La Ley de aborto en tres causales, fruto de la lucha en las calles del movimiento de mujeres, significó sin lugar a dudas un triunfo, sin embargo, es solo parcial.
Entregada a manos de los parlamentarios, fue modificada y moldeada de modo que el resultado resulta completamente insuficiente, aún en el marco restringido de las tres causales.
La traba más polémica, debido a que significa un impedimento muy importante para que se lleven adelante abortos en la práctica, es la objeción de conciencia, que pueden interponer tanto las instituciones de salud, como los profesionales de manera particular.
Así es el caso del Hospital Regional de Antofagasta que cuenta, según los datos publicados en Gobierno Transparente, con aproximadamente 29 médicos con la especialidad de obstetricia y ginecología, de los cuales según consignó El Mercurio, 15 manifestaron que no realizarán abortos, acudiendo al recurso de objeción de conciencia individual establecido en el protocolo para la implementación de la ley.
Entonces, si más de la mitad de los médicos de la especialidad no van a realizar abortos, ¿se puede decir que el hospital realmente brindará esta atención? ¿Alcanzarán los otros dos tercios a cubrir la totalidad de turnos? Si bien el protocolo establece que si el servicio no cuenta con quien realice el procedimiento, éste debe asegurar que la paciente reciba la atención, derivándola a otro centro que sí lo pueda realizar, pero según la realidad de la región esto deriva obligadamente a privados, ¿qué establecimientos privados van a realizar abortos? Y ¿cuántos de los médicos que trabajen en esos centros, no han interpuesto objeción de conciencia? ¿Que pasará con el costo de estos procedimientos en dichos establecimientos?
A esto podemos sumar que, por ejemplo en el caso de violación, el aborto debe ser “autorizado” por dos médicos, por tanto, ¿puede el hospital asegurar que se encontrarán en turno al menos dos médicos que no tengan objeción con el aborto?
Está más que claro que finalmente la Ley de Aborto solo existe entre los márgenes de la moral de la Iglesia y de los sectores más conservadores de los partidos políticos tradicionales, que siguen pasando por encima de los derechos mínimo de las mujeres, así como también de la diversidad sexual con una Ley de Identidad de Género que pretenden al igual que con el aborto, moldear según sus creencias, coartando la libertad de miles de mujeres y diversidad sexual.
Frente a esto debemos concentrar las fuerzas en impulsar un gran movimiento de mujeres y diversidad sexual, de la mano del conjunto de la clase trabajadora y jóvenes, que se proponga hacer frente a los gobiernos de derecha y conservadores que siguen sosteniendo un régimen de opresión y explotación. |