El “Pacto nacional por la educación”, en el eufemístico lenguaje de Albert Rivera, centra estos días el trabajo de la subcomisión parlamentaria impulsada para tal fin. Un borrador de 15 puntos que buscaría contar con amplio consenso parlamentario, al menos en la figura de PP, PSOE y C´s y que ha sido saludado calurosamente por diversos medios como un intento de “dejar de lado ideologías e intereses electorales”, como recogía el diario El País la pasada semana.
Cruzada contra la educación pública
Pero, ¿qué hay detrás de esta fraseología benevolente? En realidad, todos estos llamamientos a la “unidad” y al “consenso” tratan de pasar página, aunque sólo sea superficialmente, de la desgastada y reprobada socialmente política educativa del exministro del PP, José Ignacio Wert. Se trata de blanquear y hacer más amable la LOMCE, contando, esta vez, con un amplio apoyo del arco parlamentario para justificarla públicamente, al tiempo que darle una nueva vuelta de tuerca a la misma, apuntalando sus aspectos regresivos fundamentales y prosiguiendo el asedio a la educación pública.
Si algo ha caracterizado a este gobierno del PP (por no remontarnos más atrás), es la ofensiva contra la escuela pública, atacada desde todos los frentes y que ha dejado un panorama desolador. Aumento de la relación de alumnos por profesor en nuestros centros, ausencia de medios materiales, recortes en becas y endurecimiento de sus requisitos, subida de matrículas y tasas universitarias, el 3+2… y, por supuesto, la LOMCE, la llamada ley-Wert, que plantea una vuelta a la escuela franquista. En los últimos meses incluso se ha hablado de un nuevo “MIR”, que sólo precarizaría aún más la profesión del docente.
Las perspectivas indican que esta va a ser la tendencia. Según cifras del propio gobierno, se prevé una inversión del 3,8% del PIB en 2018, del 3,7% en 2019 y del 3,6% en 2020. Es decir, un presupuesto cada vez más exiguo, cuando la media europea es del 4,9%.
Por supuesto, conviene recordarlo, el PP sólo ha podido recortar y ajustar porque ha contado en todo momento con la ayuda, directa o indirecta, de esa oposición cómplice que son PSOE y C´s. Pero, ¿cuál ha sido el rol de las direcciones sindicales en todo este tiempo?
“Ministros sin cartera” del PP
Desaparecidos, y no precisamente en combate, es donde han estado las burocracias sindicales de CCOO y UGT durante la mayor parte de la legislatura de Rajoy. En el terreno educativo, ha sucedido, de forma directa o indirecta, algo similar. Desde la gran huelga de toda la comunidad educativa del 24 de octubre de 2013, que puso al orden del día la posibilidad de forzar la dimisión del entonces ministro Wert y abrir un escenario que permitiese rechazar toda la batería de ataques que estaban encima de la mesa, toda la política de las direcciones oficiales ha consistido en maniobrar y contemporizar, con el objetivo de desactivar el gran movimiento de la Marea Verde.
Éste ha sido el rol de la llamada “Plataforma Estatal por la Escuela Pública”, dirigida por CCOO, UGT y CEAPA (principal confederación de madres y padres de alumnos del Estado español), pero donde participan también diversas organizaciones estudiantiles, con mayor o menor implantación en facultades y centros de estudio, como el Frente de Estudiantes (orientado por el PCPE) o el Sindicato de Estudiantes (liderado por Izquierda Revolucionaria).
Levantar un gran movimiento estudiantil de base para luchar contra los recortes
En nuestra opinión, una lucha victoriosa contra los ajustes educativos (burocracia sindical inclusive), pasa por desarrollar un amplio frente único para la lucha, buscando unir a estudiantes, profesores, madres y padres en un gran movimiento que busque confluir con otros sectores en lucha, como el movimiento de mujeres o las propias luchas laborales no estrictamente educativas.
Pero no será entre las cuatro paredes de las reuniones de la Plataforma Estatal donde se logrará esto, ni mucho menos mediante gestiones diplomáticas para persuadir a las direcciones sindicales burocráticas que lo hegemonizan.
La política de “presionar” para lograr un acuerdo “por arriba” con las burocracias sindicales que se resisten a luchar, como la que en los hechos llevan a cabo el Sindicato de Estudiantes y el Frente de Estudiantes, no sólo resulta estéril, sino que al mismo tiempo colabora con “lavarles la cara” a CCOO y UGT.
Si lo que queremos es terminar con la sangría de la educación pública y los ataques del Gobierno, de lo que se trata es de impulsar la autoorganización de decenas de miles de estudiantes en cada instituto, en cada centro y en cada facultad, con un programa de independiente de las distintas variantes reformistas y las burocracias sindicales. Es decir, que se oriente sistemáticamente hacia la confluencia con el movimiento de mujeres y las diversas luchas de resistencia que viene librando la clase trabajadora, para soldar la unidad por debajo de lo que las burocracias reformistas dividen por arriba. Sólo así es posible organizar y poner en movimiento una fuerza material capaz de imponer el frente único y romper en líneas de clase a todas aquellas plataformas que sólo sirven para dar balones de oxígeno a este gobierno anti-social.
Es por esta estrategia y tareas por las que luchamos las distintas agrupaciones estudiantiles impulsadas por la CRT e independientes en Madrid, Catalunya, Zaragoza o Galiza. Peleamos por aportar, de forma modesta pero tenaz, a la construcción de un movimiento estudiantil combativo, antiburocrático y proobrero, que rechace todos los ataques a la escuela pública y que se convierta en un ariete en la lucha contra el Régimen del ´78 y las fuerzas políticas que lo sostienen. |