Cuando me contactaron por Facebook para contarme de un posible conflicto y despidos en el complejo de Shopping Palermo nunca creí que la historia que iba a conocer era la de una mujer como ella. Eva es fuerte e imponente, llegó con su carpeta llena de papeles y anotaciones.
Habla de una ley y del inminente cierre del shopping, pero detrás de esa pelea había otra anterior, que explica en parte, su coraje para pelear contra el cierre hasta las últimas consecuencias. En su afán por querer pelear por los derechos de ella y sus compañeros, había conocido en su rostro más brutal a ese gran escollo que los trabajadores combativos enfrentamos día a día: la repodrida burocracia sindical.
No conocía lo que estaba enfrentando “Tenía una visión ingenua, me críe pensando que el Sindicato era de los trabajadores, que era bueno. Después de todo lo que pasé me di cuenta que está lleno de burócratas, los que están ahí adentro no tienen nada que ver conmigo, ni con mis compañeros. El sindicato sigue siendo nuestra herramienta, pero no mientras estén ellos”.
“Yo nunca fui feminista, pero ahora entiendo muchas cosas”, relató. Vive en Laferrere, con su hijo de 9 años. “Desde chiquita crecí viendo a mis papás pelear por su fuente de trabajo, de ellos aprendí”. Su historia llena de coraje y valentía parece interminable, siempre tiene una anécdota más y cuando creías que ya conocías lo suficiente empieza “yo no sé si esto ya te lo conté...” para lanzar una más.
Su compañera Natalia la acompaña siempre. Ella es una de las tantas que perdió su puesto de trabajo por estar cerca de Eva, sin embargo, eso lejos de alejarlas las unió más aún en esta lucha.
¿Cómo empezaron los primeros enfrentamientos con la conducción del SEC y Raúl Sedeño?
Mirá, yo lo conocí en una asamblea donde nos obligaron a asistir ya que se presentaba la lista para las elecciones de delegados del Sindicato. La empresa nos corría el franco o el horario de trabajo para que asistamos todos. En esa asamblea confrontamos. Yo vi que habían ingresado masivamente el mismo día trabajadores que tenían algún vínculo con el sindicato o con él e inmediatamente habían sido puestos en blanco, cosa que no ocurre. Eran trabajadores muy humildes que por primera vez trabajan en blanco y con obra social. En esa asamblea Raúl les decía lo que tenían que votar amenazándolos con perder el trabajo. Yo no podía concebir cómo un dirigente sindical iba a decirles a los trabajadores lo que tenían que votar, por eso confronté con él. Él estaba jugando con la necesidad de trabajar de esas personas, para favorecer a su lista. Llegó al punto de amenazar a uno de mis compañeros con mandarlo a golpear, y cuando me levanté diciendo que denunciará eso, recibí la primer amenaza a mi persona “vos tenés un hijo, fijate lo que haces, mejor sentate sino querés que te rompan todos los huesos”. Obviamente yo me asusté, así que me senté. Ese mismo día, Raúl, me hizo llegar una cadenita con un dije, diciéndome que si yo aceptaba ese regalo y tenía una relación con él, no les iba a pasar nada a mis compañeros y que yo no iba a tener que trabajar más. Desde ese día no quise participar más de las asambleas y empecé a enfrentar a la empresa que nos obligaba a asistir en nuestros francos. Y ahí cada vez fue peor. Cada vez que queríamos denunciar estos métodos, las represalias eran peores, amenazas, despidos, hostigamiento. Pasamos de todo.
¿Cómo reaccionaron tus compañeros frente a esto y la de la empresa?
Mis compañeros querían denunciar esta situación, pero el amedrentamiento y el miedo que ellos ejercían era muy grande. A una compañera que iba a ser testigo la amenazaron con sus hijos. Ellos siempre tuvieron toda la impunidad, imaginate que los aprietes y las amenazas eran dentro del mismo local. Ha solicitado a compañeros que me droguen para llevarme, vaya a saber a dónde. También me violaron el locker muchas veces, sacaban mi ropa interior y la colgaban en el vestuario, me dejaron una bolsa con un perro muerto dentro del locker, llegaron a amenazarme dejándome un mensaje que decía que los desaparecidos no eran 30000, sino que iban a ser 30001. Cuando me presenté como candidata a delegada para enfrentarlos y para pelear por mejores condiciones de trabajo como el plus por venta y un jardín maternal para las trabajadoras madres y los padres, la empresa me puso un guarda de seguridad como custodio. Me seguía a todos lados. Pobre, llegó un momento que no pudo soportar ver todo lo que me hacían. “Eva yo mañana voy a renunciar, no aguanto más” me dijo después de ver cómo los amigos de Raúl me decían que me habían sacado fotos durante la asamblea para que él se masturbara conmigo. La empresa siempre fue cómplice de todo esto, de hecho, esas fotos las sacó personal de la empresa justificando que por ser dirigente sindical tenía derecho a solicitar información de lo que sucedía en las asambleas del local. Hacían listas negras, una vez le saqué de la mano la lista y eso me costó un cachetazo delante de todos mis compañeros. Pero a pesar de todo esto, mis compañeros han dado sobradas muestras de solidaridad. Y también muchos clientes del mercado que se han ofrecido a prestar testimonio a mi favor. Cuando me empezaron a negar la comida los clientes me traían viandas y mis compañeros venían al vestuario a comer conmigo. Yo no quería demostrarles que comía otra comida a escondidas, porque era mi derecho que me la den. Un día me desmayé en la caja, las enfermeras de la clínica de la obra social luego de saber lo que me estaba sucediendo, decidieron que Raúl Sedeño no sería atendido por ellas si alguna vez asistía solicitando servicios.
¿Cómo sigue la pelea hoy?
Por un lado, está la causa que continúa. Hay un juicio contra su persona, por primera vez hay una cautelar favorable a una trabajadora que denuncia violencia de género en el ámbito laboral a lo que se suma que por primera vez un trabajador lleva a juicio un dirigente sindical por maltrato y violencia de género. Yo sé muy bien que no es la primera vez que una mujer trabajadora sufre y denuncia abuso y acoso en su ámbito laboral, ya sea de un jefe, un supervisor, un dirigente sindical. Sucede todo el tiempo. A mí me ofrecieron mucha plata para arreglar, lo suficiente para que me olvide que alguna vez tuve que trabajar. Pero yo sé que este juicio es la puerta para muchas otras mujeres, y además tengo un hijo, yo sé que le estoy enseñando a pelear. Siempre me pregunto por qué los trabajadores somos los que siempre tenemos que perder. Con Fede (se refiere a Federico Silguero Correa, su abogado) siempre hablamos de esto. Y por eso, esta, la quiero ganar. Actualmente se suma la pelea por el inminente cierre del Shopping y la incertidumbre de lo que sucederá con los más de 900 trabajadores que hay entre Jumbo, Easy y los locales. El gobierno ya votó el proyecto de Ley para que CENCOSUD se vaya del lugar y entregue la concesión, devolviendo ese terreno al Gobierno de la Ciudad, que como es sabido avanzará en sus mega negocios inmobiliarios al estilo PRO. Son terrenos muy valiosos por su ubicación. De más está decir que la conducción del Sindicato de Comercio en manos de este nefasto señor Sedeño, no hará nada por preservar los puestos de trabajo. Yo me cansé de verlos entregar trabajadores. Por eso la pelea es por organizarnos nosotros en asambleas, confiar en nuestra fuerza y en la de nuestra clase, buscar solidaridad y apoyo entre otros trabajadores, y visibilizar el conflicto ganando el apoyo popular para que no dejen a 900 familias en la calle. |