Citando a Martin Luther King López Obrador declaró en un video publicado en redes sociales: “Yo también tengo un sueño, yo quiero que no sirvan estos muros, que no se construyan muros, que podamos vivir en un mundo sin fronteras, que mantengamos una relación de amistad y de cooperación con el Gobierno y con el pueblo de Estados Unidos, vamos a convencerlos de que no se resuelven los problemas sociales construyendo muros, militarizando la frontera, violando derechos humanos”.
López Obrador, en su afán conciliador y “defensor” de las instituciones, afirma en su último video que el lazo con el país vecino y con la administración Trump, se buscará en la extensión más amplia de la palabra.
“Que haya respeto mutuo, respeto mutuo en las relaciones de Estados Unidos con México, vamos a respetar al Presidente Donald Trump para que él respete a México y respete al gobierno democrático de nuestro país”, expresó el líder del partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) frente al muro fronterizo en Tijuana, Baja California.
El candidato presidencial de la alianza “Juntos haremos historia” promete una relación de respeto con el gobierno y el pueblo de Estados Unidos. Como si fueran lo mismo Trump, la comunidad latina y los pueblos originarios que se oponen al muro. Como si fueran lo mismo los dueños de las trasnacionales estadounidenses como Ford o General Motors, los CEO’s y los trabajadores que enfrentan hace década la degradación de sus condiciones de trabajo para que las empresas obtengan ganancias millonarias.
López Obrador, quien despierta ilusiones en amplios sectores de trabajadores, mujeres y jóvenes, quiere sembrar la idea reaccionaria de que es posible conciliar los intereses de Trump, el xenófobo y racista presidente estadounidense, con los del pueblo mexicano.
Quiere ocultar el sol con un dedo: mientras Trump ordena la detención de familias enteras de migrantes, los hace pasar por todo tipo de humillaciones en las prisiones heladas deI Servicio de Inmigración y Aduanas (ICE por sus siglas en inglés), el candidato presidencial propone respeto a quien ataca al pueblo mexicano y al centroamericano.
AMLO prometió a su vez que si llega a la presidencia, “México se va a convertir en una potencia, y los mexicanos van a tener trabajo donde nacieron, donde están sus familiares, donde están sus costumbres, donde está sus culturas, ese es mi sueño, de que se impulse el desarrollo desde el Suchiate hasta esta frontera”.
Otras bases para la relación de México con Estados Unidos
Con la incertidumbre económica que prima en el plano internacional, generada en gran parte por las amenazas de Trump al “libre comercio”, sumado al bajo crecimiento que se registra desde la crisis de 2008, es difícil imaginar que México se convierta en una potencia.
Sobre todo si no se plantean medidas básicas como dejar de pagar la deuda externa, la nacionalización de la banca y del comercio exterior, y la expropiación sin pago de las empresas que cierren o despidan bajo control obrero. Estas medidas son necesarias para que el país conquiste su independencia política y económica del imperialismo estadounidense y que así pueda elegir libremente su desarrollo. Todas cuestiones que son contrarias a los intereses de los empresarios aliados de AMLO.
En el marco de la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, y las repetidas amenazas de Trump, contra la integración basada en la explotación de la mayoría de la población por un puñado de magnates, hay una perspectiva que favorezca a los millones de trabajadores de América del Norte. Y no tiene nada que ver con tratar con “respeto” al millonario devenido en presidente.
Sólo a partir de terminar con la explotación propia de este sistema capitalista a ambos lados de la frontera, y la opresión imperialista de Estados Unidos sobre México, se podrá hacer realidad una integración económica, decidida y llevada adelante en función de los intereses de los trabajadores del campo y la ciudad, en una Federación de Estados Unidos Socialistas de Norteamérica.
En ese camino, contra Trump y sus políticas antimigrantes, más que “poner la otra mejilla”, lo que hace falta es poner en pie un amplio movimiento en México, Estados Unidos y Centroamérica, que luche por el no pago de la deuda externa de los países oprimidos, contra la militarización y la injerencia imperialista en América Latina, por plenos derechos para todos los migrantes y por el libre tránsito a través de los países de la región. |