Ilustración: Pito Campos
En un programa de la TV Pública se puede ver a la actriz Julieta Díaz leyendo “Amigos por el viento”, un cuento de Liliana Bodoc que habla sobre el dolor de la muerte y la ausencia. Se trata de un texto breve, narrado desde la perspectiva de una chica que conversa con alguien que ha perdido a su madre. “Cuando la vida se comporta de ese modo, se nos ensucian los ojos con los que vemos. Es decir, los verdaderos ojos.” –dice. “A nuestro lado, pasan papeles escritos con una letra que creemos reconocer. El cielo se mueve más rápido que las horas. Y lo peor es que nadie sabe si, alguna vez, regresara la calma.”
El cuento “Amigos por el viento”, incluido en un libro de siete historias que lleva el mismo título, es de por sí poético. Pero escucharlo es una experiencia conmovedora en tanto recupera algo esencial de la literatura, ese arte que en principio supone compartir con otro, poner la palabra en la voz para quien escucha.
La inesperada muerte de Liliana Bodoc ha impactado en el campo cultural argentino. Distintos escritores, editores e ilustradores han expresado su congoja en los medios de comunicación y redes sociales. Quienes la conocieron en persona, al igual que sus incontables lectores, destacan el compromiso de la autora de la Saga de los confines, compromiso con la literatura y también con su época, con las ideas. Por mencionar apenas un ejemplo, en una nota anterior de La Izquierda Diario se recordaba el poema que escribiera Bodoc en el marco de la campaña por justicia por el caso Santiago Maldonado.
La obra de esta escritora nacida en Santa Fe marca un hecho inédito en las letras. Así lo entienden María Teresa Andruetto, Lilia Lardone y Eugenia Almeida, compañeras de ruta y creación literaria, al igual que la especialista en literatura infantojuvenil Valeria Daveloza.
LID: Liliana fue una escritora singular y una mujer muy querida. ¿Por qué creen que va habitar la memoria, tanto de quienes la conocieron personalmente como de los lectores?
Andruetto: Nosotros, que hemos sido contemporáneos de su intensidad (para usar palabras de Antonio Santana, que tuvo la lucidez de publicarla por primera vez), la recordaremos por los libros que escribió y por la hermosa persona que fue, su compromiso con causas que consideramos fundamentales, su profunda humanidad. A los lectores que vendrán, les llegarán sus libros.
Lardone: Su muerte duele, mucho. Liliana se siente irreemplazable y es extraño tratar de abarcarla en palabras. Me ayuda recordar el momento en que oí su nombre por primera vez. Fue en el año 2000, en editorial Norma, cuando Tony Santa Ana me habló con entusiasmo de Los días del venado que acababan de publicar. Al regalármelo, dijo que Liliana Bodoc me sorprendería. Y tenía razón, porque empecé el libro y quedé deslumbrada por ese aliento épico que me transportaba a los orígenes de una América mágica, lejana y desconocida. Con pericia narrativa, ella movía un permanente juego de oscilación y opuestos: Bien/Mal, traiciones/lealtades; amores/pérdidas, pueblo del Sol versus la Sombra... Una cosmogonía con ecos mapuches, que irradiaba una defensa acendrada del humanismo y de valores como la solidaridad, la confianza en el otro, la honestidad. Después aparecerían los otros volúmenes que completan La saga de los confines, y muchos títulos más consolidaron su presencia en la literatura argentina e internacional.
Almeida: Por qué creo que se la va a recordar es una pregunta muy difícil de responder, por todas las cosas que se me ocurren. Liliana era una persona extraordinaria. Esa palabra pierde sentido y la estoy diciendo en su sentido más literal; era una maravilla, algo que sobresalía, que iluminaba. Me hubiera gustado parecerme a ella porque realmente era una persona extraordinaria. Creo que todos los que la han conocido coincidirían en eso. Era alguien tocado por algo distinto y cuyas marcas eran una marca de vida. Creo que se la va a recordar por su generosidad, por su alegría, por su fuerza, por su lucidez. Y por una presencia que era un regalo: a donde sea que estuviera Liliana, uno se sentía afortunado de poder oírla, de poder conversar, de poder compartir un espacio. Sus lectores la van a recordar por ese mundo extraordinario que abrió para nosotros. Creó un mundo; la mayoría de nosotros somos trabajadores de la palabra, y después están los artistas, los que pueden crear mundos. Todos los lectores de su obra la vamos a recordar porque creó un mundo, y ese otro mundo, ficticio si se quiere, nos ayuda a vivir más intensamente y más lúcidamente en este mundo.
Daveloza: Fue una escritora que trabajó siempre desde una ética y un compromiso político que se nota, incluso en los textos infantiles. El respeto por el otro, la enorme capacidad de ponerse en el lugar de los demás, la increíble sensibilidad de su escritura, capaz de crear imágenes muy fuertes. Por ejemplo, en el cuento “Menfis de perfil”, del libro Reyes y Pájaros, escribe: Una historia con egipcios puede contarse de dos maneras: de frente y de perfil. Los resultados son parecidos, quizás muy parecidos. Pero nunca idénticos. “Hace 4800 años, en Egipto...” es un comienzo posible. “Larguísimo tiempo atrás, a orillas de un barro prodigioso...” es el mismo comienzo, pero de perfil…
LID: ¿Cuál es su importancia en el campo de la literatura juvenil y de la literatura en general?
Andruetto: En nuestra lengua quedará, espero que para siempre, su Saga de los confines como la creación de un universo imaginario diferente de todo otro, un mundo fantastico/maravilloso de profundas raíces latinoamericanas, distinto a todo lo que se había escrito aquí y allá en el género. Verdadero hallazgo. Eso para todo lector, de cualquier edad y condición: libros adorados por lectores y críticos. Desde entonces, su presencia en el campo de la literatura juvenil, la literatura de género y la literatura en general, no dejó de sentirse en los muchos libros que publicó para niños, jóvenes y adultos, así como en sus permanentes posicionamientos en la vinculación literatura/ sociedad, y literatura/educación.
Almeida: La importancia de la obra de Bodoc en la literatura no se puede ceñir a la literatura infantil, literatura infantojuvenil, literatura fantástica, literatura argentina… Todas esas categorías le quedan chicas. Fue una gran escritora, y su obra creo que marca una huella de algo único que no existía en nuestro país, no existía en el mundo. Yo creo que la saga de los confines es un clásico. Pienso eso en estos días. Hemos tenido el privilegio de ser contemporáneos de alguien que es un clásico y que a todos nos trataba con la misma delicadeza y generosidad, como nunca vi, sin caer en la trampa de “los más famosos y los menos famosos”, los “más publicados y los menos publicados” o traducidos.
Lardone: Tuve el privilegio de entrevistarla en su visita a Córdoba durante una Feria del Libro en 2003: al conocerla en persona impresionaban su agudeza crítica, la nitidez con que trasmitía su pensamiento, y una simpatía envolvente. Observé, con el tiempo, cómo se convertía en referente de los lectores jóvenes y tenaz difusora de la literatura a través de generosas participaciones en ferias, planes de lectura y en el canal Encuentro. Vamos a extrañar mucho esta voz clara y firme que hacía oír sus convicciones en defensa de los más débiles, una voz diferente que hizo de la escritura para chicos y jóvenes un escudo para preservar la memoria, y con su talento encontró la fuerza para echarla al viento hacia todos los confines.
Daveloza: Liliana escribió de igual manera para niños y adultos. La misma dedicación por el lenguaje, la misma potencia para crear escenarios, ambientes y estados de ánimo. Su escritura tiene la extraña capacidad de crear personajes entrañables, que comprendemos en su dimensión humana y con los que podemos empatizar, aunque nos estemos de acuerdo con su pensamiento (pienso en Cusi y Junia de Memorias impuras o en Rufina de Elisa, la rosa inesperada), personajes que son lo que son, llenos de luces y sombras, capaces de actos redentores y las peores miserias humanas. Todos ellos, están creados sin pruritos, sin maniqueísmos, demostrando que era una muy atenta observadora de la naturaleza humana. Este no diferenciar entre escritura de textos "infantiles" (podemos discutir años sobre el uso del adjetivo, pero bueno, está consensuada la denominación de LIJ, así que no vamos a ir por ahí) y de "adultos" enriquece el campo con textos que son poderosos, metáforicos, complejos. Así, Liliana en sus obras desmiente para siempre el "sentido común" que pregona que escribir para chicos tiene que ser "fácil y simple". |