Desde el lunes 19 de febrero comenzó a regir una nueva alza en el precio del transporte capitalino, en Transantiago y metro, de $20 pesos. La medida fue tomada en diciembre del año 2017 por el Panel de Expertos del Transporte Público, y ha generado una enorme indignación en la población, principalmente en el pueblo trabajador que debe utilizar dos veces al día el transporte público para trasladarse a sus lugares de trabajo.
La medida se tomó, argumentan desde el Panel de Expertos, considerando las inversiones para las nuevas Líneas 3 y 6 del metro, así como para la extensión del tren expreso a Nos, debido al aumento de transbordos que estas nuevas líneas generarían.
Pero lo que no dicen es que el precio del pasaje en Santiago es uno de los más altos en toda América Latina. Y no sólo eso. El Estado ha desembolsado desde el 2009 a la fecha, cantidades exorbitantes de subsidios a las empresas concesionarias. Sólo hasta el 2017, la cifra superaba los 5 mil millones de dólares.
Es que las empresas de transporte “no tienen rentabilidad”, argumentan. Y claro, prima el interés de la ganancia y el negocio de los dueños de las empresas antes que el acceso a un transporte público digno para la población capitalina.
De hecho, los subsidios han ido en aumento. Sólo el 2017 se entregaron 715 millones de dólares. Y para este 2018 la cifra ascenderá a US$862 millones.
La indignación es resultado lógico, cuando a esta situación se le agrega el hecho de que las empresas del Transantiago tuvieron ganancias totales por US$ 10,7 millones en el año 2017, período en el cual las mismas empresas alegaban que la evasión “afectaba el servicio”.
Pero a la luz de los datos, lo que parece afectar seriamente “el servicio” es la sed de ganancias permanente de los dueños de las empresas de transporte. Es que es reconocida la mala calidad del transporte capitalino, debido a los largos tiempos de espera, al mal estado de los buses y a los atochamientos que se generan en las horas punta.
Pero eso no es todo. El año pasado salió a la luz en un artículo desarrollado por CIPER Chile, que Alsacia Express, el principal operador del Transantiago, que además tiene como filial a la firma Express de Santiago (buses naranja), montó en Islas Bermudas un esquema offshore para evitar el pago de impuestos. Es decir, desvió sus ganancias a un paraíso fiscal.
Según datos del mismo centro de investigaciones, la concesionaria utilizó Bermudas como “pivote” para realizar sus negocios en Chile. Además muestra que la empresa, que durante varios años planteó estar cerca del colapso, realizó pago a sociedades relacionadas, controladas también desde paraísos fiscales, que ascienden a 55,2 millones de dólares.
Evidentemente se generó un gran descontento por la medida tomada, cuando además es sabido que el sueldo mínimo no alcanza para fin de mes, y que el 50% de los trabajadores en Chile recibe menos de 350 mil pesos mensuales.
Producto del aumento del pasaje, desarrollaron durante el lunes una serie de acciones de evasiones masivas para demostrar el descontento.
Punto aparte merecen las condiciones laborales de los y las trabajadores/as del Transantiago, que en múltiples ocasiones han denunciado malas prácticas de las empresas. Esta situación llevó a la inmolación y suicidio de Marcos Cuadra el año 2014, dirigente sindical agobiado por las pésimas condiciones laborales y las prácticas antisindicales de la empresa y sus representantes.
Lo que esta situación demuestra es la irracionalidad de un modelo y de un sistema regido y comandado por el interés de ganancias de un pequeño grupo, a costa de la calidad de vida de una gran mayoría trabajadora. ¿Hasta dónde son capaces de llegar?¿Y hasta cuándo nos permitiremos aguantar?
Se puede acceder a la investigación de CIPER en el siguiente link: http://ciperchile.cl/2017/11/07/alsacia-express-los-secretos-en-islas-bermudas-del-mayor-operador-del-transantiago/ |