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La Izquierda Diario
1ro de febrero de 2018 Twitter Faceboock

NEGOCIACIÓN COLECTIVA
CCOO y UGT aceptan una de las exigencias históricas de la patronal
Juan Carlos Arias | @as_juancarlos

A pesar del crecimiento económico del 3% y la devaluación del 10% de media de los salarios, las direcciones de CC.OO y UGT pretenden acordar con la patronal subidas mínimas vinculadas a la productividad.

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Foto: EFE

Nadie duda de que la crisis ha sido descargada sobre las espaldas de los trabajadores a costa de un ataque brutal sobre nuestros ingresos y condiciones. Pero también la recuperación (ya se ha rebasado el PIB de 2007) se está fundamentando sobre un creciente expolio sobre la clase trabajadora para incrementar los beneficios empresariales todo lo posible. La fórmula principal para incrementar la extracción de plusvalía está siendo la de elevar la productividad a costa de más horas de trabajo y reducción de los salarios al mínimo vital.

Sin embargo, las cúpulas de los sindicatos burocratizados, CC.OO y UGT, continúan mirando para otro lado. La complacencia y colaboración con las patronales y el gobierno de Rajoy durante estos años han hecho posible la fuerte devaluación salarial generalizada durante todo este período (de un 10% de media, pero que llega hasta un 33% para las franjas más bajas) y la pérdida de los derechos laborales sufridos.

En lugar de dar la batalla necesaria, han debilitado enormemente las luchas, contribuyendo a socavar la confianza en las propias fuerzas de la clase trabajadora. Aceptando de facto la reforma laboral de Rajoy, con apenas dos huelgas generales de 24 horas convocadas con bastante timidez, o favoreciendo el aislamiento, cuando no la traición abierta, en conflictos que podían haber significado hitos para cambiar el rumbo, como la huelga minera, la huelga de Panrico o la de Movistar.

Han basado toda su política sindical en la firma de acuerdos de moderación salarial con la patronal, los famosos Acuerdos para el Empleo y la Negociación Colectiva (AENC), que han posibilitado la devaluación salarial. Así como en firmar pactos con el gobierno de Rajoy que, por activa o por pasiva, daban viabilidad a los recortes sufridos en los derechos económicos y sociales en un clima de predominante calma social.

Aunque ahora las cúpulas sindicales de CC.OO y UGT hayan elevado el tono de algunas de sus declaraciones exigiendo una “subida de salario”, ante las escandalosas cifras de crecimiento del beneficio empresarial en un contexto de gran precarización y salarios de pobreza, lo hacen en forma de pantomima reivindicativa y como si no existiera ninguna responsabilidad en sus políticas de los últimos años.

Hasta ahora no han convocado ninguna asamblea ni movilización, más allá de algunos actos simbólicos para cubrir el expediente y tratar de frenar su creciente desprestigio. Lo esencial de de su política sigue en pie. UGT está proponiendo una subida del 1,5% más la inflación y que se establezca un salario mínimo por convenio de al menos 1.000 euros, algo muy lejos del mínimo de recuperar lo perdido en 10 años de retroceso permanente y que promete licuarse en la mesa de negociación.

Para el resto del aumento salarial asumen la propuesta histórica de la patronal de que se vincule a la productividad de los sectores y las empresas, como si los trabajadores pudieran influir en la productividad, una variable puramente empresarial dependiente de su grado de inversión y modernización en competencia con el resto de capitalistas.

El único freno posible a la dinámica de pérdida constante sería un incremento de la organización y lucha de la clase trabajadora, modificando la correlación de fuerzas y tratando de recuperar salarios y derechos para poder pasar a la ofensiva y lograr una mejorar sustantiva de las condiciones de trabajo y salario.

Solo poniendo en marcha grandes movilizaciones y la lucha desde los centros de trabajo, para volver a la calle, se podrá evitar que su “recuperación” sea también pagada por la clase trabajadora. En este sentido es urgente que la izquierda sindical busque la confluencia y unidad de acción con las bases de CC.OO y UGT, y denuncie y exiga públicamente a las direcciones de estas centrales que pongan fin a su criminal política de los últimos años.

De este modo se puede quebrar la paralización que vienen imponiendo las cúpulas de los sindicatos burocratizados sobre una gran parte de nuestra clase, y avanzar en la unificación de las filas de las y los trabajadores para hacer frente a la ofensiva patronal con un plan de lucha por la recuperación de los salarios, condiciones y convenios perdidos, y por empezar a atajar los grandes problemas sociales que deja la resaca de 10 años de crisis.

Solo por esta se podría atacar males como el desempleo de masas, imponiendo medidas como el reparto de horas de trabajo sin reducción salarial. Algo esencial para frenar la brecha que separa a la clase obrera entre los desempleados y precarizados y los trabajadores que aún conservan, de momento, mejores condiciones relativas de trabajo.

 
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