Esta semana hemos visto cómo desde el gobierno y diversos medios del empresariado han celebrado con entusiasmo el IMACEC del cuarto trimestre del 2017, que tuvo un crecimiento de 2,9%. Esto incluso llevó a plantear a algunos representantes del empresariado que las expectativas de crecimiento deberían estar por sobre el 3% para el 2018.

Lo cierto es que la economía a nivel mundial muestra una recuperación, pero esto tiene límites objetivos, desde la crisis del 2008, la economía no encuentra una salida que le dé inicio a un nuevo proceso de recuperación. Hoy esta leve recuperación se encuentra cruzada por el aumento de la inestabilidad financiera. El aumento del mercado de valores y los activos financieros, tienen con enormes preocupaciones a los capitalistas a nivel internacional.

En este marco, en diciembre del 2017, el Banco Central advertía que esta situación en general no es sostenible en el tiempo, y lleva a correcciones en la economía real. Es decir, que las cifras y expectativas en las que se basa el empresariado chileno, no consideran estas alarmas.

La OCDE y el FMI plantean que esta recuperación no indica reactivación y que la economía volvería a caer post 2018, es decir, la economía real se corregiría, las buenas nuevas para los capitalistas tiene un final adelantado, crónica de una muerte anunciada.

Esto es la muestra de un capitalismo sin salida, donde el afán de ganancia y la competencia han encontrado sus límites nuevamente. Lo que venga está por verse aún, todo indica que vamos hacia salidas más convulsivas, pero que dependerán de la lucha de clases y del rol que pueden jugar los trabajadores tanto a nivel internacional como nacional.