primer paro contra la dictadura (abril de 1979) y que tuvo continuidad en la CGT Brasil cuyo secretario general fue Saúl Ubaldini desde 1980, junto a las “62 organizaciones” y Lorenzo Miguel.
Ubaldini y Lorenzo Miguel
Comienza a despuntar la Renovación peronista
Los llamados “mariscales de la derrota” de las elecciones de 1983 seguían manteniendo el control del aparato del PJ.
En abril de 1984 un sector disidente de la conducción oficial se puso en marcha en la provincia de Buenos Aires con la consigna de forzar elecciones internas con el voto directo de los afiliados para designar dirigentes y los candidatos peronistas.
Primera huelga general al gobierno de Alfonsín
El enfrentamiento entre los disidentes y la conducción oficial hizo crisis en diciembre de ese año durante el Congreso Nacional Justicialista en el Teatro Odeón de la ciudad de Buenos Aires. Los disidentes reunieron un nuevo congreso en la ciudad santiagueña de Río Hondo donde se expresaron tres corrientes. Dos de ellas plantearon la necesidad de realizar la unidad del peronismo con el sector Odeón: una proponía una “renovación concertada” (Luder y Grosso) y, otra, la de los caudillos provinciales, pretendían recuperar la influencia y las atribuciones de las que habían sido despojados en el Odeón. Una tercera línea, que había tenido peso al principio del Congreso de Río Hondo fue quedando aislada (Oraldo Britos, Roberto García, y José De la Sota).
La “Renovación peronista” comenzó a preparase para disputar la dirección del PJ a través de las elecciones de 1985: Cafiero, Bittel, Grosso (en Capital), Menem (La Rioja).
Cafiero, Menem y Grosso
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Las legislativas de 1985 y el Plan Austral
En julio de 1985 se realiza el Congreso Nacional de La Pampa donde volvió a la carga la conducción ortodoxa y provocó una dispersión de las corrientes críticas. Pero las legislativas de noviembre de 1985 sirvieron para desafiar nuevamente a “los dinosaurios”. En la provincia de Buenos Aires, Herminio Iglesias (el que quemó un ataúd con la bandera radical en las elecciones del 83) impidió nuevamente las elecciones internas de candidatos presentando al PJ como FREJULI. Cafiero decide romper y presentarse por fuera del Justicialismo con el FREJUDEPA (Frente de la Justicia, la Democracia y la Participación) en una alianza electoral con el Partido Popular de alcance provincial y la Democracia Cristiana, por entonces bajo la dirección del católico Carlos Auyero. Cafiero es electo como diputado nacional hasta 1987.
Con el triunfo de Cafiero y de Carlos Grosso en la Capital los renovadores rompen la alianza con el candidato de “las 62” Julián Licastro. El frente de Cafiero no logró imponerse en la elección general, pero la ventaja que obtuvo sobre Herminio Iglesias lo catapultó al centro de la escena política como la principal figura de la renovación. Junto a él, también como triunfadores en sus respectivos distritos aparecían Carlos Grosso y Carlos Menem que en diciembre de ese año constituyeron una conducción nacional del “Frente Renovador Justicialista” y dieron a conocer el documento fundacional de la corriente que llevaba por título: “La Renovación Peronista. Un proyecto y una voluntad para transformar la Argentina”.
Su desafío era lograr el control del partido e instalar un mensaje institucionalista que lo pusiera en condiciones de disputar con eficacia el monopolio del ideario democrático que había levantado el alfonsinismo y ofrecerse como una alternativa creíble. La Renovación sumará a la conducción a José Luis Manzano (diputado por Mendoza y presidente de la bancada renovadora), a José Manuel De la Sota (Córdoba) Oraldo Britos (San Luis) y Roberto García, secretario general de “los 25”.
El triunfo de Cafiero en la provincia de Buenos Aires en 1987
En junio de 1985 Alfonsín, impulsado por el FMI, larga el Plan Austral. El ministro de economía Sourrouille lanzó una "política de shock" creando el Austral que sacaba tres ceros al Peso Argentino, como forma de detener la inflación en base a congelar tarifas, precios y salarios. Aunque paró la inflación en lo inmediato ya en 1986 se empezaron a reflejar las contradicciones del plan que terminaría en una gran crisis económica.
La CGT Brasil y la Azopardo se unificaron en 1984 bajo la conducción conjunta de Ubaldini y los colaboracionistas como Jorge Triaca (padre), Osvaldo Borda y Ramón Baldassini). Frente al Plan Austral presentaron un programa de 26 puntos alternativos a la política económica de Alfonsín entre los que estaban la moratoria de la deuda externa, recuperación del salario y a otorgar créditos para los industriales e incentivos a los productores agrícolas. Es decir, un programa policlasista.
Ubaldini fue electo secretario general de la CGT en 1986. El 21 de enero de ese año llama a un paro por los “26 puntos” más un aumento de 30% salarial. Fue ampliamente apoyado incluso por sectores empresarios y de la Iglesia.
Juan Pablo II viajó entre el 6 y 12 de abril de 1987. Ubaldini “Cuando en 1987 llega por segunda vez el Papa a Argentina, la CGT y el Episcopado organizan un acto en el Mercado Central. (...) ’siendo la CGT la gran agrupación ‘no marxista’ de América Latina, con óptimas relaciones con la Iglesia, se puso mucha atención para que no hubiese infiltraciones rojas en el acto. Saúl Ubaldini pidió que los trabajadores llevasen ante el Papa sólo banderas vaticanas y argentinas. Nada de pancartas ni protestas’”. (“El papa Francisco y la historia de la Vati-CGT”, Lucho Aguilar, 13/9/2016)
En la Semana Santa del 87 (16 al 19 de abril), tanto Cafiero como Ubaldini mostraron su colaboración con la gobernabilidad en un momento de gran crisis de Alfonsín, subiendo al balcón de la Casa Rosada para apoyar la negociación con los carapintadas liderados por Aldo Rico (con la excusa que estaba en peligro la democracia). Alfonsín dijo “la casa está en orden” después de haberle otorgado secretamente a los militares la “obediencia debida” para salvar a muchos de los juicios por genocidio que era la verdadera razón del levantamiento.
Cafiero también era un hombre muy relacionado con el Vaticano (2). Ubaldini y Cafiero eran las variantes opositoras desde lo sindical y lo político. Con el trasfondo de la crisis económica, el fracaso del Plan Austral y la decepción de lo ocurrido en Semana Santa, el 6 de septiembre de 1987 Cafiero derrotará al representante de la UCR en la provincia de Buenos Aires. Ganó la mayoría en Diputados (ya la tenían en el Senado).
Cafiero asume la gobernación de la provincia de Buenos Aires
El congreso de 1988, el fin de los renovadores y el avance del menemismo
En el 88, la Argentina no pagó la deuda externa y acentúo su estado crítico: recesión, inflación, bajos salarios y desocupación. La gravedad de la crisis económica condujo a la fuga masiva de capitales, la devaluación del peso y una gran hiperinflación. Renuncia el ministro de economía Sourrouille y asume Juan Carlos Pugliese, seguido por Jesús Rodríguez, lanzando en agosto de 1988 el “Plan Primavera”. La continuidad de la crisis, los cortes de luz generalizados que afectaron la vida cotidiana y la actividad industrial, aumentaron el malestar de los trabajadores.
Cafiero asumió la presidencia del Consejo Nacional Justicialista en enero de 1988. Su triunfo en Buenos Aires entreveía una eventual victoria en las presidenciales del 89. Estaba en su momento cumbre. Pero Memen, tomando la lógica de la unidad, buscaba acordar y encontrar caminos de encuentro con los “ortodoxos” derrotados.
Compitieron por la fórmula electoral a presidente de la Nación la fórmula Antonio Cafiero-José Manuel De la Sota contra Carlos Menem-Eduardo Duhalde, la que resultó triunfante.
“En efecto, solo después de los resultados pudo verse que el cafierismo había pagado su precio por aparecer en sociedad política con el alfonsinismo, cuyo prestigio no había hecho sino mermar desde 1987 (...) que el proyecto de un peronismo ordenado en torno a definiciones ideológico-políticas atraía más a los militantes y a los sectores medios que a los sectores populares; que éstos se reconocían más en el discurso milagrero del Menem de entonces, que asumió la figura de quien no pertenecía al sistema político y llegaba para luchar en nombre de un peronismo plebeyo contra un peronismo de saco y corbata” (María Teresa Brachetta, “La Renovación Peronista. Promesa y decepción del peronismo en los 80”).
El 14 de mayo se realizan las elecciones presidenciales donde se presentaron Menem-Duhalde (PJ), Angeloz-Casella (UCR) y Alsogaray-Natale (UCD). También se presentó Izquierda Unida (MAS-PC-Democracia Cristiana) donde Zamora entró como diputado.
La fórmula Menem-Duhalde
Boleta de la elección presidencial de 1989
En ese mismo mes la hiperinflación se disparó. Se produjeron saqueos a supermercados durante mayo y junio que comenzaron en Rosario y se extendieron al Gran Buenos Aires y la Gran Córdoba. Alfonsín decretó el Estado de sitio y fue el responsable del asesinato de 14 personas por las fuerzas represivas. Terminó pidiendo el adelanto de entrega de mando presidencial a Menem al 8 de julio.
Menem, que había prometido “salariazos” terminó imponiendo el plan neoliberal imperante a nivel mundial, vendiendo a capitales extranjeros las principales empresas estatales, endeudando fuertemente al país, despidiendo miles de trabajadores. Hay que tener en cuenta el contexto internacional, en el que desde 1981 venía avanzando el neoliberalismo de la mano de Reagan-Thatcher y Juan Pablo II. Y que esta derrota para los trabajadores se va a profundizar en el 89 con el comienzo de la restauración capitalista en los Estados obreros del Este.
En los 90 Ubaldini (que había llamado a votar a Menem) se acercó a Hugo Moyano con el que terminarían formando el Movimiento de Trabajadores Argentinos (MTA). Pero su rol fue impedir que la lucha contra las privatizaciones se convirtiera en una lucha unificada contra la política de Menem. Durante las grandes marchas de estatales, ferroviarios, telefónicos se negó a convocar un paro general para esperar un “momento oportuno” que nunca llegó. Ayudando de esta forma a la ola de despidos y privatizaciones de los 90 y el plan neoliberal menemista.
El Movimiento al Socialismo (MAS), y sus distintos frentes, era el partido de izquierda más conocido durante los 80 y 90. Parte de su fracaso fue hacer seguidismo al ubaldinismo y no formar una corriente independiente que hiciera fracciones en los sindicatos para pelear su dirección para enfrentar el plan de privatizaciones que ya había empezado con Alfonsín. Al mismo tiempo en lo político, cedieron a la democracia burguesa impuesta por el pacto de transición de la dictadura por partidos como el PJ, la UCR, el PI e incluso el PC. Con estos últimos harían frentes que no servían para ganar a los trabajadores -que podían estar en crisis con el peronismo- para la independencia de clases y peor aún, mientras comenzaban procesos contra el estalinismo en la URSS que podían desembocar en procesos revolucionarios.
¿Puede haber una renovación hoy?
Hoy el peronismo tiene nuevamente un fuerte debate interno. Se habla de "renovación", aunque no parece fácil comparar este momento con aquel proceso que lideró Don Antonio.
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No es comparable la crisis económica del gobierno de Alfonsín con la que por ahora atraviesa Macri (mucho menor), aunque desde el punto de vista político, no parece haber figuras como en los 80 que, aunque no era nuevas, puedan liderar la “unidad del peronismo”. En realidad tanto en los 80 como en la actualidad no había “renovación” en el sentido estricto del término. Los peronistas que la propusieron en los 80 eran viejos dirigentes con oscuras historias como Cafiero que fue parte del gobierno de Isabelita. Ahora, junto al presidente del PJ Menéndez se encuentran viejos conocidos como Gioja y Scioli, Capitanich, Urtubey, que incluso están pensando si “renovarse” sin Cristina.
Acto en 2016 por una "Segunda Renovación Peronista" con Gioja, Insfrán, Magario, Insaurralde, Solá
La situación exige una oposición al gobierno de Macri, ¿Surgirá del PJ? ¿De una alianza de Pichetto con Massa? Aunque ambos le votaron la mayoría de las leyes a Macri. ¿Puede liderarla CFK sola? Y ¿qué relación tendría con los sindicatos? No hay una CGT “renovada” y unificada como la que lideraba Ubaldini. El proyecto de una nueva MTA con Pablo Moyano, las CTA y Palazzo parece haberse abortado rápidamente. ¿Algún sector de los que vienen traicionando con la tregua a Macri a cambio de beneficios pero que ahora se ve perseguido por las denuncias de corrupción del gobierno pasará a la oposición?
Lo que es seguro es que ahora existe el FIT, que además de tener una mayor influencia electoral, más cargos en el Congreso y en la Legislatura que el MAS (que solo llegó a conseguir un diputado nacional, una diputada provincial en Buenos Aires y un concejal en Rosario), influye en sectores de trabajadores que se pueden convertir en la vanguardia del enfrentamiento a los planes de ajuste de Macri, en dirigentes que se preparen para barrer a la burocracia de los sindicatos, en luchadores por la independencia de clase de los partidos patronales y en los sindicatos. Más allá de las posibilidades que tiene el peronismo para resolver su crisis, los revolucionarios nos tenemos que preparar para ayudar a los trabajadores a hacer su experiencia hasta el final como un puente para que el gobierno termine en sus manos.
Notas:
1. Tras la convocatoria a elecciones del Presidente Lanusse para marzo de 1973 (y proscripta la candidatura de Perón por los militares), un sector del sindicalismo encabezado por Lorenzo Miguel y Rucci, impulsó la candidatura de Cafiero a presidente por el justicialismo. Pero Perón se definió por Héctor Cámpora, viendo que Cafiero aparecía muy ligado a los militares. En 1973 fue nombrado Presidente de la Caja Nacional de Ahorro y Seguro. Fue más tarde Secretario de Comercio de la Nación. Durante la presidencia de Isabel Perón, fue Interventor Federal de la Provincia de Mendoza entre agosto de 1974 y mayo de 1975, Ministro de Economía de la Nación (1975 - 1976).
2. Tanto Cafiero como Ubaldini tenía estrechas relaciones con la Iglesia. Cafiero en su juventud formó parte de la Acción Católica y siempre confesó su fervor por el catolicismo y había sido designado embajador ante la Santa Sede durante la presidencia de Isabel Perón, aunque por poco tiempo debido al golpe militar de 1976. Cafiero estaba bien visto por Roma. Ante su muerte el papa Francisco rezó por él expresando su cercanía con la familia Cafiero.
Fuentes:
María Teresa Brachetta, “La Renovación Peronista. Promesa y decepción del peronismo en los 80”.
Martina Garategaray, “Entre Perón y Alfonsín: Notas sobre la Renovación peronista (1983-1988)”.
Lucho Aguilar, “El papa Francisco y la historia de la Vati-CGT”, LID, 13/9/2016 |