Hasta hace escasos días Valentín Díaz Gilligan era un perfecto desconocido no solo para la población sino, incluso, para el micromundo de la política. Sin embargo, hoy ocupa la primera plana de muchos medios. Eso ocurre porque el diario El País del Estado español puso al descubierto su nombre como titular de una cuenta offshore en Andorra. El subsecretario de la Presidencia de la Nación se hizo, muy conocido rápidamente.
Esto detonó una crisis al interior de la coalición política Cambiemos, donde los socios de la UCR y de la Coalición Cívica salieron a pedir la renuncia del funcionario.
Este domingo, mostrando un respaldo moderado pero respaldo al fin, el jefe de Gabinete Marcos Peña había dicho que, a lo sumo, Díaz Gilligan podría ser apartado “temporalmente” de su cargo. Ese apartamiento duraría, según dio a entender Peña, hasta que la Oficina Anticorrupción se expida.
Desde el interior del mismo oficialismo se lanzaron los reproches. Así, Mario Negri, jefe del Interbloque de Cambiemos en la Cámara de Diputados de la nación, fue uno de los que salieron a pedir la renuncia de Díaz Gilligan.
Después de pedir que sea removido de su cargo, el cordobés agregó que no se trataba de “una condena” pero que la “vara sobre la transparencia está puesta muy alta por parte de Cambiemos".
La afirmación falta a la verdad. Si ese fuera el criterio, el radicalismo debería estar exigiendo las renuncias de los ministros Aranguren, Etchevehere, Caputo y Bullrich, por solo nombrar unos pocos de quienes han ocultado información o mentido directamente.
Desde la Coalición Cívica, Fernando Sánchez y Paula Oliveto plantearon posturas en el mismo sentido. El primero, que arribó hace poco a la Jefatura de Gabinete nacional, indicó que "si se comprueba que hubo evasión de impuestos, sería un problema muy serio". Oliveto, por su parte, afirmó que ella " hubiera renunciado para ayudar al Presidente”.
Hasta el cordobés Luis Juez –que fue desplazado como embajador por declaraciones xenófobas fue crítico. Lo hizo señalando que "es una pelotudez decir que le estabas cuidando la plata a un amigo en un paraíso fiscal, yo le diría que se busque un abogado".
Por estas horas, mientras el núcleo del gobierno le da su respaldo a Díaz Gilligan –que este lunes afirmó que no considera necesario renunciar- quien mantiene un silencio más que llamativo es Elisa Carrió.
La funcionaria que supo hacer la lucha contra la corrupción una bandera propia a pesar de no denunciar aquellos casos que afectaban al oficialismo, se mantiene callada.
Si la cuenta de Díaz Gilligan en Andorra vuelve a demostrar que se trata de un gobierno de empresarios que gestiona el Estado a su servicio, el silencio de Carrió evidencia -una vez más- que el discurso contra la corrupción fue puro marketing electoral. |