Sebastián Piñera pretendía sumarse con fanfarria a esta tendencia en Latinoamérica, pero el resultado electoral estuvo lejos del triunfalismo que anticiparon.
Piñera no ganó en primera vuelta y tuvo que moderar su discurso y correrse más al centro para ganar en segunda, dialogando con la exigencia de educación gratuita, aunque sea a través de un programa de becas. Sumado al alto porcentaje de abstención y un parlamento dividido entre tres fuerzas políticas tras la irrupción del Frente Amplio.
Esto marca el término de los gobiernos pos neoliberales de centro e izquierda, ahora las “nuevas derechas” apuntan a alinearse más abiertamente con Estados Unidos e inclinar más a la derecha a organismos como la OEA y el Mercosur, buscando instalar sus programas neoliberales.
Pero este último tiempo, distintos hechos muestran las contradicciones y dificultades que atraviesan estos gobiernos de derecha a la hora de querer aplicar una agenda neoliberal de ajustes y contrarreformas; la contradicción es que todavía no tiene la correlación de fuerzas suficiente para golpear con ataques duros.
Aun así, el plan es garantizar las ganancias a empresarios y reducir los gastos del Estado a través de contrarreformas fiscales, previsionales y laborales que afectan directamente a la clase trabajadora. Lejos de ser la derecha que quisieran ser, buscarán hacer concesiones para evitar estallidos sociales. Lo que refleja un ciclo de gobiernos de derecha no asentados.
Llevar este plan adelante, nos les será fácil, no les alcanzará con discursos y promesas de cambio, buscarán hablarle al centro, e incluso se abre la hipótesis de que tomen la iniciativa para entregar algunas demandas sociales, soluciones neoliberales que fortalezcan el Estado subsidiario y la lógica de la focalización del gasto social, como gesto hacia los trabajadores, el pueblo y sus problemas.
En América Latina el rechazo contra las medidas de ajuste se han expresado en las calles, a pesar del rol desmovilizador que juegan las direcciones sindicales y la oposición testimonial de los partidos “progresistas” de cada régimen.
Corrupción, parlamento dividido y lucha de clases
En Argentina tuvo lugar una importante resistencia popular contra el saqueo a las jubilaciones y pensiones, aunque Macri logró aprobar la contrarreforma previsional con costos políticos muy elevados, tuvieron que reprimir duramente el masivo rechazo que se manifestó en las calles.
En esta misma línea Temer, presidente golpista de Brasil y vanguardia a la hora de aplicar la contrarreforma laboral en el continente, saludó este triunfo de Macri y lo considera como un ejemplo a seguir.
En Chile, el parlamento está dividido en tres fuerzas, la irrupción del Frente Amplio en las pasadas elección es reflejo deformado del proceso de lucha por conquistas sociales abierto en el 2011, educación gratuita y pensiones, lo que hará imposible la iniciativa de la derecha de querer impulsar su agenda neoliberal, sin tener que negociar en el parlamento y bancarse procesos de lucha en las calles.
En Perú, se han alzado movilizaciones, volviendo a escucharse en las calles “que se vayan todos”, frente al escándalo de corrupción con el caso Odebrecht (investigación de sobornos y coimas a funcionarios de 12 países para obtener beneficios en contrataciones públicas), el presidente peruano PPK estuvo cerca de ser destituido, se suman esto las multitudinarias movilizaciones en todo el país tras el indulto al ex presidente, Fujimori.
En Ecuador el presidente Moreno, miembro de Alianza País, cruza el escándalo de Odebrecht, el vicepresidente de dicha alianza fue sentenciado por recibir 13 millones de dólares en coimas. En Venezuela, la derecha sigue apostando a la injerencia extranjera y que a pesar de haber realizado meses de guerra callejera y caos social, no logra asentarse por que lleva consigo un ADN golpista difícil de ocultar
El caso de la derecha en Honduras parece ser el peor de todos, en el 2009 un golpe de Estado sacudió ese país, hoy tras el escandaloso fraude electoral, revueltas se alzaron, ya la brutalidad represiva lleva al menos 34 manifestantes asesinados por las fuerzas armadas y más de 1600 detenidos.
¿Hegemonía de la derecha en Latino América?
La derecha ha avanzado a ganar gobiernos en latinoamérica y de esa forma busca asentar un programa neoliberal que profundice las ganancias empresariales, pasando ataques a los trabajadores. El avance es innegable, pero no se puede tomar una visión derrotista, ya que, sin duda, esta “nueva derecha” no asentada y llena de contradicciones, cuando busque atacar, cuando busque implementar grandes medidas de ajuste, no podrá llevarlas adelante sin aplicar derrotas al movimiento de masas.
Este panorama de derecha no asentadas debilitadas que piensan en cómo asegurar gobernabilidad, tiene como hilo conductor el hecho de que no cuentan con mayoría en el Parlamento, por lo cual están obligadas a negociar con sectores opositores. Lo que no descarta procesos álgidos de lucha de clases que cuestionen pilares fundamentales de la acumulación de los capitalistas.
Frente a los desafíos que se abren, creemos más que nunca que es necesario poner en pie un proyecto político anticapitalista y revolucionario que siente las bases de una nueva sociedad, donde los trabajadores, que somos la mayoría, gobernemos. Para esto es necesario construir un partido internacional de los trabajadores.
Los estados capitalistas han demostrado su incapacidad de dar una salida estructural la crisis económica que se abrió el año 2008, los trabajadores en cambio tenemos un proyecto de sociedad que cien años, con el primer estado obrero en Rusia, en 1917, al primer año hizo posible demandas sentidas del pueblo.
Fue el primer Estado en legalizar el divorcio, el aborto libre, la educación pública y gratuita entre otras cosas que hoy insisten en afirmar que son imposibles. Pero son imposibles si no somos los propios trabajadores quienes pongamos los recursos al servicio de resolver nuestros problemas sociales, para eso nos organizamos, para hacerle frente a los gobiernos de derecha, porque ¡nuestras vidas valen más que sus ganancias! |