“Potere al Popolo” es una lista electoral construida por militantes de los movimientos de diferentes tendencias e inspiraciones teóricas (post-modernismo y operaísmo sobre todo) junto con los grupos dirigentes de las organizaciones de la Izquierda radical no revolucionaria (Rifondazione Comunista, PCI, Carc, Sinistra Anticapitalista, Rete dei Comunisti) y segmentos importantes del ala demoprogresista de la burguesía izquierdista de l’Altra Europa con Tsipras, constitucionalistas democráticos y organizaciones cristianas de base activas en redes de solidaridad con los migrantes.
Un grupo de diferentes grupos y organizaciones, pero unidos todos por la misma falta de estrategia (es decir, un plan para superar el capitalismo). Un camino que, si resulta en un partido político y consigue interceptar sectores de la burocracia sindical de la CGIL (como ya viene haciendo desde hace algún tiempo en Nápoles y ahora a nivel nacional) y drenar votos de los electores del “pueblo de izquierda” del M5S, podría conseguir superar la barrera del 3% (una hipótesis no predecible en este momento, pero ciertamente posible).
No queremos detenernos en esta contribución al debate sobre los deméritos de la lista “Potere al Popolo” (justo cuando escribimos, las candidaturas de la lista se están haciendo públicas y ya los nombres en diversos colegios electorales son una expresión del área neorreformista, de la burocracia sindical y así sucesivamente, por lo que volveremos con un artículo en profundidad sobre el programa y los candidatos).
Para no arriesgarnos a reducir la lucha contra el reformismo a una posición de "barricada" de principios, pensamos que es necesario también desarrollar una crítica entre los sectores revolucionarios o de todos aquellos camaradas y militantes que reconocen el proyecto de “Potere al Popolo” como una peligrosa deriva reformista, que en poco tiempo está liquidando a todas las organizaciones de izquierda del país.
La izquierda revolucionaria hoy en día es incapaz de construir una alternativa creíble, incluso entre los militantes de izquierda, que se pueda proyectar sobre el terreno de las grandes masas, por varias razones. Uno es objetivo, a saber: no hay un gran movimiento generalizado de luchas de clases, un período político de movilización que involucre a millones de personas en el campo de la confrontación abierta con el Estado y los capitalistas. Pero este elemento no es el único (necesita ser reconocido, pero hay un riesgo de transformarse en un grupo de charlatanes que, para justificar su propia incapacidad subjetiva cubriéndose con una visión ideológica de problemas objetivos "no superables" a corto plazo).
Hay una serie de aspectos subjetivos que los revolucionarios luchan por superar por medio de errores debidos a la falta de "tradición". Una tradición que se ha perdido y que se pierde en relación con estas incapacidades y que en Italia debemos intentar (re)construir.
Hoy en día, si “Potere al Popolo” logra incluir el 90% de las organizaciones de izquierda, también se debe a la incapacidad de los revolucionarios para construir una plataforma alternativa, que puede ser percibida como un camino serio por las vanguardias. A lo neto, por supuesto, más allá de las limitaciones teóricas (y lo que dicen los defensores de "hacer y no hablar", pues las fallas teóricas producen errores como los que están ocurriendo en las últimas semanas), el punto es que no existe hoy una iniciativa en la que reconocerse en otro sentido, es decir no compatible con el sistema (“Potere al Popolo” no tiene ningún programa para vencer al capitalismo, no contempla la lucha contra las burocracias sindicales, trabaja compatiblemente con el estado de cosas).
La falta de una alternativa revolucionaria se debe, entre otras cosas, a varios elementos subjetivos como: a) la incapacidad de concebir una batalla en el plano de la hegemonía (es decir, una batalla propagandística en relación con los actuales sistemas de comunicación -único aspecto de método que puede ser compartido con el Ex Opg- construida sobre la centralidad del programa y la presencia del movimiento obrero, que actúa como fuerza impulsora para los demás sectores de otras clases empobrecidas por el mismo capitalismo); y b) la insuficiencia de poder relacionar las batallas estructurales (las luchas en la fábrica, la logística, las escuelas, los territorios, etc.) con las batallas de las superestructuras (presencia electoral, campañas políticas, campañas no estrictamente sindicales, en televisión, periódicos, asambleas, conferencias, etc.).
En la actualidad, algunos sectores revolucionarios se limitan al plano de la lucha económica sin poder desarrollar el de la lucha política (por ejemplo: "No nos importan las elecciones, luchamos todos los días"). El desafío, sin embargo, es poder combinar la intervención en las luchas con la intervención política, lo que no significa tener un programa mínimo (por programa no se entiende algo escrito simplemente en una hoja, sino un plan estratégico que vive cotidianamente en las luchas de clase que se conducen y dirigen) y uno máximo, sino saber cómo unir estos dos planos.
La fuerza de “Potere al Popolo” no es tanto la intervención estructural (no hay sectores sustanciales de luchas obreras; salvo algunos sectores minoritarios, no hay trabajadores de vanguardia de importantes luchas en el país, aparte de las burocracias sindicales presentes), sino el plano de la propaganda superestructural. Sin embargo, su fuerza radica en el hecho de que ha conjugado algunas intervenciones de tipo movimientista o del sindicalismo de base con el plano de qué hacer en el terreno político. Los compañeros de “Potere al Popolo” proponen una solución reformista, pero si hubieran dividido los dos aspectos (estructural y superestructural) no habrían sido capaces de desencadenar este nuevo fenómeno político.
Si hay una lección que los revolucionarios pueden aprender de la fase actual, es que deben superar las taras infantiles o las actitudes ultraizquierdistas y deben acercarse a un método serio de batalla. El reto es asegurar que las luchas sean la anatomía de la perspectiva política, las piernas sobre las que camina un proyecto alternativo; una perspectiva política es el sistema nervioso central que mueve el cuerpo de manera coordinada y orientada. Sólo así podemos incidir políticamente, de lo contrario, después de las decepciones reformistas (éste será el resultado político de “Potere al Popolo”, un contenedor que traicionará si se convierte en un partido y traerá una nueva desilusión, cono sucedió con Rifondazione Comunista, que pasó de 100.000 miembros a cuatro oportunistas recorriendo las provincias de Italia), sólo habrá más desintegración.
Nuestro desafío actual es animar una polarización sobre bases revolucionarias. Caminos como el de “Potere al Popolo” corren el riesgo de retrasar la construcción de una fuerza revolucionaria por otros 5 o 10 años. Por estas razones creemos que es necesario trabajar en la construcción de un frente anticapitalista con todas las realidades que comparten una intervención práctica común de lucha y un programa global de transformación de la sociedad. Este es un compromiso que desde la FIR y otras realidades hemos decidido asumir y que también construiremos en términos de proyección pública y de movilización.
Traducción: Diego Lotito
* Artículo publicado originalmente en La Voce Delle Lotte de Italia. |