Un grupo de senadores anunció este miércoles una propuesta bipartidista que contempla dos de las cuatro exigencias que el presidente Donald Trump ha puesto sobre la mesa para no tocar a los dreamers.
La propuesta contempla regularizar a 1.8 millones de dreamers a cambio de conceder un presupuesto de 25 mil millones de dólares para la construcción del muro en la frontera sur y reforzar la seguridad.
Los otros dos puntos no incluidos son la cancelación de los permisos de trabajo para 50 mil personas y la residencia al año de ciudadanos de países con bajas tasas de migración, además de terminar con el sistema de reagrupación familiar conocido como “migración en cadena”.
El mismo miércoles, Trump se pronunció en apoyo al proyecto de ley presentado por ocho senadores del “ala dura” del Partido Republicano liderados por Chuck Grassley y que sí incluye las cuatro demandas que contempla el presidente.
Para que cualquiera de los proyectos pueda avanzar, necesita por lo menos 60 votos en el Senado y 218 en la Cámara de Representantes.
Un sector de senadores asegura que esta semana se puede finalizar la discusión y votar una propuesta que pueda satisfacer tanto a la Casa Blanca como a los dos partidos, sin embargo, parece que el presidente no tiene contemplado bajar las cuatro demandas centrales y aunque los demócratas comienzan a “ceder”, parece ser no suficiente.
Dreamers moneda de cambio
Si el partido Demócrata de alguna manera expresa un polo opuesto, pero conciliador, al plan presidencial hacia los dreamers, es porque tienen la necesidad de aparecer como oposición y garantizar no solo un perfil sino una base sólida de votantes inmigrantes.
Sin embargo y como expresa el acuerdo presentado por los dos partidos, no se niegan a profundizar lo que Barack Obama ya había empezado, la deportación de miles de inmigrantes a partir de ceder miles de millones de dólares para el cierre de la frontera sur a cambio de aparecer como defensores de los dreamers.
Es probable que a este acuerdo se le sume la imposibilidad para los dreamers de promover la ciudadanía para sus padres. Una moneda de cambio que el Partido Demócrata no dudara en tirar.
Por otro lado, el discurso de los republicanos intenta apuntar a dirigir el hartazgo de la clase trabajadora estadounidense frente a las condiciones laborales cada vez más precarias y una economía estancada para los inmigrantes. El discurso que una y otra vez repiten los senadores republicanos es que hay que ver primero por los trabajadores estadounidenses, propiciando el odio entre trabajadores nativos e inmigrantes.
Ambas políticas apuntalan sobre un mismo eje: cerrar la frontera sur, reducir la posibilidad e los inmigrantes para adquirir la ciudadanía y continuar con las deportaciones masivas y precarizar lo más que se pueda las condiciones laborales de aquellos inmigrantes que se queden a trabajar o que consigan visas temporales para trabajo.
Frente a esto, los inmigrantes que en gran medida sostienen la economía estadounidense, necesitan dejar de ver en los demócratas un aliado incondicional y por el contrario ver en los trabajadores estadounidenses un potente aliado para pelear por plenos derechos para todos los trabajadores de ambos lados de la frontera. |