El ministro de Hacienda, Nicolás Eyzaguirre, expresó con claridad cuál es el límite infranqueable para cualquier discusión:“salirse del Banco Mundial sería una sobrerreacción”.
¿De qué otro modo iba a ser? Los cinco senadores del Partido Socialista -Alfonso De Urresti, Carlos Montes, Juan Pablo Letelier, Isabel Allende y Rabindranath Quinteros- que le exigen al canciller Heraldo Muñoz que averigüe quiénes le dieron la información errónea al Banco Mundial, tampoco están confrontando al organismo financiero. El problema, en su mirada, estaría en el economista encargado de elaborar el Doing Business, el boliviano Augusto López Claros y en los grupos de abogados que le entregaron información al Banco Mundial para la elaboración del informe. Tal como lo piensa el ministro Eyzaguirre, para estos senadores “no es institucionalmente culpa del Banco Mundial”.
¿Por qué entonces las primeras reacciones? ¿Por qué las disculpas? A los administradores del orden neoliberal no les parece bien que se expanda un manto de sospecha sobre el Banco Mundial. Este organismo busca constantemente cumplir un rol activo en políticas centrales para la vida social en Chile. Sin hacer un estudio detallado, nos encontramos, por ejemplo, con una declaración de quien el 2005 era director del organismo para Argentina, Chile, Paraguay y Uruguay, Axel van Trotsenburg, a propósito de los préstamos de ese año, por 34,8 millones de dólares para el Transantiago que estaba por implementarse. En Emol declaraba que “el sistema de transporte de Santiago y su eficiencia son un importante ingrediente del crecimiento nacional (…) Nos complace que se nos asocie con una iniciativa que modernizará la infraestructura del transporte, reducirá la polución y aumentará la inclusión de los grupos más vulnerables por medio de un sistema de transporte público más confiable y rápido". Sabemos cómo fue realmente la historia.
El 6 de noviembre de 2015, el mismo medio informaba que “El directorio ejecutivo del Banco Mundial aprobó (…) un crédito de US$ 41 millones para el fortalecimiento de la capacidad de gestión de recursos hídricos en Chile. Otro ejemplo: según la propia página del Banco Mundial, “más de 382.000 estudiantes y 17.000 profesores de universidades estatales chilenas se beneficiarán de un nuevo proyecto parcialmente financiado por un préstamo de US$50 millones aprobado hoy por el Directorio Ejecutivo del Banco Mundial.”
Transporte público, gestión de recursos hídricos, educación: actividades para nada “de segundo orden” en la vida social. Ahí mete sus tentáculos el Banco Mundial. Por eso el respeto de parte de los políticos del orden. También lo expresó José Ramón Valente, designado por el presidente electo para destrabar proyectos de inversión. Según él, lo de Romer fue “quilombo que armó por nada”.
Estamos ante una serie de muestras de pleitesía de un personal político que lleva décadas administrando la subordinación de Chile al capital trasnacional y a los grandes grupos económicos locales. Un economista del Banco Mundial dice descaradamente que hubo manipulación. Pero luego, resulta que todo fue un malentendido… y todos deben dar muestras de “buena crianza”. No vaya a enojarse el Banco Mundial. Si corta los créditos y los préstamos ¿cuántas cosas tendremos que privarnos de hacer? Así piensan en las alturas. |