La Literatura en cuanto expresión artística de un pueblo, es un fenómeno cultural, que da cuenta de un contexto de producción, generado por la influencia de diversos factores y elementos extralingüísticos, que posibilitan la creación de la obra literaria, tales como: circunstancias sociales y políticas, ideas dominantes, mentalidades, sistemas de creencias, tendencias estéticas y la tradición literaria precedente .
En este sentido, la historia de la literatura chilena, reconoce en su ADN, la impronta de distintos procesos históricos y políticos, determinantes en el rol del escritor y la función de la literatura en un momento específico. Ejemplos de ello, los encontramos en la literatura colonial del siglo XVI, nacida durante el período de la conquista y la colonia de Chile por España, y que manifestaba, mediante la labor de los cronistas, el complejo proceso social e histórico vivido en las colonias.
Y avanzando en los siglos, la generación Literaria de 1970, denominada, también generación “NN“, marcada por el signo de la represión militar, el exilio y la marginación cultural, en su gran mayoría, autores, que iniciaron su carrera poética, en centros de detención, como el Estadio Nacional, cárcel de Valparaíso y en los campos de concentración de Dawson y Chacabuco. Entre los exponentes de este grupo, sobresalen Jorge Montealegre, Eduardo Llanos, Aristóteles España, Raúl Zurita, Tomás Harris, Teresa Calderón y Elvira Hernández, entre otros.
Sin duda, nuestra literatura, en las últimas décadas de su evolución, exhibe las consecuencias de la violenta irrupción del Golpe de Estado del año 1973. Y en la actualidad vive, un período sin analizar aún, de larga y compleja transición a la democracia, en el que ejercieron el poder, distintos gobiernos, de coaliciones programáticas como “ la Concertación” o la “ Nueva Mayoría”, todos con un sesgo de centro izquierda, que ha culminado, durante las recientes elecciones de nuestro país, con una segunda vuelta electoral, el 17 de Diciembre de 2017 , arrojando un triunfo arrollador para la derecha, no visto, desde hace mucho tiempo en la historia republicana, a lo que se agrega, el posicionamiento de una nueva fuerza política en el espectro electoral: el Frente Amplio.
Desde un ánimo de contribución, con el objetivo, de propiciar temáticas de discusión y análisis sobre el nuevo escenario político nacional y el rol del escritor, Taller Literario GREDAZUL, durante la tarde del martes 9 de enero realizó un Conversatorio maratónico e interdisciplinario, en la Casa del Escritor, patrocinado por la directora SECH, Malú Ortega y su Taller, MV Sergio Bueno Venegas, que contó con la presencia de distinguidos expositores como: Don Fernando García Díaz, Abogado, Académico, Magister en Derecho Penal; Camilo Lefort, Abogado, poeta, Encargado político del regional metropolitano del Movimiento Autonomista y Javiera Márquez, Periodista, Editora, de “ La Izquierda Diario”.
Las tesis a desarrollar, respectivamente fueron: Causas de la derrota electoral de la izquierda; el Rol del Frente Amplio y políticas de cultura; el Rol de los medios de comunicación social y su articulación con la cultura.
El Conversatorio: “Literatura y Política”, fue conducido por el Periodista y Poeta, Felipe Rodríguez Medina y la Profesora de Literatura, Abogada y Escritora, Carla Andrea Zapata. Tuvo la presencia del fundador del Taller GREDAZUL, Carlos Mellado Molina y en él intervinieron connotados poetas del colectivo: Rodrigo Arenas, Cecilia Arettio, Juan Cartagena Madariaga (Director), Andrea Campos, Eugenia Contreras, Daniel Riemberg y Nilo Sagredo. Acompañaron, desde la música y el teatro, respectivamente: Igor Mellado y Felipe Arancibia.
La Casa del Escritor, en esta oportunidad, recibió un importante público interesado en el tema y se llenó por varias horas, de teatro, música y poesía. Incorporamos a continuación, una breve selección de autores, del colectivo interdisciplinario, TALLER LITERARIO GREDAZUL, que esperamos sea del agrado de nuestros lectores.
El origen de mi miseria
(Camilo Lefort )
Desde los tiempos de niño,
caminando a medias, tintas,
con murallas negras,
entre moras y barriales,
desde la conurbación a la periferia.
Encontré la miseria de mi patria,
de las patrias, azotadas por la justicia de los ricos.
Cubrían los ojos de mi presencia,
no entendía entonces, tampoco ahora,
no comprendía a los hijos de la noche,
pero, viví entre ellos y los descubrí.
Descubrí monstruos
en callejones lluviosos y azoteas radiadas,
encontré cazadores furtivos
que se escondían en las oscuras filosofías
de ancestros cansados, rocas brillosas,
claustros de mentiras e historias de bencina,
terror con bencina y muerte.
Vi el horror, lloré por él, creí en él,
morí en sus manos y renací, de nuevo,
en el barro que se acumulaba en mis párpados.
Fui al origen, de mi miseria,
de mi alma, a consultar,
dónde se encuentran, los que no están.
Dónde habitan, los excomulgados.
Dónde se llevaron a los que desaparecieron,
con balas, con rieles, con alambres.
No recibí respuesta alguna.
No había bocas que hablaran, ni soldados valientes,
todos eran cobardes, todos eran títeres y usureros.
Excluídos
(Felipe Rodríguez )
Por las tardes cantamos canciones que nadie escucha.
Bebemos y bebemos porque lo único que importa es beber.
Caminamos al trabajo persiguiendo sueños imposibles.
Pagamos la vida redactando un futuro que se extingue en cada
trago,
en cada tramo,
en cada texto que escribimos para comprar el ocio en cuotas.
Miramos la televisión para emocionarnos,
para encontrar un poco de miseria en otros
que también abrazan desiertos.
Gastamos nuestro dinero en ilusiones
y trabajamos horas extras para enmudecer la pobreza.
Escuchamos a los evangélicos cantando en la plaza,
quizá ellos sepan domesticar el hambre,
quizá ellos también entiendan el lenguaje de las palomas.
El pasado aún nos habla a oscuras,
pero cada vez más despacio.
Por las noches cuesta cerrar los ojos
y el frío es una ciudad atropellando nuestros deseos.
Bailamos a solas para esconder la locura
y olvidar los tiempos de reclusión.
La pobreza es un bostezo de madrugada.
La radio nos cobija con tangos
y por segundos aparece ese antiguo amor
que narcotiza el insomnio.
Así persuadimos el ruido de las goteras
y ese mal olor que emana de la cocina.
La basura es la huella de lo vivido,
el responso que decora nuestra mortaja.
Cuando el dinero escasea contamos las estrellas
para ver el cielo que no ha sido hecho para nosotros.
Incomunicada
Del Libro “Arar Tierras heridas”
(Andrea Campos)
Andacollo
desconocido
atesorado como pieza de adobe añoso.
Frío desierto
refugio en forma de avión
huellas en la cara.
Museo de Bellas Artes
proverbial
en un otoño austero.
Ciudad detonante
una cama esconde
mi pulsera de hilo rojo.
Nicaragua
húmeda
sin lianas atrapadas.
Selva dormida
nadie contesta
en la cabina telefónica. |