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6 de marzo de 2018 Twitter Faceboock

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¿En qué jubilación “caen” las mujeres? (I)

El gobierno giró hacia una imagen “mujer friendly”, pero la reforma previsional que impulsó en diciembre perjudica en mayor medida a las mujeres. Por qué son las más castigadas al llegar a la edad adulta y cómo impactarían los cambios en agenda sobre el sistema jubilatorio. Parte 1.

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En las escuelas, en los hospitales, en los hogares, en el empleo público, en fábricas alimenticias, en talleres clandestinos, en los puestitos de la calle, en los comercios. Muchas mujeres trabajan en forma remunerada y copan los puestos de trabajo en gran parte de las ramas de actividad del país. Otras realizan su trabajo en forma no remunerada en las tareas domésticas y en el cuidado de niños y mayores, permitiendo que millones se alimenten, se vistan y tengan todo lo necesario para trabajar, para ir a la escuela y para vivir.

Sin duda, el trabajo de la mujer es indispensable para que la rueda se mueva, para la generación de valor y para la acumulación de ganancias capitalistas. Pero resulta que al llegar a la edad adulta tras tantos años de trabajo, las manos de las mujeres están vacías (o casi).

Dime qué trabajo tuviste y te diré qué jubilación tendrás

El sistema jubilatorio argentino y de la mayor parte del mundo está basado en una lógica de “premios y castigos”. No se reconoce al trabajador por su rol fundamental en la producción como creadores de valor, sino que se debe pasar un examen que ya viene contestado de antemano para acceder a una jubilación: cuántos años se “aportó” en blanco al sistema y en qué condiciones se hizo.

El pequeño detalle es que nadie elige estas dos condiciones. Nadie elige cobrar menos o estar “en negro” como empleado. Hace tiempo que quedó refutada la idea de que el trabajador elige entre “ocio y consumo” para definir su salario y condiciones de trabajo. Pero además, tampoco la mujer elige ser doblemente explotada en el trabajo y en su hogar, siendo quien todavía se encarga en mayor medida de realizar las tareas domésticas y de cuidado.

Lógicamente, quienes trabajan en los hogares realizando tareas domésticas y son considerados “inactivos” en el mercado laboral (directamente un trabajo invisibilizado), quienes no están registrados por sus empleadores, o son precarizados en sus trabajos, quienes realizan sus actividades en el sector informal de la economía, o están desocupados o subocupados, quedan por fuera del sistema jubilatorio: son marginados porque no alcanzan a reunir los 30 años de aportes en blanco. Muchos siquiera llegan a tener un año de aporte jubilatorio. Y, en proporción, estos problemas las afecta en mayor medida a “ellas”. Son principalmente mujeres.

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Dado que cada vez los marginados y marginadas del sistema son más, los países fueron implementando distintas medidas para contener a una masa creciente de personas que quedarían en la calle y en total situación de vulnerabilidad, amenazando fuertemente la estabilidad capitalista. Así, surgió la aplicación de “ayudas” para garantizar ingresos a quienes no podían acceder a una jubilación, como pensiones “no contributivas” o rentas “universales” que dan migajas a los adultos mayores.

Cada país se asegura así acreditar una tilde en los test de cobertura previsional de los organismos internacionales (Banco Mundial, BID, FMI), que exigen la mayor cantidad de gente cobrando “algo” para que no se evidencie que este sistema desprecia a los mayores. Se alcanza entonces a gran parte de la población mayor, pero con ingresos de pobreza.

Lo invisible al sistema es el trabajo de las mujeres

Argentina es el caso típico de sistemas que ampliaron la cobertura previsional mediante ingresos mínimos. Luego del desastre del régimen de capitalización menemista de los años ´90, que dejó a casi un tercio de los mayores sin ningún tipo de jubilación o pensión, y rechazado entre otras demandas por el pueblo trabajador en las calles en las jornadas de diciembre de 2001, el kirchnerismo implementó las moratorias previsionales en el año 2004/5 y 2014 como parte de los mecanismos de contención del descontento social.

Se otorgaron así más de 2,6 millones de jubilaciones a partir de la primer moratoria y casi 700 mil con la segunda. En su mayoría las beneficiarias fueron mujeres (73 % en la moratoria I y 90 % en la moratoria II). Por ello a la moratoria se la suele llamar "jubilación de las amas de casa".

Pero lejos de reconocer el trabajo doméstico de las mujeres, la particularidad es que como las amas de casa y otros colectivos laborales mayoritariamente femeninos no cuentan practicamente con aportes en el sistema, para la mayoría ello significa un ingreso en el haber mínimo, hoy de $ 7.660. Esto no alcanza a comprar ni el 50 % de la canasta de los jubilados que calcula la Defensoría de la Tercera Edad.

La mal llamada "inactividad" en el mercado laboral implica esta invisibilización del trabajo femenino, que se expresa en haberes jubilatorios de misera. Como señala Violeta Guitart de Ecofeminita, no existe la mujer "inactiva". El 95% de los jóvenes que no estudian ni trabajan son mujeres que cumplen el rol de realizar las tareas del hogar.

Otras trabajadoras invisibles a los ojos del sistema son las que buscan trabajo pero no lo encuentran. Está comprobado que la desocupación afecta más a las mujeres que a los varones: 9,5 % en mujeres frente a 7,3 % en varones (EPH Indec, tercer trimestre de 2017) y para las mujeres jóvenes llega casi al 20 %. Esto repercute también negativamente a la hora de jubilarse, al presentar trayectorias laborales incompletas y nuevamente quedar por fuera del restrictivo sistema. Lo mismo vale decir para el 35 % de las trabajadoras que no están registradas.

Así, menos del 10 % de las mujeres que llegan a los 60 años (la edad mínima de jubilación) puede reunir los años de aporte para jubilarse.

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Ahora el gobierno de Macri directamente eliminó las moratorias previsionales y reduce a las mujeres a contentarse con una Pensión que significa un 20 % menor al ya bajo haber mínimo. Para el 93 % de las mujeres que no pueden acceder a una jubilación se las condena a vivir con sólo $ 6.128. Un gran logro de la ley de "Reparación Histórica" del macrismo.

Pero para la minoría de mujeres que podrá jubilarse tampoco la cuestión está resuelta. El monto de su jubilación estará sujeto a las remuneraciones que tuvo al trabajar. Y como es ya admitido por el propio presidente, la brecha salarial es del 27 % en Argentina. Esto significa también que, a la hora de jubilarse, sus haberes serán promedialmente inferiores a los de los varones.

Vale aclarar, la mayoría de los trabajadores padecen las nefastas si bien las mujeres del actual sistema jubilatorio, incluyendo los varones. En los últimos años, sólo una de cada cuatro personas que alcanza la edad jubilatoria puede acceder a una jubilación "ordinaria". Las otras tres “caen” en la Pensión Universal.

Se evidencia así que las castigadas de hoy en el mercado laboral serán las castigadas de mañana en su jubilación o pensión (y nuestras abuelas y madres que trabajaron ayer son también las castigadas de hoy). Un motivo más para marchar con fuerza este 8 de Marzo, día internacional de las mujeres.

Desde sus propias bases el sistema genera exclusión y pobreza para los mayores y en especial para las mujeres. El anuncio oficial de reformar el sistema jubilatorio no debe generar ninguna ilusión. Muy por el contrario, como quedó demostrado con la ley previsional de diciembre, los cambios en agenda implicarán aún mayores penurias. Pero eso será objeto de una segunda nota.

 
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