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1ro de diciembre de 2024 Twitter Faceboock

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Candidatos de la casta política, indiferentes ante bajo nivel de vida de la población
Mario Caballero

Los pre candidatos de los partidos patronales hacen campañas ignorando uno de los problemas fundamentales de la población trabajadora: la pérdida del poder adquisitivo de su ya de por sí raquítico salario.

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Los políticos de los principales partidos del Congreso pertenecen a una casta política a la que no le afecta la carestía de la vida; ellos viven bien, reciben altísimos sueldos o hacen jugosos negocios al amparo del poder. Pueden soportar el incremento del índice de los precios al consumidor. No les afecta que el año pasado la inflación haya mermado el salario de los trabajadores en un 6.77 % por la inflación (subieron los precios de los tomates, las calabaza, el huevo, la carne y los combustibles).

Su nivel de vida, les da para eso y más. Pueden incluso ahorrar o viajar, algo imposible para todos aquellos que vivimos al día.

Pero en sus campañas (o precampañas) algunos culpan al gobierno de la actual situación de la economía familiar; son cínicos y mentirosos. Ellos avalaron –como el PRD–, no solo la reforma fiscal que se tradujo en mayores impuestos y en la elevación del costo de los servicios (tan sólo el precio del gas se elevó en un año en un 44 %), sino otras medidas que hacen más difícil la subsistencia de los trabajadores. En el 2013, el PRD declaraba orgulloso: “esta reforma lleva el sello de la izquierda propositiva” (La Jornada, 18-10-2013). Más claro ni el agua.

Por su parte, el PAN (que integra junto con el PRD la alianza “Por México al Frente”) impuso la nefasta reforma laboral que liquidó derechos históricos de los trabajadores.

Creen que la población padece de amnesia y que olvida que ellos son los que ayudaron al PRI –mediante el Pacto por México– a imponernos las dolorosas reformas que estamos resintiendo. Y es que los partidos de los ricos no pueden ir en contra de la lógica del capital que impone ajustes a los de abajo; inflación, topes salariales y las terribles devaluaciones, para favorecer a los grandes industriales.

Por eso no pueden culpar solamente a los dos últimos secretarios de Hacienda del gobierno de Peña Nieto (Luis Videgaray y José Antonio Meade). Los acuerdos del PRD y el PAN con uno de los presidentes del país –Peña Nieto– que más ha profundizado el ataque a las garantías democráticas y al nivel de vida de los trabajadores, le permitió a este priista imponer esos golpes.

Estos partidos capitalistas, que en las campañas tratan de aparentar que están con el pueblo, también son responsables del nivel de miseria que vivimos.

Encima de que el salario real de los trabajadores en los últimos 30 años se devaluó en un 80 %, los partidos opositores al PRI, junto con los sindicatos “opositores” que influyen, no hacen nada para frenar este ataque al bolsillo del pueblo pobre.

La inflación es una forma en que los de arriba le roban el salario a los abajo. Así, cualquier aumento salarial se vuelve polvo al poco tiempo. Y eso, la casta política que hoy quiere perpetuarse en los cargos públicos, lo sabe.

Ninguno de ellos –que tienen lujosos apartamentos en Miami, que sus hijos estudian en el extranjero en famosos colegios, o que son exitosos políticos empresarios–, puede preocuparse por lo que afecta la carestía de la vida de los habitantes a los que le pide el voto.

Son parte del sistema capitalista que degradan la vida de millones de personas y permite flagelos como los feminicidios, los crímenes de odio, el fortalecimiento de la llamada delincuencia organizada y el autoritarismo militarista con sus fatales consecuencias en todo el país. Son los que, sabiendo que hay recursos suficientes para construir escuelas y hospitales, o para la reconstrucción de viviendas dignas sin costo para los damnificados, los niega.

Les interesa más destinar esos recursos para pagar la deuda externa y para infraestructura para amigos empresarios, sin beneficio para la población.

Las anticapitalistas ante la carestía de la vida

En medio de tantas propuestas repetitivas y conocidas por no ser cumplidas por la casta política, la frescura de una posición anticapitalista de dos mujeres trabajadoras –Sulem Estrada y Miriam Hernández– que aspiran a una candidatura independiente en el Congreso la Ciudad de México, ha causado expectación en el distrito 32 en Coyoacán.

¿Por qué impacta tanto su diálogo con los vecinos de las colonias de este distrito, ya sea puerta por puerta o en los eventos que impulsan? Es porque ellas realmente sienten lo que dicen al provenir de familias humildes, es decir, vienen de la clase explotada. Quieren llevar la voz de los explotados y oprimidos y los sectores autorizados por la crisis, al Congreso de la Ciudad de México.

Un Congreso que estará dominado mayoritariamente por esa casta política que se ha hecho millonaria, porque es ajena a las necesidades y sentimientos de los que trabajan diariamente para conseguir el sustento.

Tampoco pertenecen a la “casta sindical” de las organizaciones de trabajadores que se hacen cómplices del gobierno y los patrones al aceptar miserables aumentos de sueldo cada año. Ellas no solamente denuncian esta complicidad antiobrera, sino que luchan para echar a los “charros de los sindicatos” y darles un carácter combativo y recuperar las conquistas entregadas en cada traición. Es conocida su participación en la lucha anti burocrática y anticapitalista en sindicatos como el SNTE y el STUNAM.

De conquistar la candidatura para entrar al Congreso de la Ciudad de México, las anticapitalistas Sulem Estrada y Miriam Hernández, propondrían medidas –además de las que responden a las demandas concretas del distrito 32–, para frenar la carestía y derogar los impuestos que afectan a la población pobre.

Así como el freno a los aumentos a las tarifas del gas y la electricidad y los precios de la canasta básica). Esto, acompañados de impuestos progresivos a las grandes fortunas que se benefician de los bajos salarios de los trabajadores y sus jornadas extenuantes.

Y a diferencia de la casta política, se proponen luchar contra el pago de la saqueadora deuda externa, para destinar esos recursos para obras sociales que generen empleos. Lo harán apoyadas en la movilización obrera y popular.

 
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