Fotografía:Ambito Financiero
Carlos Melconian, quien fue presidente del Banco Nación desde que asumió Macri hasta el 18 de enero de 2017, volvió a criticar ayer el rumbo que viene recorriendo Cambiemos en los dos años que lleva de gobierno. Fue en una entrevista en Radio Con Vos.
Sin vueltas, Melconian afirmó que la Argentina “perdió dos años”.
El ritmo del recorte fiscal y el peso de los intereses de la deuda fueron algunos de los blancos de crítica de quien fuera uno de los principales asesores económicos de Macri. “No se puede continuar con este déficit fiscal. El gradualismo es inacción, es una fantasía”, sostuvo el economista. También evaluó que “hay una gran dificultad para cerrar los números fiscales. Desde el año que viene la Argentina tiene más grande los números de intereses que los números primarios”.
Para Melconian en estos dos años hubo “cosas innecesarias, como la reparación histórica”.
"Si pronosticas una lluvia de dólares y un crecimiento económico y eso no llega, es porque hubo un error de diagnóstico y mucha inacción", concluyó.
Las críticas del consultor no son nuevas. Las manifestó casi desde el primer día, cuando el ministro de Hacienda era Alfonso Prat-Gay. El principal motivo por el que fue removido de la presidencia del Nación eran las críticas que venía lanzando al Gobierno, enfocadas sobre todo en el “gradualismo”: para el economista, se necesitaba un ajuste fiscal más drástico.
Las encerronas de la política económica
Melconian apunta con su crítica a demandar más ajuste, verbalizando lo que opina un amplio sector del poder económico, especialmente de las finanzas (que vienen haciendo grandes negocios con la emisión de deuda y la política monetaria de altas tasas para las letras que mantiene el Banco Central). El gobierno se viene moviendo claramente en esa dirección atacando a trabajadores estatales con despidos, y anunció una reducción de dependencias, pero para los que sostienen posturas más recalcitrantes el ajuste macrista sería “gradualista”.
Más allá de este posicionamiento interesado, la crítica pone el dedo en la llaga. A dos años de haber asumido Macri, las promesas sobre el desempeño económico están lejos de haberse materializado. Ni lluvia de inversiones (promesa que tenía mucho de marketing y otro poco de falsas ilusiones sobre los efectos mágicos que se le atribuía al giro en la política económica). Ni freno a la inflación, que el gobierno sigue alimentando con aumento en la tarifa de los servicios públicos y otros rubros como combustible, gracias a lo cual en diciembre el Índice de Precios al Consumidor que releva Indec subió 3,1 %.
Tampoco en la actividad económica, o “economía real” tiene nada mucho mejor para mostrar. El producto (PBI) creció en 2017 un 2,9 % según estima el gobierno, lo que significa que apenas habría llegado a revertir la caída de 2016 (-2,3 %), el segundo peor año económico desde 2002, y eso a pesar del fuerte estímulo que dio la obra pública y la ampliación de líneas de crédito para hipotecas y para consumo (sobre todo en sectores de menores ingresos). Para este año, se prevé que continué el crecimiento, pero de forma anémica, con menos empuje de la obra pública y con enormes desigualdades entre sectores. Y con una débil creación de empleo formal, tal como se registró en 2017 según informó el miércoles el ministerio de Trabajo: mientras que entre enero y septiembre los empleos informales y los cuentapropistas crecieron del 2,2 % y 4,1 % respectivamente, los puestos asalariados registrados sólo subieron 0,9 %.
La política monetaria del Banco Central (BCRA), que continua aplicando altas tasas de interés con el objetivo declarado de atacar la inflación (que es alimentada sobre todo por los aumentos que aplica el gobierno), contribuye a enfriar la economía y desincentivar la inversión en beneficio de la bicicleta financiera. Además, viene generando lo que para algunos economistas es una bomba de tiempo: para absorber pesos y fijar altas tasas, emitió una montaña de Lebacs (que hoy alcanzan 1,1 billón de pesos, superando la cantidad de moneda en circulación), un pasivo de la entidad que por la magnitud alcanzada lleva a los más alarmistas a señalar la “quiebra” del BCRA. Aunque en la última rueda del pasado martes la entidad convalidó una baja de tasas, estas siguen en 27,14 % para las Lebac a 35 días, lo que sigue dando combustible a la bicicleta financiera.
Mientras tanto, el punto “fuerte” que viene aprovechando el gobierno con todo desde que asumió, que es la capacidad de endeudarse masivamente, incrementó de forma explosiva la carga de la deuda. La baja del gasto como resultado del ajuste sobre el pueblo trabajador, no redujo el déficit, porque se paga más a los especuladores. El resultado financiero fue negativo en 6,1% del PIB en 2017, frente al 5,8% de 2016 y el 5,2% de 2015.
Melconian verbaliza el malestar de algunos sectores del empresariado y las finanzas que apoyan al gobierno pero que ven con preocupación las inconsistencias del rumbo económico en estos dos años. Sin embargo, contrariamente a lo que afirman estos pregoneros de un ajuste con más shock (como si no hubiera habido bastante de eso en la política de Macri), las encerronas no son resultado de un rumbo demasiado gradualista, sino de objetivos y medidas contradictorias que viene aplicando Cambiemos. Como querer bajar el déficit al mismo tiempo que apela a un endeudamiento creciente que aumenta el peso de los servicios de la deuda y recorta impuestos a los empresarios que reducen la recaudación sin tomar medidas mas serias contra la evasión para la evasión.
El costo de todas las medidas a favor del empresariado y las finanzas que viene aplicando Cambiemos, se traduce en los desequilibrios crecientes de la economía, un crecimiento débil y con disparidades sectoriales, y un poder adquisitivo de los trabajadores y sectores populares que no revierte su deterioro. |