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18 de enero de 2025 Twitter Faceboock

Tribuna Abierta
Periodismo y Literatura: Distintos caminos para llegar al oficio de escritor
Andrea de Rivera

El periodista al igual que el escritor, comparten la palabra. La eligen, respiran y utilizan como un recurso importante en su labor cotidiana.

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Taller Literario GREDAZUL, cuenta entre sus integrantes con profesionales de distintas áreas, y entre ellas, figuran periodistas escritores y escritores periodistas.
Sin duda, existe una estrecha relación entre periodismo y literatura, pues, representan sólo distintas formas de comunicación, que se plasman en la palabra global, a la cual el lector, le otorga un sentido, según su conocimiento del idioma y la experiencia personal acumulada durante la vida.

En una aproximación someramente teórica, se puede concebir el periodismo, como una disciplina de comunicación social, cuyo propósito, es transmitir información íntegra, veraz, con aspiración de objetividad científica y profesional . Por esencia, comunica un hecho de ocurrencia extraordinaria: la noticia ; cumpliendo su función primordial, de carácter formativo, mediante la entrega de juicios de valor y la emisión de opiniones. Recrea, informa por necesidad, orienta, educa y entretiene, utilizando una técnica, estilo y la representación de contenidos adecuados y contingentes. En este sentido, al registrar el presente de un pueblo, el periodismo contribuye a construir la historia y proyectar su impronta en el futuro.

La literatura, en cambio , es una forma de expresión artística, que usa el lenguaje, con una función estrictamente estética. Dicho término, etimológicamente proviene de la palabra latina “ littera “, que significa letra o lo escrito. Según esto, la literatura está vinculada a la cultura como una manifestación de belleza a través de la palabra escrita.

Para otros, la literatura corresponde al conjunto de producciones o textos literarios de una nación, de una época o de un género determinado.

Aristóteles en “ La poética “, define la literatura como “ El arte que imita sólo con el lenguaje… carece de nombre hasta ahora “.

La literatura también es exploración, búsqueda a través de la palabra, que abraza al mismo tiempo realidad y fantasía , despertando en el lector un goce estético e inspirándolo a realizar sus propias búsquedas internas, obtenidas del mensaje y el poder evocador de la ficción.

Por tanto, la literatura constituye en su esencia, la manifestación más genuina de la forma de vida de un pueblo, en la cual se refleja su carácter y espíritu, como asimismo, las condiciones de toda naturaleza que influyen en él.

En síntesis, literatura y periodismo convergen en el mismo punto: la realidad. La literatura tiene como elemento esencial la ficción, por ello, puede abordar la realidad deformándola y exagerándola. Sin embargo , el periodismo en su necesidad de transmitir información y conocimiento, debe siempre someterse a la realidad para lograr veracidad y objetividad ante el lector.

Por ende, el periodismo es también literatura, y ello, se puede apreciar en las crónicas, semblanzas, artículos, entrevistas, etc., que tienen matices especiales al estar escritas con belleza , y en que la literatura, puede acercarse o alejarse del periodismo, por cuanto, tiene otra función, pero, el lector o el autor son los mismos.

Si bien es cierto, periodismo y literatura son géneros separados, se puede incursionar en ellos, de manera fusionada, tal como se presentan en la realidad. Al respecto, se habla de un periodismo literario cuando éste es predominante como género y aparece secundado por la literatura , o bien, a la inversa, cuando lo relevante es la literatura , siendo auxiliada por el periodismo. Es decir, un poema, cuento o texto dramático pueden ser publicados en un diario y una crónica o artículo en un libro, porque no existen normas rígidas en la materia.

De allí, que tengamos periodistas escritores y escritores periodistas. Por esta razón, en esta oportunidad, deseo referirme , de manera especial, a la creación literaria de uno de los poetas talentosos de Taller Literario GREDAZUL: Felipe Rodríguez Medina.

Sobre Felipe Rodríguez Medina:

De profesión Periodista, titulado en la Universidad Santo Tomás. Poeta y narrador. Ha participado en numerosos circuitos literarios, tales como: talleres, lecturas, conferencias, conversatorios y lanzamientos de libros. Su pluma versátil, cultiva con gran oficio, la poesía política , erótica y existencial. El año 2012 es antologado como poeta en “ Letras al Aire”, recopilación creativa del colectivo literario Matucana. Está próximo a publicar un poemario.

PATAGONIA

Siento la utopía fresca
de seguir la ventisca que me empuje al fin de mi alma.
Ser poblado por el soplo de la tierra que acaricia mi conciencia.
En ella tallo paisajes de tristezas
y vidas hambrientas de juventud.
En ella naufrago por la inmensidad de mi ocaso,
en la última isla que desafía tempestades.
Amo el barro sagrado que siembra hogares en mis zapatos.
Me arraigo al origen
para sentir el vértigo,
para habitar el seno de un tiempo magallánico.
En esta tierra se descifra la primera palabra,
el lenguaje virgen de los árboles,
el sonido del viento que golpea la puerta del espíritu.
En este espacio propio se atraviesa la libertad
de un sueño necesario,
pues, todos nacemos con una Patagonia adentro,
con un paisaje esculpido por soledades.
Soy un accidente,
un deshielo en medio de un abrazo,
un galope en el corazón de la tormenta.
Saboreo la lluvia
y la nostalgia de languidecer como un niño.

Camino lento para no perturbar el cansancio de los pájaros,
percibo sus señales sin miedo al envejecimiento.
Sus frutas son honestas,
tan claras como el fuego que alimenta al último hombre.
Acá se respira el aroma de muertes,
de primaveras silenciosas
y veranos embusteros.
Tomo aire para contemplar la bahía.
Sé que estoy a un paso de convertirme en la pasión de una aventura.
Acá se vislumbra la paz del olvido,
cuyos relatos,
pulidos por el desasosiego,
son el puerto para desembarcar melancolías.
He perdido todas las apuestas en ciudades en cenizas,
sólo me queda la inocencia,
el fuego de antaño
y la sabiduría austral del eterno viaje por la Patagonia.

LAS OLAS DEL SILENCIO

Una ola habita en la sombra,
un pálpito surge.
La mano yace abierta,
el mundo cabe en su centro.

Lo uno también es lo otro.
El mar es la voz de la racionalidad,
sus olas delinean su curso.

Como un acto infinito,
se despliega en acontecimiento.
La mano sigue abierta sintiendo el oleaje.
La playa es el desierto del lenguaje que pare palabras.

  •  ¿Existe el ocaso?-
    Se pregunta la arena
    El ocaso es repetición,
    movimiento de la ola que no muere contra la roca.
    Lo inmenso fluye como el silencio,
    se despliega en el mundo
    incapaz de mostrarse.
    Los ojos son puñales en medio de la conciencia.
    Llegará el día que el sol se enfríe,
    como un atardecer de tormenta.
    Llegará la lluvia para sumergirse en el océano,
    beberá del silencio
    y aparecerá otro oleaje.

    CAÍDA

    No busques en mi boca tu pecho parido de lágrimas
    ni la puerta de mis caricias
    abierta para tu nombre llameante.

    La noche pasa sembrando su rumor
    y tallo mi deseo en tu memoria.
    Sólo quiero balancear tu piel
    en el frío de mi angustia.
    Veo oscuridades,
    me sangra el pasado
    pendiendo de los muros.
    Atesoro silencios,
    rasguño imágenes que apuñalan la carne.
    Soy una muerte anunciada por tus labios.
    Eres desesperación,
    dientes mordiendo ansiedades.
    Te veo en el flagelo de soledades,
    llorando sobre el suicidio de tu edad
    carcomida por la nostalgia.
    Te veo en mi habitación poblada de ausencias,
    con tu silueta labrada de atardeceres
    y silencios.
    Soy el silencio magullando la putrefacción de un adiós.
    El dolor quiebra botellas en las murallas del mundo
    y la ciudad ríe con su ingenuidad.
    Escucho sus idiomas agusanados,
    maquillando desamparos con multitudes.
    Escribo tu nombre llameante en calles inermes
    para saborear fracasos.
    Camino sobre cenizas para bramar sobre tus pellejos.
    Ardo como tu cabeza apoyada en mi dolor
    y no hay cansancio que suture.
    Así enturbio lo absoluto de tu mirada,
    lo innombrable de tu féretro.
    No busques en mis ojos tu llanto sediento de literatura
    ni te pierdas en la fugacidad de mi vocabulario.
    Todo se perderá entre el barro,
    entre la lluvia caída sobre el pecho de la noche;
    mi boca acumulando desiertos,
    tu voz apuntando a la tumba de mi memoria.
    Sólo queda el viento con su crueldad,
    los últimos latigazos del sol
    que se esconden entre el murmullo de cervezas.
    Allá afuera enmudecen las tempestades que danzaron en tu vientre
    y las alegrías mueren en el fuego de nuestro pasado.

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