El historiador Gabriel García Higueras nos envía la presentación que realizó en el Museo Casa León Trotsky sobre el libro de su autoría y las nuevas publicaciones sobre León Trotsky.
Presentación de Trotsky en el espejo de la historia (segunda edición), de Gabriel García Higueras. Museo Casa de León Trotsky, Coyoacán, 10 de noviembre de 2017.
Museo Casa León Trotsky en México
En agosto del año 2006, se presentaba en este auditorio la primera edición del libro que ahora nos reúne. Once años después me complace sobremanera presentar la edición mexicana de esta obra (revisada y puesta al día), que ha publicado Fontamara. El que se haya editado en México es muy significativo para quien les habla por el hecho de que el recorrido vital de Trotsky, en su tramo final, se vincula estrechamente con la historia de este país. Otro motivo de celebración es que el libro aparezca en el mes que se conmemora el centenario de la Revolución rusa y el ciento treinta y ocho aniversario del nacimiento de Trotsky.
En mi intervención habré de referirme a dos asuntos: las nuevas informaciones que trae esta segunda edición y algunas de las principales tendencias en las investigaciones sobre Trotsky en la actualidad, trabajos que aparecen reseñados en mi estudio.
Cuando en el año 2000 comencé a escribir este libro, el proyecto original comprendía una síntesis de la biografía de Trotsky y un estudio acerca de la falsificación de su figura histórica en la URSS, precedido por un ensayo introductorio que analizaría las interpretaciones sobre su papel revolucionario en la historiografía mundial y un balance de las principales investigaciones dedicadas a su vida y pensamiento. Este proyecto presentó desde el comienzo no pocos obstáculos; el principal de ellos: la falta de acceso a publicaciones rusas. Un problema que me interesaba investigar era la producción histórica sobre Trotsky durante la perestroika, época en que comenzó a revisarse su papel en la Revolución. Si bien contaba con las publicaciones soviéticas de ese tiempo traducidas al español, existían trabajos de difícil acceso que, gracias a la valiosa colaboración de amistades en el extranjero (especialmente del bibliógrafo alemán Wolfgang Lubitz), pude conseguir después de varios años. El segundo obstáculo era la barrera idiomática, que pude sortear gracias a la invalorable colaboración de mi amigo y colega, el catedrático peruano José Manuel Ballesteros, quien estudió y se graduó de historiador en la Unión Soviética. Sin sus traducciones no hubiera podido emprender ese trabajo.
La investigación y redacción del libro me demandó más de cuatro años de labor. En este período, se fueron agregando a los ensayos originales otros de menor extensión.
En esta segunda edición, se han publicado los tres textos esenciales de la publicación original que han sido corregidos y actualizados.
A este respecto, debo afirmar que, en realidad, tal como lo advirtió un insigne historiador peruano del siglo XX, Raúl Porras Barrenechea, un libro de historia nunca está concluido, aunque esté listo para publicarse. Ello es así por cuanto el contenido de un libro de historia está sujeto a los nuevos documentos que pueden aparecer y también a las perspectivas desde las que el historiador enfoca el pasado, influidas invariablemente por el tiempo presente. Una manifestación de lo dicho la observamos en este año con la riada de títulos publicados en español sobre la Revolución rusa.
El título de mi libro condensa el contenido común de los ensayos que lo conforman. Está basado en la metáfora de la imagen y el espejo, con la cual busqué expresar las distintas imágenes de Trotsky reflejadas en las obras de historiadores, teniendo en consideración los factores socio-económicos, políticos e ideológicos en los que se inscribe su producción historiográfica.
El primer ensayo lo he retitulado “Trotsky ayer y hoy” y éste consigna parte de la ingente producción bibliográfica sobre Trotsky alrededor del mundo y de las instituciones cuyo fin es la investigación y difusión de su legado. Sobre las publicaciones, la página www.trotskyana.net contiene la Trotsky Bibliography, compilada por el ya mencionado Wolfgang Lubitz, que consigna toda la bibliografía mundial publicada sobre Trotsky y el trotskismo desde inicios del siglo XX hasta el presente año. Ésta contiene alrededor de 16,300 entradas. Debo subrayar que la mayor parte de estos trabajos se publicaron después del año 2000. Así, entre los años 2001 y 2015, se han escrito más de veinte biografías, publicadas en varios idiomas (de las cuales han visto la luz en castellano seis títulos). Esto no hace sino revelar la actualidad y el incesante interés hacia la obra de Trotsky.
De toda esta producción habré de referirme a dos campos: la biografía histórica y la literatura.
Se han publicado biografías de Trotsky a gran escala. Es decir, obras que narran con amplitud su recorrido vital; biografías como la escrita por Jean-Jacques Marie, Trotsky. Revolucionario sin fronteras (publicada en francés en 2006 y en español en 2009), que es muy prolija, o la de Robert Service (aparecida en 2009 y publicada en español al año siguiente), que es un trabajo pseudohistórico con serias limitaciones de perspectiva que distorsiona la naturaleza de las ideas y de la obra revolucionaria de Trotsky y que incurre en innumerables errores de hecho. De ahí que la biografía en cuestión haya recibido la desaprobación de un importante sector de la crítica especializada, lo cual no ha sido óbice para que se publique en otros idiomas.
Pero, además de estas biografías, se han elaborado estudios que abordan, en particular, una etapa de su vida. Estos son los que, en mi opinión, han dado los mayores aportes. De esta manera, a partir de las fuentes primarias consultadas, dichas investigaciones han echado luz sobre aspectos ignorados o insuficientemente conocidos de la vida de Trotsky en los años de emigración.
En este terreno, destaca el libro de Bertrand Patenaude: Trotsky: Downfall of a Revolutionary (Trotsky: la caída de un revolucionario), publicado en 2009. Aquí se narra la vida de Trotsky en México; se detalla el ambiente que rodeó al revolucionario y su vida cotidiana; se ocupa de sus seguidores y colaboradores y narra lo que fueron sus últimos días. Esta investigación está basada en los papeles de Trotsky en el exilio, conservados en la Universidad de Harvard y en la Colección Trotsky de.los Archivos de la Hoover Institution de la Universidad de Stanford.
En este mismo rubro podemos citar: Trotsky in Norway Exile 1935-1937 (Trotsky en Noruega. Exilio 1935-1937), del historiador nórdico Oddvar Hǿiddal, publicado en inglés en 2013. Tal estudio devela el contexto político de ese país cuando el Gobierno del Partido Laborista otorgó asilo a Trotsky, y da a conocer detalles de su actividad en el exilio, además de las circunstancias en que se produjo la privación de su libertad por decisión del Gobierno noruego tras la realización del primer proceso de Moscú. Además de la documentación consultada y la información periodística, el autor se basó en fuentes orales.
Otro libro que se inscribe en esta línea es: Trotsky in New York 1917. A Radical on the Eve of Revolution (Trotsky en Nueva York 1917. Un radical en la víspera de la Revolución), de Kenneth D. Ackerman, publicado el pasado año. La obra explora los dos meses y medio de estancia de Trotsky en Nueva York a principios de 1917 (acaso sea la etapa menos conocida y estudiada de su vida), y su relación con los círculos de emigrantes radicales, las conferencias que ofreció, su participación en los debates del Partido Socialista y la gran influencia que ejerció en el ala izquierda de los Estados Unidos, además de su labor en el periódico Novi Mir.
El otro ámbito de creación es la literatura. En el 2009 se publicó la magnífica novela El hombre que amaba a los perros del cubano Leonardo Padura, sustentada en un amplio trabajo de investigación y convertida hoy en un clásico contemporáneo. Los méritos literarios de esta novela histórica de trama política han sido destacados en numerosas reseñas y críticas. Solo agregaré que esta obra es la que más ha contribuido en nuestro tiempo a difundir entre un público no especializado quién fue León Trotsky y por qué luchó. Una de las grandes virtudes de la literatura es su capacidad de inmersión en la vida íntima de sus personajes, explorar sus sentimientos, transmitir sus emociones. En ese sentido, Padura no sólo retrata al dirigente político en el exilio, al protagonista de una las más grandes revoluciones de la historia, sino a un Trotsky más íntimo, más humano, si se quiere.
En el campo de la literatura, ha ocurrido lo que denomino el “efecto Padura”. Después de la publicación de esta novela, han aparecido otras que tienen a Trotsky por protagonista. Desde el 2009 hasta la fecha se han publicado cinco novelas y un libro de poemas, tanto en Europa como en América. Lo anterior es demostrativo de cómo la trayectoria de vida de Trotsky es también motivo de creación artística.
Regresando al libro de esta presentación, el segundo ensayo es una síntesis de su tránsito vital en la que se expone las líneas esenciales de su biografía política e intelectual. Para su elaboración nos hemos basado, en primer término, en las obras de Trotsky y en estudios biográficos, tanto clásicos como modernos, y en diversidad de estudios históricos sobre la Unión Soviética.
Mi exposición ha buscado comprender al personaje situándolo en su tiempo histórico. Mi apreciación sobre el lugar de Trotsky en la historia se ha fundado en la coherencia que existió entre los principios y las ideas que defendió y las acciones de su vida. Este análisis se basa en el marxismo por cuanto la manera más adecuada de aproximarnos a una comprensión y juicio histórico sobre Trotsky es haciéndolo a la luz de esta teoría, es decir, estudiar al personaje conforme al conjunto de ideas que le fueron propias y que guiaron su praxis revolucionaria. Precisamente, el error en que incurren no pocos biógrafos de Trotsky es analizar sus acciones desde criterios ajenos al marxismo (cuando no hostiles a esta ideología), desnaturalizando el sentido de sus ideas y acciones.
A propósito de este criterio, citaré a un notable mexicano del siglo XX, Alfonso Reyes, quien escribió:
“Entrar en la interpretación de un hombre es cosa que requiere delicadeza y piedad. Si se entra en tal interpretación armado con una filosofía hostil a la que inspiró la vida y la obra de aquel hombre, se incurre en un error crítico evidente y se comete, además, un desacato.”
El ensayo final, titulado “Trotsky en el devenir de la historiografía rusa: ideología, política y falsificación histórica”, analiza la elaboración de la imagen de Trotsky desde el discurso histórico oficial. En la primera edición de este libro mi análisis comprendía el uso político de la historia desde Stalin hasta Yeltsin; en esta nueva edición incorporo el discurso histórico actualmente vigente en Rusia.
Cuando en los años ochenta, comenzaba a revisar trabajos de historia sobre la URSS, llamó mi atención la versión tan diferente que ofrecían del papel de Trotsky en la Revolución los historiadores occidentales en comparación con lo que referían los libros de historia soviéticos, en los que Trotsky era eliminado de los acontecimientos en lo que tuvo un rol central y si era mencionado era sólo para imputársele una supuesta falta o error. Como bien se sabe, la versión que predominó sobre Trotsky en la URSS durante sesenta años fue la que le adjudicó el estalinismo. En la segunda mitad de la década del 80, con Gorbachov en el poder se emprendió una revisión de la historia oficial y, como resultado, la biografía de Trotsky comenzó a reescribirse. Sin embargo, la nueva versión histórica enfatizó la convergencia entre el modelo de construcción del socialismo propugnado por Trotsky con el modelo estalinista. Esta visión fue la que se propagaría en la Rusia postsoviética tal como quedó plasmada en la biografía de Trotsky, escrita por Dmitri Volkogónov, publicada en ruso en el año 1992.
En la Rusia contemporánea coexisten diversas narrativas sobre Trotsky. Encontramos historiadores como Yuri Emeliánov, quien en una biografía pretende caracterizar a Trotsky como el representante de grandes fuerzas internacionales, como por ejemplo el “poder hebreo”, para conseguir el debilitamiento de Rusia, hasta esfuerzos por escribir una biografía en términos objetivos como la del historiador ucraniano Georgui Cherniavski, quien como parte de su trabajo de investigación visitó este Museo. Sin embargo, la versión oficial construida a tono con la ideología nacionalista del Gobierno ruso ofrece un juicio adverso, hostil a Trotsky. Ello se correlaciona con la visión que la elite política rusa tiene de la Revolución de Octubre. Así, Vladímir Putin ha expresado en referencia a la Revolución que no se debe "arrastrar hasta nuestros días las divisiones, los odios, las afrentas y la crueldad del pasado".
Ello explica el hecho de que oficialmente no se haya celebrado la Revolución de Octubre. La Sociedad Rusa de Historia ha creado una comisión para conmemorar el hecho, pero el Gobierno ruso se ha mantenido al margen.
Sin embargo, en el mes del centenario de la Revolución Rusa se ha estrenado la miniserie “Trotsky”, integrada por ocho capítulos y que ha sido descrita como una “megaproducción” (debo observar que no se había realizado una producción semejante en Rusia sobre Lenin ni tampoco sobre Stalin). La serie está coproducida por Canal 1, que es la televisión pública en ese país. La première tuvo lugar en Cannes en octubre, hecho que evidentemente apunta a su difusión internacional.
Miniserie rusa
¿Cómo presenta a Trotsky esta producción a juzgar por el tráiler publicado en Youtube con subtítulos en inglés?
La imagen que proyecta no puede ser más negativa: se lo presenta como un bastardo oportunista, un político egocéntrico y sin escrúpulos, sanguinario (en una escena el personaje declara que la revolución no se puede hacer sin sangre) e inspirador de Stalin. Se trata, pues, de una imagen absolutamente deformada que no tiene nada que ver con el Trotsky histórico.
Es sintomático que una serie de semejante contenido se estrene este año. Esto revela que la clase dirigente rusa asocia estrechamente la Revolución al nombre de Trotsky; para ella Trotsky representa la encarnación de la Revolución de Octubre y advierte en la revolución un posible peligro para el orden social; por tanto, se esfuerzan en descalificar por esta vía a quien fuera uno de sus principales representantes y defensores.
Esto explica, además, los resultados del reciente sondeo del Centro de Estudios de la Opinión Pública de Rusia, en la que se mide la valoración de los protagonistas de la Revolución: Nicolás II es la figura que goza de mayor simpatía (60%); Stalin ocupa el cuarto lugar, después de Lenin (52% de aprobación y 30% de antipatía); Trotsky (52% de antipatía, 21% de simpatía). (El País, edición digital, 7 de noviembre de 2017)
Como se puede colegir con este ejemplo, prosigue la tradición rusa de manipular la historia de acuerdo con los intereses políticos de la actualidad. En esto último observamos una continuidad desde la dictadura de Stalin hasta el gobierno autoritario de Putin.
Considero oportuno citar a este respecto lo que escribe Jean-Jacques Marie en su biografía de Trotsky y que incluyo en uno de los epígrafes del libro:
“La calumnia, escribió Trotski un día, forma parte integrante de la vida política. De ordinario, afecta a quienes quieren modificar el orden existente, en el cual ven una fuente de injusticias y un obstáculo al desarrollo de la civilización humana. En ese aspecto, nadie más afectado que León Trotski (1879-1940), a quien la calumnia persigue aún casi setenta años después de su muerte”.