Foto de archivo
Ayer, cuando ingresaban a las 6 de la mañana, los trabajadores de la fábrica jabonera GUMA se enteraron de que un compañero había sido despedido. No había sido notificado previamente; directamente no lo dejaron ingresar.
De manera inmediata, la Comisión Interna exigió que se hicieran presentes los directivos de la empresa y notificó de la situación al sindicato. Recién a las 9 la empresa se reunió con los delegados y confirmó que el trabajador estaba despedido por supuestas faltas. El sindicato apareció unas horas después, sin plantear nada concreto. “Lo veremos en Tribunales”, decían.
Mostrando otra cosa, los trabajadores realizaron una asamblea para decidir los pasos a seguir. Se resolvió hacer un paro por tiempo indeterminado hasta que el compañero fuera reincorporado. Además, con el correr de las horas, la empresa había confirmado otro despido para hoy. Ambos compañeros se mantenían firmes: no querían “arreglar”, querían trabajar.
Viendo el ánimo de seguir el paro, la empresa anunció a las 19 que ambos compañeros seguían en sus puestos, aunque serían suspendidos por 15 días. Las horas de paro no las quisieron pagar y el sindicato tampoco las quiso pelear. Nuevamente la asamblea decidió y la medida de fuerza fue levantada. Los trabajadores del turno que no había llegado a parar decidieron que donarían la misma cantidad de horas que habían perdido los demás a los dos compañeros suspendidos. Una verdadera lección de solidaridad para el sindicato, que en ningún momento aportó un peso para la lucha.
Un trabajador de GUMA decía ayer al finalizar la jornada: “El sindicato tiene una especie de lema: ‘una vez que cruzás el portón despedido ya no volvés’. Los trabajadores de GUMA y la Comisión Interna les demostramos que siempre se puede luchar y ganar, que la unión hace la fuerza”. |