El objetivo del viaje de los ministros de Seguridad Patricia Bullrich y de Defensa Oscar Aguad buscó cerrar acuerdos bilaterales con las agencias de seguridad de los Estados Unidos (con un temible prontuario) como la DEA y el FBI, entre otras.
La gira culminó con una reunión con la cúpula del Comando Sur en Miami. Allí cerraron acuerdos de cara a la reunión del G-20. Fuentes del Ministerio de Seguridad revelaron al diario La Nación que el Comando Sur presentó a los ministros argentinos la planificación de la asistencia para la reunión del G-20.
La asistencia del Comando Sur será a través de soporte técnico, apoyo aéreo, “pasando por capacitaciones, entrenamiento con fuerzas especiales y asuntos de comunicaciones, inteligencia y equipamiento”, indicaron funcionarios del Ministerio de Seguridad. “El paquete de asistencia será similar al brindado a Brasil, de cara a la organización de los Juegos Olímpicos (Río 2016)”.
Durante la cumbre del G-20 se realizarán distintas reuniones, por todo el país, que culminará a fin de este año. Participarán mandatarios de las potencias más poderosas del planeta, entre ellos el presidente de Estados Unidos Donald Trump.
Este plan de seguridad para custodiar a los principales líderes de todo el mundo será en detrimento de la seguridad del resto de la población. Bajo el pretexto de la importancia de esta cumbre para el país, militarizarán todo el territorio argentino y espiarán a quien quieran.
Viejos conocidos
Firmar acuerdos con el Comando Sur no puede significar otra cosa que eso. Los países latinoamericanos saben las consecuencias de esta organización en nuestro territorio. Durante los años 60 y 70, el Comando Sur fue responsable de aplicar en Latinoamérica la “Doctrina de Seguridad Nacional”, a través de la “Escuela de las Américas”.
Allí formaron a los militares que llevaban adelante dictaduras sangrientas en el cono sur. Egresaron conociendo las prácticas de tortura más siniestras.
Posteriormente, desde 1980, Estados Unidos se instaló en su “patio trasero” a través de bases militares dirigidas desde el Comando Sur. Política que continúa hasta hoy y que el imperialismo yanqui extendió a todo el mundo después de la caída de la Unión Soviética.
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Bases militares, penetración imperialista
Recientemente, bajo el gobierno de Cristina de Kirchner, el Comando Sur intentó instalarse en la provincia de Chaco. La base militar fue presentada como “Centro de Operaciones para Emergencias y Ayuda Humanitaria”. El gobierno “progresista” negó que su política fuera la de permitir asentarse en territorio nacional una base militar yanqui, sin embargo tuvo que dar marcha atrás con el plan.
Pero lejos de cualquier objetivo humanitario, fueron los Kirchner quienes en 2004 impulsaron la Ley 25.880 que habilita la intromisión de personal militar extranjero con inmunidad ante la ley.
Después del intentó de instalar la base militar en Chaco, el Comando Sur inauguró otra base en Chile, ubicada a unos 20 kilómetros al norte de Valparaíso. El objetivo, según la versión oficial, es “el entrenamiento de soldados para las Fuerzas de Paz de Naciones Unidas”.
Ayudas humanitarias, fuerzas de paz son los significantes elegidos para encubrir el despliegue militar de los Estados Unidos. Un informe del Departamento de Defensa de 2015 da cuenta de que tendrían instaladas 587 bases militares en el mundo. Se estima que hoy esa cifra ascendió a 800.
Desde junio de 2009 la base militar norteamericana de Palmerolas (Honduras), instalada en 1981 para preparar la ofensiva contra la revolución nicaragüense y el gobierno sandinista, es utilizada nuevamente por Estados Unidos para intervenir directamente en la vida política de la región. Esta base fue el escenario elegido para dar el golpe de Estado contra el presidente constitucional Manuel Zelaya.
Está claro que una de las mayores amenazas para la paz a nivel regional es, precisamente, el despliegue de tropas del Comando Sur. No obstante esto, el gobierno de Cambiemos estrecha lazos con esta política para continuar avanzando en la militarización interna, aun a costa de mayor sumisión ante el imperialismo.
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